Las actividades excesivas de cada día, y el estrés, terminan ocupando la rutina y quitando el foco de lo que es importante.
¿Se ha sentido cansada, sobrecargada y con la sensación de que siempre hay mucho por hacer o lograr? Si esa percepción viene acompañada de preocupaciones, tensiones o miedos exagerados con la salud, el dinero, la familia o el trabajo, la falta de control sobre pensamientos o actitudes, insomnio, taquicardia, preste atención. Usted puede estar viviendo un cuadro de estrés. Esas señales pueden indicar que el esfuerzo excesivo está más allá del límite que puede soportar. Un alerta que vale especialmente para mujeres con sus dobles y hasta triples jornadas de trabajo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 90% de la población mundial sufre de estrés.
El estrés, el estilo de vida acelerado, hiperconectado, con exceso de tareas, información, responsabilidades y entretenimiento, hizo que el ser humano apurara el paso. La ambición indiscipllinada por tener más, pensar más, hacer más y obtener más, nos está enfermando física, emocional y también espiritualmente.
Es bueno recordar que el exceso no siempre indica calidad o excelencia. En verdad, alguien dijo que todo exceso revela una falta. Por eso, es imprescindible repensar si nuestras agendas y actividades en general no están comprometiendo nuestra calidad de vida y otros aspectos más importantes, como por ejemplo, el tiempo en familia, el cuidado de la salud y nuestra relación con Dios.
Confianza irrestricta
Por eso, el apóstol Pablo nos aconseja en Filipenses 4:6-7 «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». El imperativo para no dejar que la ansiedad domine nuestra mente y corazón, solo podremos experimentarlo cuando entreguemos todo al Señor a través de la oración, cuando ponemos lo más importante en primer lugar. Una vida en la presencia de Dios es la mejor manera de combatir los excesos de la presión social.
El Espíritu Santo nos da discernimiento y nos ayuda a filtrar todo lo que hacemos o adquirimos para eliminar lo trivial y buscar lo esencial. Identificar la prioridad y concentrarnos en lo esencial es un buen comienzo para cambiar la búsqueda indisciplinada por tener más por la búsqueda disciplinada, por menos. Eso exige esfuerzo, pero no es imposible. Si no establecemos la prioridad, alguien lo hará por nosotros.
Dios nos creó con autonomía, con capacidad para elegir y tener el control de las situaciones que integran nuestra vida. Establecer lo que es prioridad nos ayuda a vivir plena y abundantemente. Elena de White aconseja: «Considérese a Cristo el primero, el último y el mejor en todo» (Elena G. de White, El ministerio de curación, p. 279).
La buena noticia para los que están cansados, sobrecargados y deprimidos es la invitación de Jesús: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28). En él encontramos la restauración que tanto necesitamos. En él encontramos equilibrio y vida plena.
Consejos
¿Cómo hacer esto una realidad? Vea a continuación tres claves prácticas:
Busque primero a Dios, como sugiere Mateo 6:33
Eso significa dar el primer lugar a lo más importante, y refuerce el sentido de lo que es de valor eterno:
– Establezca un horario para su comunión con Dios para crear el hábito de fortalecer la regularidad.
– Elija un lugar especial para ese momento y prepárelo para sus momentos con Dios.
– Defina lo que estudiará en ese momento (Biblia, Lección de la Escuela Sabática, Espíritu de Profecía (escritos de la autora y cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Elena de White, considerada una profetisa).
Ore sin cesar
Recuerde: «Si fracasamos en la oración, fracasaremos en todo».
– Durante sus momentos de oración, use el acróstico ACAS: comience con adoración, seguida de confesión, agradecimiento y súplica.
– Diga lo que siente; abra su corazón a Dios como a un amigo e interceda por su familia, por la iglesia y por las personas que están pasando por dificultades. No tenga miedo de pedir lo que desea, pero siempre pida que se haga la voluntad de Dios.
– Tenga un cuaderno para registrar pedidos, agradecimientos y respuestas a sus oraciones. Escribir mantiene vivo en la memoria el cuidado de Dios.
Eduque su mente para amar la Biblia
Léala diariamente y fundamente su vida en la Palabra. «Y no hay nada más a propósito para vigorizar la mente y fortalecer el intelecto que el estudio de la Palabra de Dios. No hay otro libro que sea tan poderoso para elevar los pensamientos y dar vigor a las facultades como las vastas y ennoblecedoras verdades de la Biblia» (Elena G. de White, La educación cristiana, p. 225).
– Usted puede hacer el año bíblico acompañado del Espíritu de profecía.
– Estudiar la Lección de la Escuela Sabática.
– Vivir una vida de obediencia a la Palabra y cumplir la misión.
Dependencia constante
Vivir una experiencia personal y real con Dios es nuestra mayor necesidad para superar el estilo de vida excesivo de nuestros días, y el estrés no puede ser un impedimento. La escritora norteamericana Elena de White afirma: «Se está apoderando del mundo, un afán nunca visto. En las diversiones, en la acumulación de dinero, en la lucha por el poder, hasta en la lucha por la existencia, hay una fuerza terrible que embarga el cuerpo, la mente y el alma. En medio de esta precipitación enloquecedora, habla Dios. Nos invita a apartarnos y tener comunión con Él. «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios (Salmo 46:10)» (Elena G. de White, La educación, p. 260).
Cuando vivimos una experiencia genuina con Dios, «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:7). ¿Qué le parece si pone en primer lugar lo más importante y disfruta de esos beneficios?
«Pero aún aquí los cristianos pueden tener el gozo de la comunión con Cristo; pueden tener la luz de su amor, el perpetuo consuelo de su presencia. Cada paso de la vida puede acercarnos más al Señor Jesús, puede darnos una experiencia más profunda de su amor y aproximarnos tanto más al bendito hogar de paz. No perdáis, pues, vuestra confianza, pero tened una seguridad más firme que nunca antes. “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!” (1 Samuel 7:12). Y nos ayudará hasta el fin» (Elena G. de White, El camino a Cristo, p. 78).
Autor: Jeanete Lima es educadora y dirige el Ministerio de la Mujer de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para ocho países de Sudamérica.
Publicación original: El peso del estrés le está quitando su tiempo con Dios