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adoración¿Qué es la adoración/culto? Una de las definiciones dice que «es la respuesta positiva, sumisa, obediente e integral del hombre redimido a la iniciativa de Dios de revelar sus atributos y acciones, especialmente de creación, redención y providencia».[1]

A continuación, me gustaría compartir algunas características generales e implicaciones de la adoración/culto que agrada a Dios:

1. La adoración/culto que agrada a Dios se basa solo en las Escrituras. No solo en una parte de ellas, sino en toda la Biblia (Lucas 24:27)

Como el principio Sola Scriptura constituye la primera creencia adventista del séptimo día[2], nuestro modelo de adoración/culto debe ser autorizado por la Biblia, porque «las Santas Escrituras son la revelación infalible, suprema y repleta de autoridad… el modelo de carácter, la prueba de la experiencia, el revelador supremo de  doctrinas y el registro fidedigno de los actos de Dios en la historia (Salmo 119:105; Proverbios 30:5, 6; Isaías 8:20; Juan 17:17; 1 Tesalonicenses 2:13; 2 Timoteo 3:16, 17; Hebreos 4:12; 2 Pedro 1:20, 21)».[3]

En la adoración cristiana y «el culto cristiano, Dios es el centro, y no el ser humano».[4] Además de que Dios es el Autor de la vida y de nuestra salvación (Génesis 2:7; Juan 1:1-3; 3,16), «en un culto todo viene de Dios»[5], incluyendo «la iniciativa del culto pertenece a Dios» (Mateo 18:20).[6]

El principio de Sola Scriptura involucra la suficienciade la Biblia para concedernos sabiduría para la salvación (2 Timoteo 3:15). Todas las doctrinas y experiencias deben ser probadas por las Escrituras (Isaías 8:20; Juan 17:17; 2 Timoteo 3:16, 17; Hebreos 4:12).[7] Esto incluye la adoración/culto. Sola Scriptura también implica la supremacía de la Biblia sobre culturas y tradiciones humanas (Mateo 15:3, 6; Colosenses 2:8); ciencias humanas (1 Timoteo 6:20); las emociones humanas y las facultades mentales (Génesis 3:1-6) y la naturaleza (Génesis 3:17, 18).[8]

Canale señala que «entre los diversos proyectos teológicos producidos por las iglesias cristianas, no hay ninguno que se base totalmente en las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento».[9] Las doctrinas de la «inmortalidad del alma», «santificación del domingo”, «predestinación», «una vez salvo, para siempre salvo», «dicotomía entre el Antiguo y el Nuevo Testamento», «antinomismo», «sufrimiento eterno» demuestran cómo los proyectos teológicos evangélicos han sido influenciados y secularizados por la filosofía y las tradiciones. Por lo tanto, «no es seguro tomar prestados estilos litúrgicos de denominaciones evangélicas sin ninguna crítica».[10]

Centralización en el sacrificio de Cristo

2. La adoración que agrada a Dios se centra en el Cordero provisto por Dios y en su único y todo suficiente sacrificio en la cruz.

Isaac le preguntó a Abraham: «Padre mío (…) tenemos el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? Abraham respondió: Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío» (Génesis 22:7, 8). Cristo, el Cordero de Dios, está en el centro de la adoración y culto a lo largo de las Escrituras (Isaías 53:7; Juan 1:29; 1 Corintios 5:7; Apocalipsis 13:8). «En ningún otro hay salvación» (Hechos 4:12), porque «Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras» (1 Corintios 15:3).

El sacrificio único y suficiente de Cristo en la cruz es «el centro de nuestra esperanza. En él debemos fijar nuestra fe».[11] Según las Escrituras, el sacrificio de Cristo no puede repetirse, reproducirse ni rehacerse (Hebreos 9:27, 28; 10:10). Después de su muerte, el Señor «fue sepultado y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1 Corintios 15:4; Lucas 24:46; Romanos 4:25). Y después de «cuarenta días» subió al cielo y «se sentó a la diestra de Dios» (Hechos 1:3; Hebreos 10:12).

El ministerio intercesor de Cristo

3. En la adoración que agrada a Dios, el adorador sigue a Jesús, el Cordero, al Santuario Celestial.

En los últimos días de la historia, los verdaderos adoradores se distinguen de los que siguen a la bestia (Apocalipsis 13:3, 4), como «seguidores del Cordero dondequiera que vaya» (Apocalipsis 14:4, 12).

