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Dios, el Creador del Universo, diseñó de manera sorprendente nuestro sistema de defensas. Las células del sistema inmune se encuentran patrullando por todo nuestro cuerpo, reconocen lo propio de lo extraño y nos defienden de la invasión de microorganismos como bacterias, virus y hongos; además de detectar y destruir células tumorales. El 70 % de las células del sistema inmune se encuentra en el tubo digestivo. Otras, están presentes en la piel, la que nos separa del mundo exterior.

La inactividad física, obesidad y síndrome metabólico

La inactividad física, la obesidad y el síndrome metabólico se asocian con la disfunción del sistema inmune y la mala respuesta antiviral. La buena noticia es que la medicina del estilo de vida actúa en los tres niveles de prevención de la COVID-19: prevención primaria (disminuyendo el riesgo de infección), prevención secundaria (optimizando los resultados de la vacunación) y prevención terciaria (ayudando a los pacientes en la rehabilitación y la recuperación de la capacidad respiratoria).

Los enfoques de prevención secundaria, centrados en el desarrollo de vacunas, llevan su tiempo. Este hecho hace que sea aún más urgente vivir y disfrutar los beneficios de la prevención primaria.

A los 10 minutos de ejercicio

Es posible conservar la salud inmunológica, realizando de 150 a 300 minutos de ejercicio físico moderado por semana y manteniendo el peso corporal en los niveles recomendados. Tan solo a los diez minutos de iniciada la actividad física, se observa una migración de células del sistema inmune de la circulación a los tejidos, lo que confiere mayor actividad contra patógenos. De manera interesante, un estudio demostró que, frente a la vacunación contra la influenza en personas de edad avanzada, el ejercicio aumentó de manera significativa (de 4 a 5 veces) la respuesta inmunitaria a la vacunación.

Los ensayos clínicos epidemiológicos y aleatorios respaldan una reducción del 40 al 45 por ciento en los días de enfermedad con infecciones respiratorias agudas en aquellas personas con actividad aeróbica casi diaria, en comparación con quienes tenían comportamiento sedentario.

La importancia del microbioma gastrointestinal

La siguiente medida que se debe implementar se relaciona con la comida. El microbioma gastrointestinal juega un rol fundamental en la homeostasis y la respuesta inmune adecuada. Las personas con alimentación basada en vegetales tienen mayor diversidad microbiológica, resistencia a la colonización y mejor respuesta inmunológica. Por otra parte, mantienen la integridad de la mucosa y tienen producción de ácidos grasos de cadena corta, que son preventivos contra enfermedades cardiovasculares.

Actualmente, el microbioma intestinal es el nuevo blanco para prevenir y tratar las enfermedades. Se prevé que para 2030 una de cada dos personas tendrá obesidad en los Estados Unidos. Se sabe que la obesidad está asociada a la inflamación sistémica y que es un factor de riesgo para hospitalización por algunas enfermedades, como el COVID; ya que presenta una respuesta disminuida frente a la vacunación por influenza, y aumenta la gravedad y la duración de las infecciones virales.

Optimismo y relaciones sociales

Un tercer aspecto, y no por eso menos importante, son el optimismo y las sanas relaciones sociales. La Biblia dice que «el corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos» (Proverbios 17:22). La risa es salud, y así lo han demostrado las investigaciones científicas. Además, tener buena conectividad social tiene múltiples beneficios.

Sin duda, más allá de todo esto, debemos descansar bien (entre 7 y 8 horas, los adultos), controlar nuestro estrés y renovar diariamente nuestra confianza en Dios, la Fuente de la vida y el Creador del sistema inmunitario.

Autor: Jhony De La Cruz, médico, profesor e investigador universitario en la Facultad de Medicina Humana de la Universidad Ricardo Palma, en Lima, Perú.

Publicación original: Cómo elevar las defensas

Revista Adventista de España