Foto: (cc) Flickr/ihave3kids. Esquina: Pedro Torres.
Solemos afirmar que el pasado da forma al futuro, y es cierto. Cosechamos aquello que sembramos. Pero pocas veces uno se para a pensar en por qué se hicieron las cosas del pasado. Muchos errores se cometen por tomar decisiones sin pensar en el futuro a corto, medio y largo plazo, pero no deja de ser verdad que las grandes decisiones que se tomaron en el pasado, y que modelaron el futuro, se tomaron pensando precisamente en él. El futuro deseado fue lo que inspiró las decisiones del pasado. El futuro no es tanto una emanación casual del transcurso aleatorio de la vida y los hechos, sino la directriz que ahora nos marca la pauta a seguir, sin obligarnos a ello. Tenemos libre albedrío.
Marzo se llevó al Adolfo Suárez, primer presidente de la democracia moderna española, el pasado que promovió un futuro mejor en nuestro país. Pensando en el futuro de España, tomó decisiones, muchas difíciles, a menudo en contra de sus propios gustos o preferencias personales, pero siempre buscando el bien común y el ya manido “consenso”.
Abril rememora el sacrificio del Príncipe del Universo, garantizando el mejor futuro a todo aquel que lo desee y acepte. Se conmemora la oportunidad de un futuro alternativo para cada ser humano por el cual Jesús tomó decisiones difíciles, a veces en contra de sus propios gustos o preferencias personales1, siempre buscando el bien común y el necesario “consenso” entre Dios y su creación2.
Ese futuro tiene la capacidad de llevarnos a tomar decisiones ahora que forman nuestro pasado a cada segundo. Ese futuro, otorgado por el divino Ser, va más allá de dar forma al pasado. Ese futuro de origen divino tiene una facultad que ningún futuro de origen humano puede brindar, la de transformar el pasado formado por otro futuro diferente. Dios, gracias al sacrificio de la cruz, nos regala un futuro mejor capaz de cambiar tu pasado a partir de ahora, y lo más [in]creíble, capaz de transformar el resto de tu pasado en otro completamente diferente3.
Tu futuro moldea tu presente, que a cada segundo se convierte en tu pasado. Ese mismo futuro puede transformar el pasado ya existente3. Pensar en el pasado también te recordará el futuro hacia el que te diriges. La pregunta es, ¿qué futuro quieres tú? ¿A qué decisiones inmediatas te aboca? Ánimo, ya queda menos para la atemporalidad.
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1 “¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?” Mateo 17:17; “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” Mateo 26:39.
2 “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” Isaías 1:18
3 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9; “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.” Hebreos 8:12; 10:17; “El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” Miqueas 7:19.