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«Él partió e hizo conforme a la palabra de Jehová, pues se fue y vivió junto al arroyo Querit» (1ª de Reyes 17: 5).

Elías caminó rápidamente a través del hermoso y fecundo campo de Israel, cruzó el Jordán y se dirigió hacia un pequeño arroyo llamado Querit. Debió haberse preguntado por qué este sería el lugar donde Dios cuidaría de él, tal como le había prometido: «Beberás del arroyo; yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer» (1 Rey. 17: 4).

Las orillas de este pequeño arroyo se convirtieron, por algún tiempo, en el hogar de Elías. La primera noche debió haberse sentado allí, saboreado la paz, mientras escuchaba el gorgoteo del arroyo corriendo sobre las piedras. Conforme se acercaba el momento de la cena, elevó sus ojos al cielo, intentando ver a los cuervos prometidos.

Los cuervos deben haberle resultado una fuente inesperada de la providencia de Dios, ya que son carroñeros y se alimentan, principalmente, de carne de animales muertos. Es decir, se alimentan de lo que, muchas veces, está podrido y cubierto de moscas y gusanos.

Quizás Elías bromeó para sus adentros: «¿Qué tipo de cena podría traerme un cuervo?» Sin embargo, la Palabra de Dios nunca falla. Las Escrituras dicen: «Los cuervos le traían pan y carne por la mañana y por la tarde, y bebía del arroyo» (vers. 6).

La sequía que había profetizado a Acab ocurrió. A medida que transcurrían los meses, sin siquiera una gota de lluvia, el arroyo proporcionó al fugitivo profeta el agua que tanto necesitaba. Elías observó con preocupación la disminución de la corriente, que pasó de ser un arroyo balbuceante a un estrecho curso de agua.

Los cuervos lo alimentaron constantemente; pero un día, el arroyo Querit se secó. Las Escrituras dicen: «Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra» (vers. 7).

¿Qué haces cuando vas al lugar que Dios te dice, pero los cuidados que Él prometió desaparecen? Elías debe haberse sentido tentado a idear su propio plan. Después de todo, Dios no había dejado establecido un plan en caso de que el arroyo se secara. Elías podría haber representado sus opciones usando piedras, ubicadas en la arena seca del lecho del arroyo. Podría haber pensado en la probabilidad de trasladarse a otros lugares que contaran con suministro de agua.

Podría haberlo hecho… pero lo cierto es que Elías no abandonó el lugar al cual Dios lo había enviado. Él confió en que Dios le mostraría, según su tiempo perfecto, qué hacer a continuación.

Medita

«Muchos se agitan cuando no pueden saber qué resultará en definitiva de los asuntos. No pueden soportar la incertidumbre, y en su impaciencia rehúsan esperar para ver la salvación de Dios. Los males que presienten casi los enloquecen. Ceden a sus sentimientos de rebelión, y corren de aquí para allá en dolor apasionado, procurando entender lo que no se ha revelado. Si tan sólo confiaran en Dios y velaran en oración, hallarían consuelo divino. Su espíritu sería calmado por la comunión con Dios» (Patriarcas y profetas, p. 742).

En la práctica

1. ¿Qué haces cuando sientes que Dios no responde a tus oraciones?
2. ¿Qué consejo le darías a una persona que se siente impaciente y no quiere esperar los tiempos de Dios?

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Cada miércoles de estos 40 días, tendremos un encuentro por Zoom (6:30 AM).

Tema: Vive como Elías – 40 Días de Oración 2025
Cada semana, el miércoles.
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