“Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos” (Juan 15:13).
Caminaba la melancólica Amélie por su jardín una tarde de invierno, cuando de pronto se fijó en una pequeña mariposa que estaba atrapada en una lámpara de cristal.
Cuanto más luchaba la mariposa por liberarse, más atrapada quedaba. La muchacha sabía que si tocaba la lámpara se quemaría, pero que si no lo hacía, la mariposa moriría.
Conmovida, Amélie liberó con cuidado a la mariposa, que se marchó revoloteando mientras de los labios de la niña brotaba una exclamación de dolor al sentir una pequeña quemadura en el dorso de su mano. Sin embargo, el dolor fue rápidamente apagado por la felicidad. En aquel momento, el corazón de la joven comprendió (porque hay cosas que solamente se entienden con el corazón) una gran lección que nunca olvidó y que transformó su vida. Comprendió que cuando ayudaba y hacía felices a los demás, en realidad estaba fabricando su propia felicidad.
Y es que en las matemáticas de Dios, cuanto más das, más tienes… al menos de lo que importa de verdad: amor, paz, bondad, paciencia…
Decía Phil Bosmans que la felicidad es como un eco en el fondo de tu corazón que solo responde a la entrega de ti mismo, y así es. La felicidad, en realidad, está basada en el Amor (si, con mayúscula, el Amor de Dios, tan diferente al humano), y para dar hay que tener, y para tener, necesitas ir a Dios, fuente del Amor verdadero.
Necesitas aprender a Amar a través de la conexión diaria con el Señor y el estudio del carácter de Jesús. Solamente el Espíritu Santo puede enseñarte a Amar de verdad. Ese es el secreto de la mariposa que Amélie entendió aquel día: Amar como Jesús Ama implica dar, y solamente esa entrega puede llenarte de verdadera felicidad, aunque te quemes las manos al hacerlo, o aunque la respuesta sea ingrata. Cristo es el mejor ejemplo. Él no se quemó un poco la mano para liberarte de la esclavitud del pecado, Él dió su vida a cambio de la tuya. Te rescató para que puedas escoger libremente reconciliarte con Dios o no hacerlo. Es tu decisión personal. El Amor de Dios es Libertad, pero recuerda que no te evitará las consecuencias de tus elecciones.
El Diseñados te creó a Su imagen, y Su carácter es Amor. Aunque el pecado lo haya distorsionado, ahí, en el fondo de tí, lo único que realmente puede hacerte feliz es el Amor; es amar. Por eso, cuando eres capaz de aliviar el dolor de otra persona, cuando cambias una lágrima por una sonrisa, cuando ayudas a alguien que lo necesita te sientes tan bien.
Hoy la gente ha olvidado el secreto de la mariposa y las personas luchan desesperadamente por un pedazo de felicidad tratando de comprarlo, de robarlo o de fabricarlo a través del “tener”, y se desesperan al ver que todo son sucedáneos, que nada les llena.
Aquella mariposa mostró a Amélie que la felicidad es un don de Dios que nace en el corazón del ser humano cuando decide entregarse y aprender a Amar.
Esther Azón. Lic. Teología y comunicadora. Productora TV, guionista y redactora web en HopeMedia. Editora de la Revista Adventista de España.
Foto: David Clode en Unsplash