He escuchado sobre crisis económicas desde que era niño y en más de una ocasión he visto cómo se derrumba la fortuna de algunas familias. Pero los escenarios de crisis financiera no han terminado. Hoy seguimos oyendo de situaciones muy complicadas en el ámbito monetario. Especialmente en Europa se escuchan preocupantes datos de una crisis económica que lleva ya varios años golpeando a la sociedad. ¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Tiene la Biblia alguna recomendación sobre esta cuestión?
El capítulo 41 del Génesis cuenta la historia de una de las peores crisis económicas que se padeció en el Medio Oriente. Todo comenzó con un sueño que Dios le reveló al faraón de Egipto, donde aparecían siete vacas gordas, que después eran devoradas por siete vacas flacas; también aparecían siete espigas hermosas que eran engullidas por siete espigas marchitas y feas. El gobernante egipcio se llenó de temor y quiso conocer el significado del sueño. Pero ninguno de sus adivinos y magos logró hacerlo. Entonces, alguien recomendó a José, un joven hebreo encarcelado injustamente. De inmediato, lo mandó llamar y le planteó el asunto.
José le respondió que ambos sueños significaban lo mismo: habría siete años de prosperidad y siete de hambre. Entonces, le recordó que Dios había tenido misericordia al mostrarle el futuro y le aconsejó: «Por tanto, es necesario que el faraón se provea de un hombre prudente y sabio, y que lo ponga sobre la tierra de Egipto. Haga esto el faraón: ponga gobernadores sobre el país, que recojan la quinta parte de las cosechas de Egipto en los siete años de la abundancia. Junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, recojan el trigo bajo la mano del faraón para mantenimiento de las ciudades y guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre» (Génesis 41: 33-36). Asombrado por las palabras del joven hebreo, lo puso a cargo del gobierno egipcio y le dio autoridad para tomar grandes decisiones. Egipto superó la crisis de manera exitosa.
De este relato se desprenden importantes lecciones para la vida práctica. Veamos algunas de ellas.
1. La crisis revela el carácter. Tanto en los tiempos de prosperidad como en los críticos, la manera en la que respondemos ante dichas situaciones revela de qué estamos hechos. Nunca es fácil enfrentar una crisis. Estos escenarios pueden conducirnos a mostrar nuestro peor ángulo emocional, que es especialmente dañino para nuestra familia. Aquí es bueno observarnos para evaluar nuestras propias reacciones y conocer nuestras debilidades y fortalezas.
2. En la vida hay altas y bajas financieras. Es falso que siempre nos vaya bien económicamente, asimismo, tampoco es verdad que estemos condenados a una bancarrota constante. Los extremos son muy peligrosos. Como lo muestra el relato bíblico, en realidad, “todo lo que baja tiene que subir”. Por eso no es sabio invertir el dinero pensando que en todo momento estaremos acompañados de una burbuja de bienandanza o dejar de invertirlo porque consideramos que siempre estaremos en la ruina.
3. Es muy importante ejercer un liderazgo eficaz y tomar las decisiones más sabias sin perder tiempo. José le advirtió al faraón que tenía que actuar pronto. Y así lo hizo el gobernante. Tomó decisiones oportunas sin dejar pasar el tiempo de prosperidad. Tal vez esa es la clave de la salvación financiera de Egipto. Muchas veces, la indecisión y el titubeo en estas cuestiones deja ir grandes oportunidades que habrían representado la recuperación económica. Cuando se administra dinero no es lo mismo tomar la misma decisión en diferentes momentos.
4. Buscar el consejo de la persona más capacitada. El gran mérito del faraón es haber puesto a un lado su orgullo, su nacionalismo y su preferencia personal a la hora de buscar a un administrador de su dinero. Más bien, eligió al más capaz aunque fuera un extranjero que no compartía con él costumbres, religión o alimentación. ¡Pero era el más competente! Los nepotismos, amiguismos y favoritismos laborales destruyen a las empresas más poderosas. Solo es cuestión de tiempo. Asimismo, una familia que busca una asesoría financiera profesional invierte sabiamente el poco o mucho dinero que tenga.
5. Las vacas gordas no son para toda la vida. De ahí la importancia de prever tiempos difíciles a la hora de administrar el dinero. El relato bíblico destaca que hay que ahorrar en tiempos de prosperidad. Esta es una práctica que todos, incluyendo a los niños, tienen que aprender. Además, es muy importante calcular bien las deudas que vamos a contraer, no asumir riesgos innecesarios o muy altos y no gastar más de lo que ganamos.
6. Hay que aprender a ser generosos con los que menos tienen. Gracias a José, Egipto se convirtió en el principal abastecedor de alimentos para los pueblos vecinos. Incluso, el joven hebreo tuvo piedad de sus hermanos, quienes tanto daño le habían causado al venderlo como esclavo a unos ismaelitas que lo llevaron a estas tierras. Pero ahora las cosas habían cambiado, aunque eso no lo privó de mostrar generosidad a los suyos.
7. Las vacas flacas no son para toda la vida. Las crisis también se superan y vuelven tiempos mejores. José le recordó al faraón que la crisis no sería eterna. No había por qué asumir actitudes catastrofistas y entrar en estados depresivos. Una crisis económica demanda esfuerzo, valentía y buena actitud. Por eso necesario ser pacientes y no tomar decisiones extremas en tiempos difíciles. Sin embargo, en el relato bíblico se observa que mucha gente no se preparó para enfrentar la crisis y se tiene que deshacer de todas sus posesiones. La pregunta es: ¿Qué le hizo al dinero durante los tiempos de prosperidad?
8. Los hijos de Dios pueden prosperar aun en medio de las crisis económicas. Uno de los momentos más críticos de la historia de Egipto le sirve a José para escalar a la primera magistratura del país más poderoso del mundo, librar del hambre a esta nación y salvar a su propia familia. Por si fuera poco, enriqueció al Faraón de manera significativa. Además, gracias a eso, pudo dar a conocer el poder de Dios.
9. Dios es quien da la capacidad de administrar correctamente el dinero. Dice Deuteronomio 8: 18: «Acuérdate de Jehová, tu Dios, porque él es quien te da el poder para adquirir las riquezas, a fin de confirmar el pacto que juró a tus padres, como lo hace hoy». Mateo 6: 24 nos recuerda que no hemos de hacer del éxito financiero una prioridad, más bien, es necesario buscar en primer lugar fortalecer los vínculos con el Padre celestial para cumplir el propósito por el que estamos en este mundo (6: 33).
Nuestro paso por este mundo es demasiado fugaz. Son muy pocos años los que estamos en esta tierra. ¿Cómo hemos de vivirlos? ¿Acaso sumidos en angustiantes momentos a causa de malas decisiones financieras o en medio de profundas frustraciones de oportunidades perdidas a causa de las crisis económicas? Jesús quiere darte un nuevo escenario, lo cual incluye el ámbito financiero. Déjalo actuar en tu vida. Su promesa no falla: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10: 10).
Interesante artículo. Lástima que no lo hayan leído, en su tiempo, los dirigentes de la UAE y se hubiera evitado la deuda monumental en la que se encuentra actualmente la Iglesia Adventista Española…
https://spectrummagazine.org/cafe_hispano/2014/02/27/la-uni%C3%B3n-adventista-de-espa%C3%B1a-informa-las-iglesias-y-estas-responden
Muy buen articulo, interesante para aplicarlo a nuestra vida cotidiana, saludos