Esto implica seguir por fe a Cristo, el Cordero de Dios, no solo a la cruz sino también al santuario celestial, donde el Señor resucitado ministra por nosotros como sumo sacerdote (Hebreos 8:1-3; 7:20-28; 4:16) y juez (Daniel 7:9-22; 8:13, 14; Juan 5:22, 23; 2 Corintios 5:10; Hebreos 9:27, 28; Apocalipsis 14:6, 7).[12]

4. En la adoración que agrada a Dios, el adorador entiende la expiación como un proceso bíblico, histórico y secuencial. Es decir, tenemos la expiación prometida, la expiación provista, la expiación aplicada y la expiación realizada.

En la fase de la expiación prometidael pecador ejercía fe en el futuro sacrificio histórico de Cristo en la cruz, simbolizado y tipificado por el sacrificio de los corderos (Génesis 22:7-13; Juan 8:56; Éxodo 29:38, 39). Ya en la etapa de la expiación provista, Jesús, el Cordero de Dios (Juan 1:29), murió en la cruz garantizando el sacrificio expiatorio perfecto (1 Corintios 5:7; 1 Pedro 1:18, 19; 3:18).

Mientras que «la muerte expiatoria y vicaria de Cristo es el corazón de esa expiación; también abarca el ministerio de nuestro Señor como nuestro sumo sacerdote celestial».[13] Al igual que en el servicio simbólico diario, los sacerdotes entraban en el santuario terrenal ofreciendo la sangre de los sacrificios en nombre de los pecadores arrepentidos (Levítico 4:13-20). En la llamada fase expiación aplicadaCristo, el Sumo Sacerdote perfecto, entró en el santuario celestial para aplicar, por medio de su continua intercesión, los méritos de su sacrificio perfecto en favor del suplicante (Romanos 3:26; 4:25; 8:34; Hebreos 8:1-6; 9:1-6, 24; 1 Juan 2:1).[14]

Finalmente, la fase de la expiación realizada. Comenzó cuando el Señor Jesucristo pasó al lugar santísimo del mismo santuario en 1844.[15] Como juez y sumo sacerdote, él lleva a cabo la purificación/eliminación legal de los registros de los pecados de su pueblo (Levítico 16; 23:26-30; Daniel 7:9, 10; 8:13, 14; Hebreos 9:23; Apocalipsis 11:19; 14:7).[16] En esta etapa, el Señor todavía intercede por las personas (Hebreos 9:7; 1 Juan 2:1), pero pronto el proceso terminará. Cristo regresará como Rey de reyes en gloria y majestad a esta Tierra, para que estemos con el Señor para siempre (Hebreos 9:27, 28; Apocalipsis 22:11, 12; 14:14; 1 Tesalonicenses 4:16-17). ¡Amén!

Adoración en verdad

5.La adoración que agrada a Dios debe ser en Espíritu y en verdad (Juan 4:23, 24). 

La verdadera adoración «es el fruto de la operación del Espíritu Santo. Es por el Espíritu que toda oración sincera es dictada, y tal oración es aceptable a Dios».[17] El Espíritu Santo es el «Espíritu de verdad» y, a medida que suplicamos por su dirección, él nos guiará hacia «toda la verdad» bíblica (Juan 16:13), permitiéndonos aceptar «principios divinos».[18 La verdadera adoración no es emocionalismo ni fanatismo. Implica un culto racional, un culto «espiritual e inteligente».[19]

Por otro lado, la verdadera adoración no es racionalismo ni formalismo frío, porque a través de la obra del Espíritu Santo, la Palabra de Dios llega y transforma el corazón (Salmo 119:11; 2 Timoteo 3; 16, 17). «Si Satanás no puede atar a las almas en el hielo de la indiferencia, tratará de arrojarlas al fuego del fanatismo».[20] Por lo tanto, el adorador que agrada a Dios no preguntará: «¿Con qué tipo de estilo de adoración puedo ser feliz?», sino más bien: «¿Qué haré, Señor», para ser renovado, transformado y experimentar «la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios»? (Hechos 22:10; Romanos 12:2).

