(Viernes negro, o sábado blanco?)
No te apartes del día de descanso, ni hagas negocios en mi día santo. Llama al día descanso “día de alegría”, “día del santo del Señor” y “día de respeto”. Respeta el día de descanso; en ese día no viajes, no trabajes, ni digas tonterías. (Isaías 58:13, PDT)
Aún teníamos los olores y los sabores de la cena de Acción de Gracias cuando comenzó el espectáculo. La sede en Michigan de una famosa cadena de tiendas de tecnología estaba a rebosar. Se había desatado el ansia por consumir y los carros de compra (jamás carritos por sus dimensiones) estaban abarrotados de cosas. Siempre cosas, solo cosas. Portátiles (para ellos notebooks), móviles (para ellos celulares), televisores (¿por qué seguimos midiéndolos en pulgadas cuando lo más adecuado serían palmos?), tabletas (nada de chocolate, puro silicio) y, por supuesto, videojuegos (que el homo ludus necesita para recargar sus baterías con escapismo sangriento a resolución retina). Era el esperadísimo y superaprovechado “Black Friday” (“viernes negro”), el día en que el anhelo de posesión se hace vírico y la diosa Consumo recibe loores y adoración en éxtasis colectivos. ¿Exagerado? Me remito a un par de datos. En 2013, en Estados Unidos, 141 millones de personas se gastaron en un solo día la cantidad de 57000 millones de dólares (48340 millones de euros a cambio de esta semana). En España, una media de 300 millones de euros en un día el año pasado. Muchas cosas se pueden comprar con esas cifras, ¿no?
Así “Black Friday” se ha convertido en un símbolo de un estilo de vida, de una manera de concebir la existencia: el consumo por el consumo. Como muchos otros males integrados en nuestra cotidianidad espiritual (afán por el escapismo mediático, infoxicación, superficialidad intelectual, tiranía de la subjetividad y economización de toda la vida), no se puede cuestionar demasiado sin recibir miradas distantes e, incluso, con algún desdén. Me atrevo, sin embargo, a afirmar, aunque sea con la boca pequeña, que ese no es un estilo de vida cristiano. Es más, Cristo lo dio todo un viernes demostrando que lo que más importa no son las cosas sino las personas. Vamos que por ahí, por los senderos del mercado, no vamos bien.
Te propongo, por contraste, un “White Shabbat” (“sábado blanco”), un tiempo en que nuestro foco abandona los rigores del trabajo semanal y se concentra en aquellos a los que amamos de verdad. No, no hablo de consolas con decenas de botoncitos o televisores de 30 palmos. Hablo de tu Dios, de tu familia, de tus amigos, de tus hermanos de iglesia, de tus vecinos, de tus desconocidos. Hablo de quitarnos el lastre de los objetos y sus cosificaciones, y encontrarnos con nosotros mismos tanto en soledad como en compañía. De igual manera que un “Black Friday” oscurece nuestra perspectiva, el “White Shabbat” debe clarificar el sentido de nuestras vidas para que despeguen de lo material y disfruten de lo trascendente. Es como si Dios nos volviera a decir: “Ten en cuenta el ‘White Shabbat” y márcalo como un día especial, que así te lo propongo. Durante seis días a la semana te dedicarás a trabajar, pero el ‘White Shabbat’ es una pausa que dedicas al Jefe, tu Dios. No trabajarás en ese día ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni aquel que te sirve, ni aquella que te sirve, ninguno de tus animales, ni siquiera tus mascotas, tampoco el inmigrante que vive en tu entorno. Así que tus subordinados deberán hacer una pausa de sus actividades al igual que tú. Recuerda que fuiste esclavo de Consumo, y que el Jefe, tu Dios te saco de esa situación gracias a su gran poder y fuerza. Así, el Jefe, tu Dios te propuso respetar el ‘White Shabbat’.”
A lo mejor eso de Apocalipsis 14:9 iba de los seguidores del “Black Friday” frente a los seguidores del “White Shabbat”. A lo mejor nos estaba anticipando dos maneras que existen de comprender el mundo. Por un lado, los que ponen el eje en ellos mismos y en sus cosas (léase egocentrismo y materialismo) y los que ponen el eje en los demás y en las personas (léase generosidad y trascendencia). A lo mejor debiéramos alegrar nuestro alma el próximo sábado porque hemos superado un viernes opacador de voluntades. Un sábado siendo más persona.
Víctor Armenteros. Doctor en Teología. Doctorado en Filología Semítica. Máster Universitario en Dirección y Gestión de centros educativos. Responsable del Ministerio de Gestión de vida cristiana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
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