“Jesús dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” (Lucas 9: 62)
Dime, la lectura de este pasaje ¿qué efecto te produce? ¿Verdad que deja un mal sabor de boca? Estas son palabras que Jesús dirigió a aquellos que querían seguirle. No son palabras de ánimo, ni tampoco de esperanza. Pareciera que lo que está haciendo Jesús es cerrar la puerta a los más débiles y abrirla a los fuertes. ¿Qué le pasó a Jesús? La imagen que muestra es la de un hombre duro, exigente e insensible. ¿Por qué digo esto? Porque Jesús está pidiendo un imposible: “No mirar hacia atrás”. ¿Es esto posible? No. Recordemos que para vivir, es necesario mirar hacia atrás y además hacerlo muchas veces. La razón es muy clara, atrás se encuentra nuestra historia con los recuerdos, experiencias, aprendizaje y cómo no, las grandes lecciones aceptadas. Consideremos juntos este tema porque, sin duda, descubriremos cosas interesantes.
¿A DÓNDE MIRAR?
El ser humano tiene 5 posibilidades donde dirigir su mirada. Recordémoslas: Podemos mirar hacia atrás, hacia adelante, al hoy, hacia arriba y hacia abajo. Todas ellas, encuentran en la Biblia alguna recomendación y alguna advertencia. La única mirada que recibe ánimo y estímulo y ninguna recriminación es la de mirar hacia arriba. Veámoslo con algunos pasajes de la Escritura:
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Si en el texto de arriba Jesús nos dice: “No miréis hacia atrás”, en otros lugares nos dice todo lo contrario. Por ejemplo el Señor dirá a través del profeta Jeremías: “Paraos en los caminos, y mirad (…) las sendas antiguas.” (Jer. 6:16). Como podéis ver el Señor nos invita a mirar hacia atrás para encontrar los caminos rectos.
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Pablo en su carta a los filipenses nos dirá: “Ciertamente olvidando lo que queda atrás, prosigo al blanco” (Fil. 3: 13). Aquí se nos invita, no a mirar hacia atrás sino hacia adelante.
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En otro lugar Jesús nos hará otra recomendación: Él dirá: “No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Baste a cada día su afán.” (Mt. 6: 34). Aquí lo que nos dice es que no miremos hacia delante sino al hoy.
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Aún otro pasaje: “No miremos las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales.”(2ªCor. 4: 18). Apelación clara a no mirar las cosas de abajo sino las de arriba.
¿Qué es en realidad lo que el Señor nos quiere decir? ¿Hay que mirar? ¿no hay que mirar? Jesús no se refiere tanto al hecho de mirar sino al cómo, al por qué y al para qué se mira. En el fondo lo que Jesús busca no es ponernos las cosas difíciles sino ayudarnos en nuestra andadura de cada día ya que cada mirada puede facilitar o entorpecer la consecución del reino de Dios.
LA EXPERIENCIA…
Imagínate que dentro de unos días vas a coger tus vacaciones y te encantaría subir una montaña muy alta que está fuera de tu ciudad. ¿Qué tendrías que hacer? por lo menos tres cosas: lo primero es saber dónde se encuentra exactamente la montaña que quieres escalar; después tendrás que proveerte ropa adecuada ya que en las alturas siempre hace mucho frío. Y tercero, tendrás que asegurarte que el coche está en perfecto estado para viajar. Para hacer lo primero necesitarás un mapa, para lo segundo dinero y para lo tercero un mecánico. Creo que esto que estoy diciendo no tiene discusión alguna. Todos entendemos que si no sabes dónde ir, ¿qué camino escogerás?, si no tienes dinero, ¿qué comprarás? Y si el coche no anda, ¿cómo irás? O dicho de otra manera, sin mapa te perderás, sin la ropa adecuada te morirás congelado y sin coche ni siquiera saldrás. Esta es la realidad que todos aceptamos aquí abajo.
Pues bien en la vida de arriba sucede algo parecido y esto es justamente lo que Jesús intenta decirnos. Para alcanzar el reino de los cielos es necesario tener un mapa, (la Biblia), tener la ropa adecuada, (el carácter), y que el automóvil funcione, (el corazón, el estado de ánimo). Cuántos creyentes desean llegar al cielo sin mapa, de cualquier forma y con el ánimo estropeado, y Jesús nos advierte: así no se llega a ninguna parte.
