Skip to main content
Parte del equipo de estudiantes del verano 2025. Barcelona.

Parte del equipo de estudiantes del verano 2025. Barcelona.

Durante el verano de 2025, las calles de Barcelona se convirtieron en escenario de milagros modernos. Entre libros, sonrisas y oraciones, un grupo de jóvenes colportores sembró esperanza, y Dios transformó vidas de manera tangible: desde una mujer atrapada en la depresión hasta un hombre marcado por el dolor y la pérdida.  Son historias que demuestran que Dios sigue obrando milagros en el siglo XXI. Los corazones siguen abriéndose a Su voz, cuando los cristianos permitimos al Espíritu Santo obrar a través nuestro. Una experiencia inspiradora que tú también puedes experimentar. 

De junio a septiembre, Barcelona fue escenario de una hermosa campaña de colportaje misionero. Un grupo de jóvenes estudiantes dedicó su verano a compartir esperanza a través de los libros y a sembrar el mensaje del Evangelio en las calles, negocios, parques y plazas.

Dios se manifestó poderosamente durante esos meses. Historias de transformación, encuentros providenciales y corazones tocados por el Espíritu Santo mostraron que los milagros no son cosa del pasado.

Entre esos milagros, destacan dos testimonios que se cruzaron providencialmente en la misma ciudad: el de Silvia Sandoval, una colportora de corazón, y el de Miguel Ángel Lago, un hombre que descubrió que el amor de Dios puede sanar incluso las heridas más profundas. Son las dos caras de la acción del Señor sobre el corazón humano: la de quien da el mensaje y la de quien lo recibe. Ambas,  inspiradas por el Espíritu Santo. 

Silvia Sandoval: una sonrisa que abrió el cielo

Durante la campaña de colportaje en Barcelona, Silvia Sandoval fue instrumento de Dios para alcanzar a muchos. Durante varias semanas trabajó en la misma zona, saludando con alegría a cada persona que pasaba, sembrando sonrisas y bendiciones.

A mediodía, acostumbraba a tomarse un breve descanso en un banco del parque: colocaba los libros a un lado, bebía agua y elevaba una oración pidiendo fuerzas para continuar y, sobre todo, que el Señor enviara a alguien con el corazón dispuesto a recibir Su mensaje.

Una tarde, una mujer de unos 45 años se acercó tímidamente y le preguntó si podía sentarse a su lado. Silvia accedió con amabilidad. La mujer, que se presentó como Julia, le confesó que la había observado varias veces y que deseaba saber qué hacía con los libros.

Silvia le explicó el propósito de su ministerio y el contenido de cada material, hasta llegar al libro El camino de la felicidad. En ese momento, Julia exclamó emocionada: «¡Es esto! Esto es lo que hace que tengas esa luz especial. Tu sonrisa y tu mirada transmiten paz y esperanza». Entonces rompió en llanto. Le contó que estaba sumida en una profunda depresión, sin empleo, y que había intentado quitarse la vida dos veces.

Silvia la escuchó con ternura, compartió con ella promesas bíblicas y le habló del amor de Jesús, quien nunca abandona a sus hijos. Al final oraron juntas, derramando lágrimas de consuelo y fe.

Al percibir su difícil situación, Silvia decidió regalarle un libro, confiando en que el Espíritu Santo continuaría la obra.

Esa misma tarde, al reanudar su labor, Dios la bendijo sobrepasando su meta diaria. Pero más allá de los resultados materiales, lo que realmente llenó su corazón fue ver cómo una sonrisa y una oración abrieron el cielo para una vida necesitada de esperanza.

«Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Josué 1:9).

Miguel Ángel Lago: Dios tiene un propósito para nuestra vida

La familia de Miguel Ángel Lago, huérfano a los 7 años.

La familia de Miguel Ángel Lago, huérfano a los 7 años.

En la misma ciudad donde Dios transformó la vida de Julia, también obró otro milagro: el de Miguel Ángel.

Nacido en La Coruña, Galicia, era hijo de pescador. Su vida estuvo marcada por el dolor desde temprana edad: perdió a su madre a los cuatro años y a su padre, ahogado en el mar, a los siete.

Las palabras que escuchaba entonces «Dios se los llevó» sembraron en su corazón una imagen distorsionada del Creador.

Huérfano, fue enviado a Inglaterra a vivir con su tío, en un barrio de inmigrantes al norte de Londres.

Allí sufrió maltrato físico y emocional por parte de su tía. Buscando protección, se unió a una pandilla y abandonó la escuela a los quince años.

A los dieciocho, huyendo del peligro, regresó a España intentando comenzar de nuevo.

Trabajó como vigilante, pero el vacío interior lo llevó a intentar quitarse la vida provocando un accidente de moto a más de 200 km/h. Sobrevivió al coma y comenzó una guerra abierta contra Dios.

Más tarde, en Holanda, sufrió un derrame cerebral que lo dejó paralizado. Los médicos aseguraron que no volvería a caminar, pero con esfuerzo y fe, tras tres años de rehabilitación, logró levantarse.

Miguel Ángel Lago

Miguel Ángel Lago

En 2019 regresó a España y fue diagnosticado con un tumor maligno en el pulmón. La cirugía y la quimioterapia fueron duras, pero nuevamente la mano divina intervino: Miguel Ángel fue sanado.

Tiempo después comenzó a escuchar una voz interior que le decía: «Debes hacer las paces con Dios». Poco después su esposa se marchó, y en medio del dolor cayó de rodillas por primera vez para orar sinceramente.

Al día siguiente decidió buscarla, y juntos asistieron a una iglesia adventista en Barcelona. Aquel sábado escuchó un mensaje que parecía dirigido directamente a él. El predicador era Cristian Vega, líder de la campaña de colportaje en Barcelona y mentor de los jóvenes que participaron durante todo el verano.

Dios usó ese encuentro para cambiarlo por completo. Miguel Ángel comprendió que el Señor nunca lo había abandonado, que Él había estado a su lado en cada accidente y cada pérdida, e inició el camino de la reconciliación.

Hoy, agradecido y renovado, ha decidido entregar su vida a Cristo mediante el bautismo.

Su testimonio es una prueba viva de que los milagros siguen ocurriendo. Dios aún restaura, sana y llama a las personas por su nombre.

Dos historias, una ciudad y un mismo Dios.

Durante el verano, mientras un grupo de jóvenes colportores sembraba esperanza por las calles de Barcelona, el cielo estaba escribiendo historias de salvación. Silvia fue instrumento del Espíritu Santo para alcanzar corazones. Miguel Ángel y Julia fueron algunos de los muchos que experimentaron el toque divino de Dios.

Estos testimonios confirman que los milagros del siglo XXI son reales y que Dios sigue obrando poderosamente en quienes están dispuestos a escuchar Su voz y responder con fe.

Hoy, más que nunca, necesitamos corazones valientes dispuestos a unirse a la obra del colportaje. Cada nuevo colportor se convierte en un canal de esperanza, un sembrador de luz y un testigo del poder transformador de Cristo.

Si sientes el llamado a servir y ser parte de esta maravillosa misión, no esperes más. Escribe a publicaciones@adventista.es y deja que el Señor te utilice como un instrumento para llevar a otros a Él.

Dios está buscando manos dispuestas y corazones valientes para alcanzar a los que necesitan Su mensaje de salvación. Porque aún hoy, Cristo sigue transformando vidas. ¡Maranata!

Autor: Marcelo Frazão, director de, Depto. de Publicaciones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.

 

Leave a Reply