Orden y decencia

6. En la adoración que agrada a Dios, «todo» se hace «con orden y decencia» (1 Corintios 14:40).

La recomendación del apóstol implica que en la casa de Dios debe haber «reglamentos en cuanto al tiempo, lugar y manera de adorar».[21] Esto incluye ropa y música adecuadas. Debemos tener cuidado de no imitar el estilo de adoración de las denominaciones evangélicas con sus ‘excitaciones’, ‘exorcismos’, ‘danzas’, ‘improvisaciones’, narraciones de ‘sueños’ y ‘visiones’, ‘expresiones físicas y espirituales’.[22]

«Algunos bailaban arriba y abajo, cantando: “Gloria, gloria, gloria, gloria, gloria”… Toda manifestación de fanatismo desvía la mente de la evidencia de la verdad, la propia Palabra».[23] «Mientras los adventistas a menudo copian sus ‘estilos de adoración’ de las denominaciones protestantes»,[24]tenemos que «decidir si debemos continuar adoptando cada nuevo ‘estilo’ de liturgia creado por los evangélicos o si, en cambio, debemos basar nuestra liturgia en el pensamiento de las Escrituras».[25]

Función de la enseñanza

7. En la adoración que agrada a Dios, la predicación/enseñanza ocupa un lugar central.

La predicación/enseñanza ocupó un lugar central en la Iglesia apostólica (Hechos 2:14-41; 3:12-26; Romanos 10:14, 15; 1 Corintios 1:21; 1 Timoteo 4:13; 2 Timoteo 4:2). En el siglo XVI, los reformadores restablecieron la «centralidad de la Palabra y la predicación en los cultos públicos».[26] Por ejemplo, «la predicación de Lutero, exponiendo todas las verdades de la Palabra de Dios, y luego la propia Palabra, puesta en manos de la gente común» resultó en «personas de todas las clases con la Biblia en sus manos, defendiendo las doctrinas de la Reforma».[27]

¿Qué hay de los pioneros adventistas? «El énfasis en el estudio de la Biblia y de las profecías tuvo un fuerte impacto en los guardadores del sábado, y su estilo de adoración… En cierto sentido, equilibraba el lado intelectual y emocional de la adoración».[28]

¿Y cómo proteger a la Iglesia del emocionalismo/fanatismo? Dar prioridad a la predicación/enseñanza de la Palabra de Dios.[29] Los verdaderos pastores «se satisfacen con la simplicidad en los cultos... Dirige su atención principalmente al estudio de la Palabra».[30]

Adoración comunitaria

8. La adoración que agrada a Dios es comunitaria, presencial y participativa.

En el desierto, Israel acampó alrededor del tabernáculo de reunión (Números 2:1; Éxodo 40:2, 32). La iglesia apostólica se convirtió en un modelo bíblico de comunidad reunida para adorar a Dios (Hechos 1:12-15; 5:12; 6:2; 12:12; 13:1-3; 1 Corintios 1:2; 1 Tesalonicenses 1:1). Los primeros cristianos «estaban todos reunidos» cuando recibieron el Espíritu Santo (Hechos 2:1), y como resultado de las primeras predicaciones «todos los que creyeron estaban juntos» (Hechos 2:44).

Ya en la Edad Media, las iglesias valdenses «rechazando la supremacía del papa y de los prelados, mantuvieron la Sagrada Escritura como la única autoridad suprema e infalible… el pueblo se reunía, no en suntuosas iglesias o grandes catedrales, sino a la sombra de las montañas en los valles alpinos, o, en tiempo de peligro, en alguna fortaleza rocosa, para escuchar las palabras de verdad pronunciadas por los siervos de Cristo».[31]

El verdadero creyente se regocija en la adoración comunitaria en persona. «Me alegré cuando me dijeron: “Vayamos a la casa de Jehová”» (Salmo 122:1), y anhelo morar “en la casa de Jehová por los siglos de los siglos” (Salmo 23:6). Por lo tanto, “no dejemos de reunirnos, como algunos tienen la costumbre; sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25). Nos reunimos para adorar y proclamar “la muerte del Señor, hasta que él venga” (1 Corintios 11:26). Nos reunimos para “cultivar las cualidades del amor perfecto” y para ser “aptos para las moradas celestiales que Cristo fue a preparar para los que le aman”».[32] La adoración que agrada a Dios, es participativa.

Por cierto, «cantar no siempre debe ser hecho por unos pocos. Tan a menudo como sea posible, únase toda la congregación».[33], porque «cantar es un acto de adoración tanto como la oración».[34] Por otro lado, «el testimonio personal durante el culto es un medio poderoso de cautivar a la congregación en la adoración».35]

Obediencia a la ley

9. La adoración/culto que agrada a Dios requiere obediencia por medio de la fe en Cristo a la santa Ley de los Diez Mandamientos (Deuteronomio 4:13; Proverbios 28:16; Mateo 5:17-27; Apocalipsis 11:19; 14:12).

