Skip to main content

Lectura bíblica: «Puedes ponerte a la sombra de la sabiduría o a la sombra del dinero, pero la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a quien la posee» Eclesiastés 7:12 .

El concepto de sombra, tal como es usado en Eclesiastés 7:12 da la idea de protección. Esta idea la entendemos mejor, si nos imaginamos caminando a la altura del medio día en un paraje abierto a una temperatura de 45 grados centígrados, y de repente aparece frente a nosotros la sombra de un frondoso árbol. ¿Buscaríamos protección debajo de esa sombra?

Nuestro texto bíblico presenta dos tipos de sombra, y cada una de ellas ofreciendo protección: la sombra de la sabiduría y la sombra del dinero. ¿Debajo de cuál usted siente inclinación para protegerse? Observemos que el pasaje también indica que cada individuo tiene la opción de escoger debajo de qué sombra buscará protección: «Puedes ponerte a la sombra de la sabiduría o a la sombra del dinero». Usted escoge.

Preguntamos: el dinero, ¿proporciona sombra protectora? ¿Conoce usted esa sensación de protección proporcionada por el dinero? ¡Por supuesto! Todos sabemos lo que es sentirse protegido por el dinero. Nos da seguridad, confianza en que todo estará bien. Sentimos que el dinero puede resolver casi todos nuestros males y ansiedades. ¿Y qué diremos de la sabiduría? ¿Proporciona sombra protectora?

¿Sabe usted lo que significa ponerse debajo de la sombra de la sabiduría? ¿Conoce la sensación de protección que la sabiduría ofrece? La protección brindada por la sombra del dinero es evidente; y si me protege, ¿por qué buscar otra sombra? ¿Qué ventajas ofrece la sombra de la sabiduría que la sombra del dinero no puede garantizarme? Son preguntas que vamos a resolver en el desarrollo de nuestro tema. Al final, vamos a ser invitados a que nos reguardemos debajo de aquella sombra que nos garantice la protección más duradera. Pero esa será su decisión.

Una elección personal

Lo primero que debemos observar es que nuestro texto bíblico nos da la opción a elegir bajo qué sombra buscaremos protección: «Puedes ponerte a la sombra de la sabiduría o a la sombra del dinero». Ya mencionamos este hecho en la introducción, pero lo repetimos para enfatizar la importancia de elegir entre una y otra sombra. Cada quien escoge. Ahora bien, no podemos negar que los dos paraguas protegen. Un paraguas proporciona protección contra las inclemencias del tiempo. Pues la sombra de la sabiduría es como un paraguas bajo el cual podemos refugiarnos; pero no hay manera de negar que la sombra del dinero es otro paraguas que ofrece protección.

El paraguas del dinero proporciona una sombra muy agradable, y asegura protección contra las inclemencias de la pobreza, la amenaza de inseguridad y el miedo a un futuro incierto. Sin embargo, el paraguas de la sabiduría protege contra todas las inclemencias de la vida que ricos y pobres por igual deben enfrentar, incluyendo la amenaza de extinción total. Esas son las dos ofertas de protección, y escoger uno u otro paraguas determinará quién es realmente sabio. Si se escoge el paraguas del dinero, luego queda demostrado que no es una elección sabia, pues al venir la lluvia el papel dinero con el cual está hecho pronto se deshace y hasta allí llega la sombra protectora. Contrario a esto, el material del paraguas de la sabiduría es impermeable, y ni la muerte puede penetrarlo, pues nuestro texto bíblico dice que la sombra de «la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a quien la posee». El dinero no tiene esta ventaja.

La sombra del dinero

En el mercado económico del mundo de hoy abundan las ofertas de paraguas que ofrecen la sombra del dinero. Esto se debe a la creencia de que la sombra protectora que provee es de lo mejor. Por ejemplo, T. Harv Eker, un autor que escribe mucho sobre cómo adquirir riqueza vende muchos de estos paraguas. Uno de sus libros lleva por título: Los secretos de la mente millonaria, en el que contrasta las diferencias entre la filosofía de vida que tienen los ricos y la de los pobres. Eker afirma, que en tanto los ricos piensan: «Yo creo mi vida», los pobres dicen: «La vida es algo que me sucede». Los ricos piensan: «Las dos cosas», pero los pobres dicen: «O se tiene una cosa, o se tiene la otra», pero nunca las dos. Los ricos se centran en su fortuna neta, en tanto que los pobres se centran en lo que ganan con su trabajo. Entonces, para Eker el asunto está claro: la sombra que proporciona el paraguas del dinero es de lo mejor.

Observemos que Eker resalta la filosofía de vida de los ricos como superior a la de los pobres, como si tal filosofía de la riqueza fuera la esencia de la sabiduría. Pero hay otro escritor que va más allá, dándole a la riqueza la dignidad de ciencia. Nos referimos a Wallace D. Wattles, autor del libro: La ciencia de hacerse rico, en donde afirma, que «hay una ciencia para alcanzar fortuna y es una ciencia exacta, como el álgebra o la aritmética».

Pues bien; por un lado tenemos a los profetas del dinero, ofreciendo la sombra de la comodidad y la abundancia material, y por el otro tenemos a los profetas de la sabiduría bíblica, ofreciendo la sombra de la salvación. Cada quien escoge el paraguas bajo cuya sombra se va a proteger. Pero antes de hacer su elección, tome en cuenta que Wallace ya murió. La sombra y protección del dinero en el cual puso su confianza no pudo evitarlo; pero contrario a esto, «la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a quien la posee». Entonces, ¿qué sombra va a escoger? Está claro, nos vamos a refugiar bajo la sombra de la sabiduría. ¿Está usted de acuerdo?

¿Es malo el dinero?

