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Las agujas del reloj aún no llegan, por más que se esfuercen, a las ocho de la mañana. Estamos detrás del escenario del IV Camporé Sudamericano de Conquistadores. Es viernes 10 de enero de 2014. Siempre sonriente y cordial, el pastor Tejel se sienta para la entrevista.  Su historia es particular. Se graduó como Ingeniero Agrónomo pero sintió el fuerte llamado de estudiar Teología. Es esposo de Daniella y padre de dos conquistadoras (Astrid y Édera). Ama la naturaleza y durante toda su vida trabajó con los jóvenes. Fue pastor de jóvenes en Barcelona y en Valencia. Luego, fue líder JA y del Club en la Unión Española. Desde 2005, es el encargado de liderar a los conquistadores de todo el mundo.

Agencia Sudamericana de Noticias (ASN): Cuéntenos sus primeras impresiones de este gran evento.

Jonatan Tejel (JT): La verdad, estoy muy contento. Ya vamos por el tercer día y hay un muy buen clima general. Y tanta gente. Este es uno de los eventos más grandes del mundo a nivel conquistadores. Solo es superado por el camporé de la División Norteamericana, que en su última edición, en 2009, reunió a 36.000 conquistadores. O sea, unos mil más que aquí. Este año, en agosto, se realiza nuevamente y esperan unas 40.000 personas. Así que podemos decir, sin duda, que es el segundo más grande.

ASN: Recién lo vi hablando con Gabriela, una conquistadora de 11 años de un Club de Manaos (Brasil) que nos deleitó a todos con una interpretación musical. ¿Qué le llama la atención de los conquistadores de Sudamérica?

JT: Que tienen unos talentos tremendos. El niño de aquí me impresiona en muchas facetas, como la de la predicación. Lo hacen de una manera extraordinaria. Yo recuerdo cuando tenía la edad de Gabriela y nunca me animé a cantar, predicar, ni menos a subirme a un estrado ante tanta gente. Yo veo que aquí hay niños que se ponen en pie y mandan unos mensajes poderosos. El Señor está bendiciendo grandemente a los conquistadores de este lugar.

ASN: ¿Cómo fueron sus experiencias como conquistador?

JT: Me gustaban mucho las experiencias en la naturaleza. Las salidas, las caminatas y todo lo relacionado con el aire libre, las plantas y los animales. Mi padre era pastor así que fui adventista desde pequeño. Tuve ese privilegio. Pero, evidentemente, hay ciertas complicaciones que se generan en los hogares de los pastores. Fui un niño un poco rebelde a veces y no me gustaban las imposiciones. Pero seguía en la iglesia por el ejemplo de mis padres, que la verdad eran líderes extraordinarios. Mi mama fue muchos años directora del Club. Mi club se llamaba Madrid Alenza, que era el nombre de la iglesia. En esa época no tenían nombre de animales o cosas como ahora tienen. Pero las patrullas (o sea, las unidades) sí tenían nombres. La mía se llamaba “Los guepardos”, porque teníamos fascinación por ese animal. Tenía 11 años. Creo que aún sigo siendo un niño rebelde (risas), pero en el buen sentido porque no me gusta que se impongan normas que no tengan una explicación ni una base bíblica.

Aun así, podría decir que mi vida cambió a los 19 años cuando sentí el llamado de Dios. Fue algo muy fuerte, es una experiencia que nunca podré olvidar en la vida porque duró meses. Estaba yo muy involucrado en las actividades de la iglesia, era el director de jóvenes y estaba estudiando ingeniería agrónoma. A mí mismo me decía que ya hacía suficiente y rechazaba esa voz que decía que debía hacer algo más. Así que decidí ser pastor. Sentí una paz muy grande y una seguridad de que lo que estaba haciendo era lo que tenía. Terminé mi carrera de Agronomía y a los 24 años empecé mi carrera de Teología.

ASN: ¿Qué diferencias y similitudes encuentra entre los distintos clubes del mundo?

JT: La diferencia principal es la variadísima cantidad de actividades, porque en algunos países no pueden hacer cosas que sí se hacen en otros, como por ejemplo, las marchas. Debido a connotaciones militares y demás, es muy malo hacerlas en ciertos lugares. Y lo que une a todos los conquistadores del planeta es el plan de clases progresivas, que es la base de nuestra filosofía. Esto es igual en todo el mundo y es la herramienta para el crecimiento integral.