El primer mandamiento revela que hay un solo Dios: «Yo soy el Señor tu Dios», por lo tanto, «no tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:1, 2). El segundo mandamiento prohíbe explícitamente la fabricación, adoración y culto de esculturas (Éxodo 20:4-6). Las expresiones «no los adorarás, ni los servirás» son inseparables. La santificación del séptimo día, el sábado, de acuerdo con el cuarto mandamiento de la Ley de Dios, es para todos los que se encuentren de nuestra «puerta para adentro» (Éxodo 20:8-11).

Y también, «así dice el Señor» a todos los habitantes del mundo que: «guarden mis días sábados, elijan lo que me agrada, y abracen mi pacto» (Isaías 56:4), porque «mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos». «Necesitamos nutrir y cultivar el espíritu de adoración verdadera, el espíritu de devoción en el día santo del Señor».[36] Por cierto, la observancia del domingo es una vana tradición pagana eclesiástica.[37] A aquellos que invalidan la Palabra de Dios con tradiciones y falsas enseñanzas, el Señor declara: «En vano me honran, enseñando doctrinas que son mandamientos de hombres» (Mateo 15:9).

Fidelidad a Dios

10. En la adoración/culto que agrada a Dios, reconocemos gustosamente al Señor como Creador, Redentor, Sustentador, y a nosotros como sus mayordomos.

Devolver diezmos honestos y ofrendas de amor es un acto legítimo de adoración a Dios (Génesis 14:20; 28:20-22; Levítico 27:30-32; Deuteronomio 16:17; Hageo 1:4-6; Malaquías 3:8-10; Mateo 23:23; 1 Corintios 4:1, 2; Hebreos 7:4-10). «Cada uno examine regularmente sus entradas, todas las cuales son bendiciones recibidas de Dios, y aparte el diezmo como un fondo separado, destinándolo en forma sagrada al Señor. Este fondo en ningún caso debe ser dedicado a otro uso; ha de ser dedicado solamente a sostener el ministerio del Evangelio. Después que se ha puesto aparte el diezmo, adjudíquense los dones y ofrendas “que por la bondad de Dios” pudiereis».[38]

Compromiso con la misión

11. La adoración/culto que agrada a Dios resulta en compromiso y servicio en la misión del Señor.

Al igual que con el profeta Isaías en la casa del Señor, nosotros también contemplamos la santidad de Dios. Arrepentidos, confesamos nuestros pecados. Por la gracia de Cristo somos perdonados, transformados y capacitados para la misión (Isaías 6:1-8).[39] «Venimos a adorar, salimos a servir».[40] Por lo tanto: «La pregunta debe preguntarse: ‘¿Qué estoy haciendo, y cuál es mi obra y misión en este tiempo?’»[41]

Dios nos ha dado una misión mundial: Mateo 24:14; 28:18-20; Marcos 16:15, 16; Hechos 1:8; Apocalipsis 14:6-12. «Todo el que ha recibido a Cristo está llamado a trabajar por la salvación de sus prójimos».[42] A propósito, el mensaje de los tres ángeles es la invitación final y solemne que los miembros de la iglesia remanente extenderán a cada habitante de este planeta para que adore «al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de agua» (Apocalipsis 14:6-12). «El capítulo dieciocho de Apocalipsis revela la importancia de presentar la verdad no en términos mesurados, sino con valentía y poder».[43]

La adoración y el culto aceptable al Señor van juntos y, por lo tanto, llevan a cada adorador a una participación activa como misioneros del Señor.

Referencias:

