«Luego dijo a su criado: “Sube ahora y mira hacia el mar”. Él subió, miró y dijo: “No hay nada”. Pero Elías le ordenó de nuevo: “Vuelve siete veces”» (1ª de Reyes 18: 43).
Elías oró por lluvia con la misma fe que cuando oró pidiendo fuego del cielo. Pero nada sucedió.
No había ninguna nube en el cielo. Fue una dolorosa prueba de fe. Una cosa es ejercitar tu fe, con valentía, frente a una multitud. Eso da miedo y es difícil. Elías podría haber perdido la vida. Pero orar en secreto, por lo que Dios ya te dijo que sucedería, y no recibir nada, es peligroso. Elías podría haber perdido su fe.
Pero Elías siguió orando y enviando a su criado para comprobar si, al otro lado del mar Mediterráneo, había alguna señal de nubes que se acercaban. Elías no se rindió. ¿Por qué? Porque le estaba pidiendo a Dios que hiciera lo que había prometido hacer. Dios había prometido traer lluvia y Elías estaba decidido a orar hasta que Dios cumpliera su promesa.
«A la séptima vez el criado dijo: “Veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar”. Elías dijo: “Ve y dile a Acab: ‘Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te lo impida’”» (1ª de Reyes 18: 44).
Evidencia pequeña, fe grande
Elías oró hasta que Dios le concedió una mínima evidencia de que estaba respondiendo a su oración. La evidencia era escasa: solo una pequeña nube. Pero era suficiente para un hombre que creía que Dios cumplía lo que había prometido.
Elías envió inmediatamente a su criado para advertir al rey: «Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te lo impida» (versículo 44). Elías volvió a arriesgar su reputación al ordenar al rey que interrumpiera la comida, recogiera sus cosas y bajara de la montaña antes de que llegara la lluvia…
¡Incluso antes de que cayera una gota!
Elías obró por fe. Vivió por fe en el poder de Dios para hacer lo imposible. Al dar un paso por fe, Dios lo honró. «Entre tanto, aconteció que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo un gran aguacero. Subió a su carro Acab y se fue a Jezreel» (versículo 45).
Debemos escuchar el sonido de la lluvia antes de que llegue. «En los postreros días —dice Dios—, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños» (Hechos 2: 17) «Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado» (Hechos 3: 19-20).
Medita
«Mediante vuestras oraciones fervientes de fe podréis mover el brazo que mueve al mundo. Podéis enseñar a vuestros hijos a orar efectivamente al estar arrodillados a vuestro lado. Elevad oraciones al trono de Dios» (Elena de White, La oración, página 75).
En la práctica
- Tu testimonio de perseverancia en la oración es poderoso. Conversen hoy en familia sobre las bendiciones que Dios les ha dado, y alábenlo juntos.
- Pídele a Dios que traiga a tu mente el nombre de una persona por la que debes orar esta semana.
Participa en las reuniones por Zoom
Cada miércoles de estos 40 días, tendremos un encuentro por Zoom (6:30 AM).
Tema: Vive como Elías – 40 Días de Oración 2025
Cada semana, el miércoles.
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