¡Por supuesto que no! El dinero representa riqueza, y todo el oro y la plata del mundo pertenece a Dios, por lo tanto, la riqueza como propiedad de Dios no puede ser mala, y si no es mala, entonces tiene que ser buena. En Eclesiastés 10:19 leemos: «Para alegrarse, el pan; para gozar, el vino; para disfrutarlo, el dinero». Seamos honestos, ¿hay alguien entre nosotros que no disfruta del dinero? ¿Acaso no nos proporciona el placer de los alimentos que consumimos, o de la comodidad de lo que vestimos y cuantas otras cosas más?

Si el dinero sirve para disfrutar de los beneficios legítimos que nos puede proveer, entonces tiene que ser bueno. Todo depende del uso y el valor que se le dé. Veamos algunos ejemplos: ¿Es bueno el dinero que se usa para financiar la predicación del evangelio? ¿Ha sido buena la riqueza usada para construir miles de iglesias, hospitales, casas publicadoras e instituciones educativas alrededor del mundo? ¿Es bueno el dinero que usamos en asuntos de salud? ¿Se da cuenta? Todo depende del uso y valor que demos al dinero.

Dinero malo y dinero bueno

Una encuesta realizada en la República Dominicana en 2007, reveló que la población gastaba un poco más de 36 millones de dólares al mes en bebidas alcohólicas y tabaco.

Sin duda ese dinero es muy malo, por el uso que se le da. La misma encuesta mostró que gastaban algo más de 34 millones de dólares al mes en educación. En este caso el dinero es bueno, aún cuando ese dato indica que se usa menos dinero para lo bueno y más para lo malo. En los Estados Unidos unos 120 millones de personas gastan alrededor de 70 mil millones de dólares anuales en alcohol. Ese es un pésimo uso del dinero. Sin embargo, si el uso es bueno, «para disfrutarlo, el dinero», leemos en la Biblia. ¿Qué diríamos del dinero del diezmo y las ofrendas? ¿Es bueno ese dinero? ¿Y qué decimos del dinero del diezmo cuando no se devuelve? ¿Es bueno? ¿Es malo?

Alberto Masferrer, uno de los mejores escritores de El Salvador, es autor de un ensayo moral titulado, El dinero maldito, en el que revela interesantes detalles acerca del dinero. Por ejemplo, habla del dinero ganado honradamente, el que llamamos dinero bueno, pero si luego ese dinero es gastado en vicios denigrantes entonces se vuelve malo. Es una transformación en la que el dinero tiene un origen bueno pero un destino malo. De esta manera Masferrer se refiere al dinero que es usado para sacar a relucir lo peor que hay en el ser humano, llamándolo dinero perverso, y a ese dinero usado en los vicios como el alcohol es al que se refiere como dinero maldito.

Esclavo, no amo

Pero no solo el uso, sino también dependiendo del valor que se le da al dinero, puede convertirse en maldición en lugar de bendición. Por ejemplo, al dinero no se le puede dar el valor de un amo, de un señor, porque Henry G. Bohn, el editor inglés, observó que «el dinero es un buen sirviente, pero un mal amo». Pero para reforzar esta idea, Pierre Bonnard, el pintor francés, apuntó que «el dinero no debe ser sino el más poderoso de nuestros esclavos», y no nuestro amo. Por lo tanto, como esclavo, al dinero debemos mantenerlo dominado.

Así pues, «puedes ponerte a la sombra de la sabiduría o a la sombra del dinero». Cada quien escoge, pero no olvidemos que solo «la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a quien la posee». Puesto que Cristo es la sabiduría hecha persona en las Escrituras, entonces él será mi amo, mi Señor, y yo su siervo. Jamás el dinero podrá ocupar el lugar de Cristo en mi vida. Jesús siempre reinará supremo sobre mí, y a ese dinero que él me provee, con el cual puedo disfrutar de tantas cosas buenas que hay en la vida, a ese dinero lo mantendré sometido a mis pies como manso esclavo. Cuando un hijo o hija de Dios toma esta decisión, es entonces que «la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a quien la posee». El dinero no puede dar vida, pero Cristo, la sabiduría personificada en el libro de Proverbios nos da vida, y vida eterna.

Conclusión

Cristo es la sabiduría, el camino, la verdad y la vida. El dinero es el dinero, bueno solo para esta vida, pero inútil más allá de la eternidad. La sombra que ofrece es muy seductora, pero la sombra de la sabiduría es más ventajosa pues puede «dar vida a quien la posee». ¿Posee usted dinero, ya sea mucho o poco? Bueno, todos poseemos algo de dinero. Es que no se necesita ser rico para hacer del dinero una sombra bajo la cual buscar protección. Es la actitud que asumimos hacia el dinero, el lugar y valor que le demos en nuestra vida, lo que determina si su sombra es nuestro paraguas protector.

Y hacia la sabiduría de la Biblia que nos conduce a Cristo, ¿cuál es nuestra actitud? ¿Hemos hecho de esa sabiduría nuestra sombra protectora? La siguiente pregunta puede ayudarnos a conocer nuestra actitud: ¿Qué es lo que más buscamos, más dinero o más de Jesús? ¿A qué le dedicamos más tiempo y esfuerzo, a la búsqueda de Jesús o a la búsqueda de dinero? La respuesta a esta pregunta nos da una idea de la actitud que podemos asumir hacia Cristo o hacia el dinero. En lugar de vivir afanosos por lo material, el Señor Jesús nos dice en Mateo 6:33 que «más bien busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas». ¿Quiere usted afirmar su decisión de hacer de esta búsqueda su primera ocupación cada día, temprano por la mañana? Hay una promesa: «La sabiduría tiene la ventaja de dar vida a quien la posee».

Revista Adventista de España