[1]PLENC, Daniel Oscar. El culto que agrada a Dios, 1ª ed. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007, p. 30. A seguir: PLENC.
[2]CANALE, Fernando. ¿Adventismo secular? 1ª ed. Lima: Universidad Peruana Unión, 2012, p. 32.
[3]Manual da igreja, 23ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2022, p. 173.
[4]MORAES, Natanael B. P. “Sugestões teológicas à liturgia adventista” en Bases bíblicas da adoração, org. Emilson dos Reis, Rodrigo Follis y Felipe Carmo, 1ª ed., Engenheiro Coelho, SP: Unaspress, 2015, p. 120. A seguir: Bases bíblicas da adoração.
[5]SILVA, Horne P. Culto e adoração, SP: Seminário Adventista Latino-Americano de Teologia, 1984, p. 7,
[6]Ibidem, p. 9.
[7]DAVIDSON, Richard M. “Interpretação Bíblica”, en Tratado de teologia adventista do sétimo dia1ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2011, p. 70.
[8]Ibidem.
[9]CANALE, Fernando. “Completando la teología adventista: El proyecto teológico adventista y su impacto en la iglesia – Parte II”, DavarLogos 6.2 (2007): p. 129.
[10]_______. “Principios de Adoración”, Revista SAIT 1.1 (octubre 2011), p. 6.
[11]WHITE, Elena G. O Desejado de Todas as Nações, 22ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2013, p. 660. A seguir: O Desejado de Todas as Nações.
[12]Para um estudo sobre o sacerdócio de Jesus Cristo ler: HOLBROOK, Frank B. O sacerdócio expiatório de Jesus Cristo, 1ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2013.
[13]Questões de doutrina, 1ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2009, p. 257, 258.
[14]Quando o Senhor ressuscitado subiu ao Céu, não entrou no Lugar Santíssimo ou Santo dos Santos, mas no Lugar Santo do Santuário. A versão Almeida Corrigida assim traduz Hebreus 9:12: “nem por sangue de bodes e bezerros, mas por seu próprio sangue, entrou uma vez no santuário, havendo efetuado uma eterna redenção”. Ver: Alwyn P. Salom, “Ta Hagia na Epístola aos Hebreus”, editado por HOLBROOK, Frank B. A luz de hebreus, 4ª ed. Engenheiro Coelho, SP: Unaspress, 2021, p. 267.
[15]Para un estudio más detallado de la fecha en 1844 y la segunda fase del ministério de Cristo en el Santuario Celestial, leer: MAXWELL, C. Mervyn, Uma nova era segundo as profecias de daniel, 2ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2011, p. 203-278; GOLDSTEIN, Clifford. 1844, 7ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2022; O grande conflito, p. 317-342; 409-450.
[16]Ver la creencia fundamental sobre el ministério de Cristo en el Santuario Celestial: Nisto cremos, 10ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2022, p. 391-415.
[17]O Desejado de Todas as Nações, p. 189.
[18]WHITE, Elena G. Atos dos apóstolos, 9ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2013, p. 140.
[19]“Comentário de Romanos 12:1”. Bíblia andrews, versão Almeida Revista e Atualizada, 2ª ed. da Sociedade Bíblica do Brasil, Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2015, p. 1474.
[20]WHITE, Elena G. Mente, caráter e personalidade, 5ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, v. 1, 2012, p. 38.
[21]WHITE, Elena G. Testemunhos para a igreja, 1ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, v. 5, 2013, p. 491. Ver también: Manual da igreja, p. 127-139.
[22]PLENC, p. 43.
[23]WHITE, Elena G. Mensagens escolhidas, 3ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, v. 3, 2012, p. 372.
[24]CANALE, Fernando. “Principios de Adoración”, Revista SAIT 1.1 (octubre 2011), p. 3.
[25]Ibidem.
[26]A igreja: adoração, ministério e autoridade, p. 39.
[27]O grande conflito, p. 195.
[28]A igreja: adoração, ministério e autoridade, p. 73.
[29]Bases bíblicas da adoração, p. 121.
[30]WHITE, Elena G. Evangelismo, 3ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2012, p. 502. A seguir: Evangelismo.
[31]O grande conflito, p. 68.
[32]WHITE, Elena G. Fé pela qual eu vivo, MM 1959, p. 37.
[33]Evangelismo, p. 507.
[34]WHITE, Elena G. 9ª ed. Educação, Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2013, p. 168.
[35]A igreja: adoração, ministério e autoridade, p. 194.
[36]WHITE, Elena G. A fé pela qual eu vivo, MM 1959, p. 35.
[37]BACCHIOCCHI, Samuele. Crenças populares: o que as pessoas acreditam e o que a Bíblia realmente diz, 1ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2016, p. 187-235.
[38]WHITE, Elena G. Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática  p. 145.
[39]_______. Profetas e reis, 8ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2013, p. 303-310.
[40]PLENC, p. 23.
[41]WHITE, Elena G. Eventos finais, 1ª ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2012, p. 44.
[42]_______. La fe por la cual vivo, p. 310.
[43]El Evangelismo, p. 171.

Autor: Wilson Borba, Bachiller en Teología, con maestría y doctorado en la misma área por el Centro Universitario Adventista de Sao Paulo (Unasp). Fue profesor y director del Seminario Adventista en Ecuador, y hoy es docente y director del Seminario Adventista Latinoamericano de Teología (SALT) de la Faculdade Adventista da Amazônia (Faama), en Brasil.
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Publicación original: Características generales de la adoración y del culto que agrada a Dios

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