“¿Por qué es ahora tan importante educar con amor? Los niños de antes no tenían tanto amor y era mucho más educados”.
Frases como éstas están en el tapete de las redes sociales y en el estudio de los desafíos educativos actuales.
Lo cierto es que sí, antes los niños parecían ser más educados. Pero tampoco se atrevían a decir lo que pensaban, así que no sabemos en realidad cómo eran. Y también es cierto que, según algunas publicaciones, el desarrollo de la mente humana ha ido avanzando con los progresos de la humanidad. Con lo que los niños de antes, definitivamente no fueron iguales que los de ahora.
Pero, también es cierto que, actualmente, nos ubicamos justo en el lado opuesto, los niños “no callan” y pareciera que nadie les ha enseñado la importancia de respetar.
¿Hacia dónde vamos? Es la pregunta más escuchada en las ponencias educativas actuales. Los filósofos de la educación están claramente divididos. Por un lado, están los que creen en recuperar la educación humanista, donde los valores morales, éticos y humanos son fundamentales para sobrevivir al incierto mundo que nos espera. Y por otro lado, la educación cientificista y conductista que dice que debemos hacer aún más énfasis en los contenidos, el esfuerzo y la disciplina. Las mentes han evolucionado y hay que llenarlas de contenido para sobrevivir a las máquinas que avanzan en la carrera por controlar el mundo.
Solo escribir sobre esto me pone la piel de gallina. Lo cierto es que vamos hacia un mundo incierto, en eso estamos de acuerdo todos. Y también es cierto que la educación tal como está no parece ser útil para ese mundo por venir.
¿Dónde nos posicionamos? ¿Tenemos información y “luz” al respecto? ¿Para qué mundo estamos educando a nuestros hijos: el de las máquinas que nos devoran o el de un mundo que parece ingenuamente feliz, pero que vemos más real que el pan de cada día?
Conociendo el contexto del foro al que me dirijo sé que estamos de acuerdo en que queremos un mundo mejor, y que deseamos una educación tanto de calidad como cálida para nuestros hijos.
Si buscamos algunas respuestas en la psicología, nos encontramos con algunos datos curiosos que apoyan la importancia de educar con amor.
Por un lado está la famosa teoría del apego, de John Bowlby. Esta teoría dice “como elemento central: “Es en la relación temprana con sus cuidadores que el niño forja no sólo su primer sentido de quien es, sino también el marco desde el que comprender e integrar su propia experiencia de sí mismo, los demás y el mundo, que de otro modo resultaría fragmentaria” (Introducción a los tratamientos psicodinámicos, pág. 538).
“El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo).
Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas le da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y lo alimenta a valorar y continuar la relación. A parte de darle fuertes herramientas para la supervivencia” (Wikipedia: Teoría del apego).
Hay muchos libros de esto, pero éste me pareció un buen resumen.
Otra explicación psicológica contrastada nos dice, en el libro Lecciones de Terapia de la conducta, pág. 88:
“Si un niño es muy emocional y reactivo al estrés puede superar su vulnerabilidad biológica si es criado por una madre tranquila y cariñosa, pero no por una madre con su mismo temperamento.
Las respuestas a los eventos estresantes depende de la vulnerabilidad genética, del apoyo social y de la presencia de ciertas características de personalidad que son, en su parte, fruto del estilo educativo de las figuras de apego”.
Como vemos, educar con amor no es simplemente un capricho ñoño de una corriente humanista, es la base de muchísimos trastornos actuales. Y en este sentido creo que nuestra sociedad está enferma de amor, por carencia y por disfunción.
Y nosotros, ¿qué podemos aportar al respecto? La escritora cristiana Ellen G. White tiene muchísimas citas sobre la importancia de educar con amor, lo que no debe confundirse con educar sin disciplina, ni orden, ni esfuerzo. Ante esto, permitidme resaltar la importancia de leer sus obras completas, y no quedarnos solo con lo que argumentan nuestras ideas preconcebidas. Sin embargo, como en este artículo estamos intentando comprender la importancia de educar con amor, os dejo algunas citas inspiradoras en relación a esto:
“Mientras muchos padres yerran por el lado de la indulgencia, otros van al extremo opuesto, y rigen a sus hijos con vara de hierro. Tal disciplina no es semejante a la de Cristo. Los niños así educados temen a sus padres, pero no los aman. Una de las cualidades más valiosas de la mente y del corazón queda paralizada como una planta tierna bajo el viento del invierno” (Educación Cristiana, pág. 159).
“Administrad las reglas del hogar con sabiduría y amor, no con vara de hierro. Los niños responderán con obediencia voluntaria a la ley del amor. Elogiad a vuestros hijos siempre que podáis. Haced que sus vidas sean tan felices como fuere posible. Proveedles diversiones inocentes. Haced del hogar un lugar santo, consagrado. Mantened blando el terreno del corazón por la manifestación del amor y del afecto, preparándolo así para la semilla de la verdad.
El hogar debe ser para los niños el lugar más atrayente del mundo, y la presencia de la madre debiera ser su mayor encanto. Los niños tienen naturaleza sensible y amante. Es fácil agradarles y es fácil hacerlos desgraciados. Con suave disciplina, con palabras y actos bondadosos, las madres pueden ligarlos a su corazón.
Manifestad un espíritu bondadoso y tolerante, y estimuladlo en vuestros hijos, cultivando todas las gracias que alegran la vida del hogar. La atmósfera así creada será para los niños lo que son el aire y el sol para el mundo vegetal, y favorecerán la salud y el vigor de la mente y el cuerpo.
Por un amor paciente y vigilante, la madre puede encauzar la mente de sus hijos en la debida dirección, cultivando en ellos hermosos y atrayentes rasgos de carácter” (Educación Cristiana, págs. 60 y 61).
Como comencé esta reflexión, hoy en día “educar con amor” también está cuestionado. Se cuestiona la educación tradicional, se cuestiona la educación alternativa. Se cuestionan las formas de disciplina anteriores, se cuestiona la disciplina positiva y con amor. Las redes sociales han fomentado un flujo de información exacerbado. Hoy se puede saber de todo, pero a ciencia cierta, se puede conocer de muy poco. Opinamos, pero no reflexionamos. Leemos pero no investigamos.
Urge el que tomemos tiempo para reflexionar nuestras posturas y avancemos con seguridad hacia algún lugar “nuestro”, propio, ni virtual, ni popular. Ante tanta diversidad parece casi imposible. Pero tenemos un Norte seguro; al que hacemos bien en seguir “como la brújula al polo”: nuestros principios y creencias fundamentales nos llevan a educar con amor. Sigamos trabajando en este propósito.