Aquí y allá, con el pasar del tiempo, distintas voces dentro del adventismo intentan desafiar el sábado como sello de Dios, uno de los aspectos clave de nuestra comprensión del escenario del tiempo del fin.
Desde que nuestros pioneros descubrieron la verdad acerca del día bíblico de reposo, el sábado, integraron esta verdad con la visión más amplia de los eventos del tiempo del fin. Sin embargo, surgen personas que, si bien no niegan la validez del sábado bíblico, desafían su centralidad en el tiempo del fin, afirmando que Elena de White y los pioneros se dejaron llevar por su entorno cultural/ religioso, que estuvo marcado por leyes dominicales que restringieron severamente la libertad religiosa de los observadores del sábado.
«La imposición de un día de descanso es imposible hoy en el mundo pluralista en el que vivimos», afirman algunos. Otros dicen: «La sociedad se ha secularizado; a nadie le importa en qué día adoran los pocos cristianos que quedan». La lista de argumentos podría seguir, pero para muestra basta un botón.
El sábado, protagonista del tiempo del fin
Veamos primero algunos de los elementos bíblicos que colocan al sábado en una posición protagónica dentro del escenario del tiempo del fin. Solemos dividir el Apocalipsis en dos grandes secciones, desde el punto de vista histórico en el que nos encontramos.
Primera sección: capítulos 1 al 11. Estos contienen mayormente profecías que ya se han cumplido.
Segunda sección: capítulos 13 al 22. Contienen mayormente profecías que todavía restan por cumplirse.
El capítulo 12 funciona como bisagra y resume el gran conflicto entre Cristo y Satanás.
La primera sección termina con una visión del Templo de Dios en el Cielo, enfocándose en el Arca del Pacto, que está en su interior (Apocalipsis 11:19). El elemento más importante del Arca del Pacto son los Diez Mandamientos. El capítulo 12 también cierra con una alusión a los Diez Mandamientos, pero en este caso enfocándose en el remanente del pueblo de Dios, cuya característica central es que los observa. Tanto en el Cielo, como en la Tierra, los Diez Mandamientos aparecen en el centro de la escena.
Pero, eso no es todo. Apocalipsis 13 menciona cómo el dragón (Satanás) hace guerra contra el pueblo de Dios en el tiempo del fin: mediante la bestia que surge del mar y la que surge de la tierra. No tenemos espacio aquí para explicar por qué estas dos bestias (poderes político-religiosos) deben ser
identificadas como el papado y los Estados Unidos de Norteamérica, pero lo importante aquí son las acciones que ejecutan: Buscan ocupar el lugar de Dios, y se quieren hacer objeto de adoración (Apocalipsis 13:3, 4, 12, 14), en un ataque directo contra el primero y el segundo Mandamientos. Es más, la primera bestia «abrió la boca con terribles blasfemias contra Dios, maldiciendo su nombre» (Apocalipsis 13:6, NTV), yendo también contra el tercer Mandamiento.
Los Diez Mandamientos y el sábado
Vemos, así, que el escenario del tiempo del fin se centra en los Diez Mandamientos, más específicamente en la primera tabla de la Ley. Pero es el cuarto Mandamiento lo que se vuelve prueba de fidelidad e identidad. Por un lado, el remanente debe proclamar el sábado, tal como se evidencia en el mensaje del primer ángel de Apocalipsis 14:7, en un llamado a adorar «al que hizo los cielos, la tierra, el mar y todos los manantiales de agua». Es más, no solo el verdadero remanente proclama el sábado, sino también el sábado se vuelve un sello que los identifica en su fidelidad al final del Conflicto.
El ángel que detiene los cuatro vientos de destrucción del tiempo del fin exclama: «¡Esperen! No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que hayamos puesto el sello de Dios en la frente de sus siervos» (Apocalipsis 7:3, NTV). Al igual que en la visión de Ezequiel 9, donde los fieles a Jehová reciben una marca en la frente que los libra de la destrucción, en el tiempo del fin los fieles siervos de Dios también reciben una marca, o sello, que los exime de la destrucción que está por desencadenarse. ¿Cuál es esa marca, señal o sello? La señal que Dios ha dado a sus hijos por todas las generaciones: el sábado, que es «una señal perpetua» del pacto de Dios con su pueblo.
En el mismo contexto histórico del tiempo del fin, Satanás pone «una marca en la mano derecha o en la frente. Y nadie [podrá] comprar ni vender nada sin tener esa marca» (Apocalipsis 13:16). Entendemos que esta marca es la falsificación del sábado, que es el único día que Dios designa en la Biblia como día de reposo. En otras palabras, Satanás tratará de imponer el domingo como día de reposo.
¿Es posible esa imposición del domingo, actualmente?
Volvamos a los cuestionamientos iniciales. ¿Es esto plausible hoy? Si bien no están dadas todas las condiciones, el dragón no ha dejado de lado su agenda. El título de esta noticia (del portal Vida Nueva Digital) publicada en marzo de este año nos da una idea: «Los obispos de la Unión Europea lanzan una campaña para que se prohíba trabajar los domingos». O esta información (del portal Juspax) sobre la existencia de la «Alianza Europea por el Descanso Dominical».
Sí, el engaño final sigue en agenda, y el pueblo de Dios necesita no solo mantenerse fiel a los preceptos de Dios, sino también proclamar lo que pronto está por suceder.
Autor: Marcos Blanco, pastor y doctor en Teología. Desempeña su ministerio en ACES desde 2001. Autor de «Versiones de la Biblia», es Jefe de Redacción y director de la Revista Adventista de ACES desde 2010.
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Publicación original: Sábado o domingo