- Las profecías bíblicas, que anunciaban una apostasía de la fe verdadera, también predecían que Dios tendría un pueblo con una misión: llamar la atención del mundo sobre aquellas verdades perdidas en el tiempo del oscurantismo religioso.
El pueblo de Dios en el tiempo del fin
Apocalipsis 12 es un capítulo que expone la gran persecución que el diablo lanzó contra los fieles a través de la historia. Después de que fracasara en su intento de destruir a Cristo (Apoc. 12:4, 5), lanzó ataques contra la iglesia primitiva (Apoc. 12:11). Luego de que contaminara la fe, usó a la iglesia papal para perseguir a los verdaderos creyentes durante 1.260 días, o años proféticos (período que duró desde el año 538 hasta 1798, según Apoc. 12:14).
Sin embargo, no tuvo éxito; y la profecía muestra que después de este período Dios levantaría un “resto”, o un “remanente”, contra el cual el diablo haría la guerra (Apoc. 12:17). Este texto identifica al remanente por dos características: 1) Guardan los mandamientos de Dios y 2) Tienen el testimonio de Jesús.
La frase “el testimonio de Jesucristo” aparece en otras partes del libro para aludir al mensaje que proviene de Jesús y que se entrega a las personas por intermedio de algún profeta (Apoc. 1:1, 2, 9; 22:20). En Apocalipsis 19:10 se afirma que el “testimonio de Jesús” es “el espíritu de la profecía”, o el don profético. Y, cuando se compara con 22:9, a los “hermanos” de Juan “que retienen el testimonio de Jesús”, el ángel los llama “los profetas”. Por lo tanto, el remanente del tiempo final contaría con la presencia del don profético en sus filas.
Los que «guardan los mandamientos de Dios»
Sin embargo, el hecho de que «guardan los mandamientos de Dios» indica que estos creyentes entienden que, al ser salvos por gracia (Efe. 2:8, 9), deben ser leales a todos los mandamientos divinos, incluso el cuarto, que sostiene la vigencia de la santificación del sábado (Éxo. 20:1-17). Esta misma característica se repite en Apocalipsis 14:12: “Aquí está la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
Esto se da en un marcado contraste con aquellas confesiones cristianas que enseñan que no hay necesidad de observar el sábado porque la Ley fue abolida con la muerte de Cristo. Otros enseñan que sí hay que observar la Ley, pero han cambiado el mandamiento del sábado por el domingo. En cualquier caso, la cristiandad fomenta la transgresión del sábado en abierta contradicción con la Palabra de Dios.
Es evidente que esos grupos no pueden ser el remanente de Dios, porque la Biblia establece que el verdadero pueblo de Dios será fiel a toda la Ley divina, y no a una parte de ella (Juan 14:15; Rom. 3:31; 7:7, 12; Sant. 2:10-12; 1 Juan 3:4; 2:3-6).
De hecho, esa es la razón por la que el diablo hace la “guerra” al remanente: mientras que ha tenido éxito en confundir al mundo cristiano, no ha logrado someter al pueblo de Dios, pues este se mantiene fiel a las Escrituras. Los Adventistas del Séptimo Día se identifican a sí mismos como aquel remanente predicho en estas profecías.
La misión del remanente en el tiempo del fin
Pero eso no es todo: Apocalipsis también presenta que el pueblo de Dios tiene una misión específica en el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6 al 13. Cada uno de estos representa el último llamado que Dios extiende al mundo en el intento de que se vuelva a él y se prepare para la segunda venida de Jesús, antes de que sea tarde (Apoc. 14:14-20).
Por eso, en su mensaje, el primer ángel preanunciaba la restauración del sábado, ya que predica “el evangelio eterno” de salvación en Cristo (1 Cor. 15:1-4), y ordena que se adore “a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc. 14:7). Esto es una clara referencia al cuarto Mandamiento del Decálogo, en el que se da la razón para guardar el sábado: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó” (Éxo. 20:11).
Aunque en los tiempos del oscurantismo se perdió la verdad del sábado (Dan. 7:25), las profecías indicaban su restauración en el tiempo del fin. Aquellos que acepten “el evangelio eterno” serán obedientes a la Ley de Dios y guardarán el sábado como una prueba de amor a Cristo (Juan 14:15) y de fidelidad al único y verdadero Dios.
Autor: Cristhian Álvarez Zaldúa, doctor en Teología y profesor de Teología Sistemática en la Universidad Adventista de Bolivia (UAB).
PUBLICACIÓN ORIGINAL: El sábado y el tiempo del fin
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Cramitez