LO BUENO Y LO MALO DE MIRAR HACIA ATRÁS…
Sin duda que el objetivo del creyente es claro y está bien definido: Llegar al reino de los cielos. Y para hacer realidad este sueño se necesita mirar hacia atrás y se necesita hacerlo muchas veces. Lo que Jesús me advierte es que cada vez que mire hacia atrás, debo ser muy selectivo porque una cosa es lo que me pide el cuerpo y otra cosa muy distinta es lo que yo necesito. Por este motivo tenemos que hablar de los peligros de mirar hacia atrás. Cuando uno mira en su pasado, uno se encuentra dos tipos de vivencias, las buenas y las malas, las positivas y las negativas, aquellas que a uno le ayudan a ser persona y aquellas que le deshumanizan. La historia nos muestra cuántos creyentes empezaron a seguir a Jesús, quisieron continuar pero… algo pasó en el camino que les hizo abandonar. ¿Qué fue ese algo? Es muy posible que su abandono se deba a que miró mal hacia atrás. Consideremos dos situaciones posibles:
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¿Qué ocurre cuando te encuentras con una persona que te ha hecho mucho daño? Inmediatamente tu mente mira hacia atrás y en tu mirada encontrará dos alternativas muy distintas: Una, recordar todo lo malo que te ha hecho con pelos y señales; dos, recordar tus propios fallos y ver cómo el Señor te trató. Como puedes suponer cada propuesta creará en ti un estado de ánimo diferente. El primero te hará sentir mal y como consecuencia estarás impelido a actuar incorrectamente, la segunda, te ayudará a ser comprensivo y sabio para tratar a la persona de la mejor manera posible. Por lo tanto dependiendo como mires hacia atrás te detendrás o seguirás.
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Otra posibilidad, cuando surge un problema en tu vida ¿qué haces? Miras hacia atrás y de nuevo dos sugerencias: la una que te dice que no te metas en líos, que no te compliques la existencia, y te plantea preguntas interesantes como: ¿por qué tienes que sufrir? ¿cómo es que te viene esto a ti? ¿dónde está Dios? ¿por qué Dios lo ha permitido?… Pero también puedes considerar cómo Dios ha actuado en el pasado y en tu vida, o que los problemas son los desafíos que Dios usa para que aprendamos sabias lecciones, o que en las dificultades es cuando surgen los milagros… Como puedes ver, de nuevo llegamos al mismo resultado. La primera opción te va a llevar al abandono de los planes que estás realizando. La segunda por el contrario, te animará a seguir adelante.
NUESTRO TEXTO
Querido amigo, seguir a Jesús no es fácil, porque no se trata simplemente de avanzar, se trata de realizar una transformación mientras caminamos. No sólo debemos alcanzar logros en la vida, sino que debemos transformar el viejo hombre en una nueva criatura. Para conseguir esto en muchas ocasiones debemos ir contracorriente, enfrentar desafíos nada fáciles y luchar la lucha más difícil que uno se pueda imaginar, la lucha contra “el yo”. Pero además se añade otro inconveniente y es que todo esto no se produce en un año o dos, sino a lo largo de toda la vida. Te imaginas ¿cuál es el riesgo? Que en ese camino largo te canses, te desanimes y dejes de luchar volviendo a la vida pasada. Hasta aquí todo correcto, el problema es si haciendo esto todavía deseas entrar en el reino de los cielos; y es aquí donde Jesús dirá: No es posible esto.
Lo que Jesús nos dice en el texto de arriba es que debemos aprender a no depender de las cosas materiales, ni de las personas, ni de las circunstancias adversas, debemos depender de Jesús porque él es capaz de hacer tres cosas y hacerlas bien: Guiarnos por el camino, comprar la ropa que necesitamos y hacer que tanto nuestro corazón, como nuestro estado de ánimo sea el optimo para llegar al puerto seguro. ¿Por qué digo esto? Mira el contexto del pasaje y entenderás.
CONCLUSIÓN
Querido amigo, la experiencia cristiana no es fácil para nadie, sobre todo en esos momentos cuando el enemigo te zarandea, pero Jesús te dice que si confías en él, él te sacará de la trampa en la que te encuentres. Por eso una de las afirmaciones más vehementes que Jesús dirige a cada creyente es: ¡Confía! ¡confía! ¡confía! Y todo saldrá bien.
Termino con ese Salmo de David que tanto bien hace a aquel que desfallece por las luchas:. David dirá: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mi en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida. Y en la casa de Jehová moraré por largos días.” (Salmo 23: 4- 6)
Cuando mires hacia atrás, por favor, hazlo para coger fuerzas, para encontrar el camino, para seguir adelante… pero nunca mires atrás para justificar una decisión equivocada.
Que Dios te bendiga.