ASN: ¿Qué cosas marcaron su ministerio y le llamaron la atención de los clubes del mundo que visitó?

JT: Podría mencionar varias, pero me quedo con dos. Una ocurrió en Chile. Llegué por la noche al aeropuerto y cuando me fueron a buscar me dijeron que teníamos que ir a visitar un lugar. Yo estaba cansado y me preguntaba a dónde iríamos. Eran más de las diez de la noche. Me dijeron: “Pastor, no vamos a visitar una iglesia que tiene un Club. Vamos a visitar un Club que tiene una iglesia”. Fue sorprendente. Fuimos a uno de los barrios más peligrosos de la ciudad de Santiago. Allí, un grupo de Guías Mayores dejó su iglesia original para establecer otra en ese lugar. Empezaron con actividades de Club para los niños y terminaron haciendo una iglesia, que funcionaba en la casa de un hermano adventista. Nunca lo olvidaré porque usaron el Club como una herramienta para evangelizar. Y esto es lo que deberían hacer todos los clubes.

Otra cosa que me impacto ocurrió en Colombia. Estábamos en un camporé me llevaron a visitar un campamento. Pregunté porque me llevaban allí y me dijeron: “Pastor, ninguno de los niños de este club es adventista”. Recuerdo que el Club se llamaba Los Tiburones. Esto debe recordarnos que el club no es solo para que los niños se diviertan. O sea, está bien que se diviertan sanamente porque son niños y se tiene que divertir. Pero el objetivo principal es otro. Ellos tienen que descubrir y conocer a Dios. Ellos tienen que ser formados como líderes. Hoy atravesamos una crisis de liderazgo en el mundo. No existen líderes como Abraham Lincoln. Pero si nos ponemos en las manos de Dios, podremos formar ese tipo de líderes.

ASN: Si tuviera que hacer un ranking con las cinco cosas que más le gustan del Club, ¿Cuáles serían?

JT: Bueno, eso es algo que nunca lo hice (risas)

ASN: Entonces hoy es un buen día para empezar…

JT: Sí, me parece muy bueno… a ver… en el puesto cinco pondría que el Club te da la oportunidad de aprender un montón de cosas, como las especialidades. En algunos lugares del mundo te ganas las especialidades del mismo modo que ganas un premio cuando abres la caja de cereales. De la nada, obtienes como 15… y la pones a lucir en tu banda. Esto no debe ser así. Hay que estudiar y saber bien del tema para obtener la especialidad. La obtienes porque la mereces. De paso, no me gusta mucho llevar la banda porque a veces uno puede confundirse y ser orgulloso. Los líderes no estamos para que nos vean como individuos condecorados sino como gente humilde que está dispuesta a servir.

En el puesto cuatro colocaría la diversión sana. No es lo más importante, pero si voy al Club es para pasarlo bien. No voy porque me obligan mis padres.

En el tercer puesto digo que ir al Club te brinda la posibilidad de tener una experiencia de liderazgo. Por ejemplo, ser capitán de la unidad. Eso es la iniciación del liderazgo.

En el puesto dos iría el estudio de la naturaleza, que es el segundo libro que Dios nos dio para que encontremos las evidencias de la creación.

Y, sin duda, en el primer puesto está lo más grande que te otorga el Club: un conocimiento permanente de Cristo y un crecimiento espiritual.

ASN: ¿Qué mensaje puede dejar para los líderes de los clubes de Sudamérica?

JT: Básicamente les diría que no se desanimen. Sé lo que es ser líder en una iglesia. Como laico trabajé como director de Club y como líder JA. Sé de los problemas. Sé que es maravilloso trabajar con niños pero que a veces es complicado. No solo por los niños, sino también por los padres.

Otra cosa: No se aprovechen de su posición para imponer cosas ni abusar de la autoridad. Tal vez el niño obedece por su corta edad y porque no se rebelará, pero si no está convencido de lo que le decimos, cuando sea más grande dejará la iglesia. Por eso, fundamenten todo lo que dicen con la Biblia.

También les diría que los desafío a ser líderes honestos y puros y a que ejerzan una buena influencia en los niños. Sean líderes de buena influencia y sigan los pasos de Cristo, en resumen, esto es el discipulado.

Las agujas del reloj siguen corriendo. El pastor Tejel nos regaló 24 minutos de su precioso tiempo. Sin duda, al leer los claros y certeros consejos que dejó, todos saldremos enriquecidos.

“Creo que sigo siendo un niño rebelde”

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Revista Adventista de España