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El grupo de voluntarios con los niños del campamento. Foto: cortesía de APM

El pasado mes de agosto 2014 tuvo lugar el tercer campamento solidario “Nacidos para servir”, organizado por la Asociación Adventista para la Mujer (APM) y ADRA-Moldavia. Todo aconteció en la ciudad de Vatra Dornei, Conferencia de Moldavia, al este de Rumanía.

Desde España, un grupo de voluntarios emprendió el viaje, llenos de ilusiones y de proyecciones sobre la experiencia que iban a vivir esos siete días, desde el lunes 25 de agosto, hasta el domingo de esa misma semana. El número de niños asistentes al campamento ascendió a 32, y sus edades estaban comprendidas entre los 7 y los 16 años.

Conforme iba pasando la semana, todos, monitores voluntarios y participantes se fueron conociendo unos a los otros. Hubo tiempo para disfrutar con actividades divertidas y juegos, pero también hubo tiempo para aprender con reflexiones que les enseñaron grandes lecciones sobre la vida, el amor, la amistad, la paz… También tuvieron actividades en las cuales los niños practicaron nociones básicas de español y de geografía de España, y otras para aprender canciones y cantar todos a una misma voz tanto en rumano, como en español.

Finalmente llegó el día de sábado, que, según todos los participantes y voluntarios, fue uno de los días más bonitos y al mismo tiempo de los más tristes. Bonito, porque los niños hicieron el programa en la iglesia adventista del séptimo día en Vatra Dornei.  “Sus voces sonaron espectacularmente en las canciones y sus sonrisas no dejaron de brillar ni un instante. Por un momento, parecía como si toda la historia que llevaban a sus espaldas hubiera desaparecido. Se veía felicidad, alegría y serenidad en sus rostros. Fue algo indescriptible, realmente hermoso y precioso”, comentó una de las voluntarias.

Exposición de trabajos del campamento. Foto: cortesía APM

Exposición de trabajos del campamento. Foto: cortesía APM

Pero ese día también hubo algo de tristeza, ya que llegó el momento de la despedida. Esta se realizó con una gran fiesta de juegos y comida, en la que cada niño recibió una ofrenda personal de algunos de los voluntarios, consistente en una mochila escolar.

Aunque el campamento había terminado, el recuerdo siempre perduraría en la mente de todos los voluntarios y participantes. La tarea había concluido, la obra encomendada también. Sin embargo al saber que este trabajo formaba parte de ser misionero, todos los que han participado de este viaje-campamento solidario sueñan con no dejar nunca de serlo y seguir sirviendo al prójimo.

Una escritora cristiana y co-fundadora de la Iglesia Adventista en el s. XIX, Elena G. de White escribió sobre el servicio: “Dios espera un servicio personal de cada uno de aquellos a quienes ha confiado el conocimiento de la verdad para este tiempo. No todos pueden salir como misioneros a los países extranjeros, pero todos pueden ser misioneros en su propio ambiente para sus familias y su vecindario.”— Testimonies for the Church 9:30.

Con estas líneas y entendiendo la esencia de este mensaje de la escritora, Sara concluye: “Esperamos llegar a “ser misioneros en nuestro propio ambiente para nuestras familias y vecindario”. Pero no podemos dejar de anhelar tener la oportunidad de repetir la experiencia vivida en Vatra Dornei muy pronto, lo antes posible”.

Revista Adventista de España