José fue forzado a dejar a su familia, pero llevó consigo su fe. No se puede esperar hasta que la vida sea fácil para tomar la decisión de ser feliz.
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Jane Marczewski («Nightbirde») exudaba confianza serena cuando pasó al escenario y contó su historia. Era una cantautora, tenía treinta años, y el cáncer contra el que había luchado durante años era ahora metastásico. Al entonar su canción original, los jueces y la audiencia se enjugaron las lágrimas. Cuando los jueces expresaron asombro ante su optimismo, ella simplemente respondió: «No se puede esperar hasta que la vida sea fácil para tomar la decisión de ser feliz».[1]
En su blog, Jane compartió abiertamente su fe y su lucha contra el cáncer.
«En los días que no me siento tan enferma, a veces me tiro en un tapete a la luz de la tarde para escuchar a Dios. Sé que parece una locura, y no puedo realmente explicarlo, pero él está allí, incluso ahora. He escuchado decir que algunos no pueden ver a Dios porque no miran lo suficientemente bajo, y es verdad. Si no puedes verlo, mira más abajo. Dios está sobre el piso del cuarto de baño».[2]
¿Ha pensado usted alguna vez que sería mejor esperar hasta estar sano o tener éxito antes de hablarles a otros de Dios? Es fácil pensar que necesitamos tener todo «en orden» antes de compartir el evangelio, pero varias historias de la Biblia nos muestran qué efectivo es ser testigos en medio del caos y las luchas de la vida, incluso en las circunstancias más difíciles. José es uno de los mejores ejemplos de ello.
Como hijo mayor de la esposa favorita de su padre, fue privilegiado y amado por sobre sus hermanos. A los diecisiete años, había recibido una túnica hermosa de parte de su padre, y había tenido sueños proféticos que predecían que dominaría a sus hermanos y aun a su padre. Eso fue demasiado para sus hermanos.
Cuando tuvieron la oportunidad de vengarse, tomaron a José, le sacaron el manto y lo arrojaron en una cisterna vacía. Poco después lo vendieron a una caravana de comerciantes que iban hacia Egipto.
De esclavo a siervo de confianza
José sobrevivió el viaje a Egipto y fue vendido por los ismaelitas-madianitas a Potifar, oficial de faraón y capitán de la guardia. Pero «el Señor estaba con José y las cosas le salían muy bien» (Gén. 39:2).3 José fue forzado a dejar su familia, pero llevó consigo su fe. No ocultó sus creencias ante Potifar y, aunque este no adoraba al Dios de José, vio que el Señor estaba con su siervo, y que su hogar se beneficiaba de las bendiciones que Dios derramaba sobre el muchacho. Eso hizo que Potifar lo promoviera como mayordomo de toda su casa. Dios reconoció el tratamiento positivo hacia José: «Por causa de José, el Señor bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes.
La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo» (vers. 5).
De prisionero a gobernante
Desafortunadamente, el éxito de José no duró. La esposa de Potifar procuró seducirlo, y entonces lo acusó de un terrible delito. Aunque era inocente, fue arrojado a la prisión.
Allí podría haberse abandonado a la desesperación. ¿Quién podía culparlo? Parecía no tener esperanza de ser libre o ver otra vez a su familia. Podría haber permitido que las circunstancias disminuyeran su fe y moralidad, al menos su ética laboral. Por el contrario, continuó con sus hábitos de servicio fiel, y Dios lo bendijo, aun en la prisión. «El Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel […]. El Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía» (vers. 21-23).
La interacción de José con el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos revela su simpatía y respeto hacia los demás prisioneros. Elena White escribió que «fue el trabajo que ejecutó en la prisión, la integridad de su vida diaria, y su solidaridad con los que estaban en dificultad y congoja, lo que le abrió paso hacia la prosperidad y los honores futuros».[4]
Su conducta durante un tiempo de tinieblas personales fue testimonio a los que lo rodeaban y un ejemplo para nosotros hoy. «Cada rayo de luz que derramamos sobre los demás se refleja sobre nosotros mismos. Toda palabra bondadosa y compasiva que se diga a los angustiados, todo acto que tienda a aliviar a los oprimidos, y toda dádiva que se otorgue a los necesitados, si son impulsados por motivos sanos, resultarán en bendiciones para el dador».[5]
Pasaron varios años antes de que José fuera liberado de la prisión y, aun después de ser promovido a gobernador de Egipto, pasó un tiempo antes de que se reuniera con su familia. Cuando finalmente se reveló ante sus hermanos, les declaró: «No se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas» (Gén. 45:5).
Cuando primero fue vendido como esclavo, José no podría haber sabido que llegaría a ser gobernador de Egipto, que su liderazgo y sabiduría, dados por Dios, garantizarían el bienestar de su familia y de todo Egipto. Era imposible ver cómo Dios usaría la terrible situación en la que estaba. Pero José no esperó hasta ser mayordomo de la casa de Potifar o gobernador de Egipto para ser fiel a Dios o darle gloria por sus éxitos.
En efecto, fue como resultado de su testimonio que Potifar y el propio faraón reconocieron la verdadera fuente del éxito de José. José no se rindió aun cuando sus circunstancias empeoraron, sino que usó toda oportunidad para vivir la fe de sus padres, iluminando así los rincones más oscuros de la sociedad egipcia. Como esclavo, pudo hablar con otros miembros de la casa de Potifar y, acaso, con otras familias. En prisión, conoció a presos de trasfondos diversos. Y como gobernador, se codeó con otros líderes. Dios usó a José para alcanzar a todos los estratos sociales.
Acaso usted se encuentra «en el suelo del cuarto del baño», al igual que Jane, o «en la cisterna», como José. Y puede ser que se pregunte cómo ser testigo durante momentos de oscuridad y dolor personales.
Pero aun cuando, en medio de sus luchas, solo logre aferrarse a Dios, su perseverancia y fe podrán ser una inspiración. 🖋
Autora: Sarah Gane Burton, investigadora y escritora adventista. Estudia Religión, Enfoques Literarios de los Estudios Bíblicos y Literatura Bíblica y Hermenéutica (especialmente el Antiguo Testamento).
Imagen: Shutterstock
II Semana de Oración Integrada 2023 de la UAE. Artículos extraídos de la Revista ADVENTIST WORDL – septiembre 2023. Este número es una revista que edita la Unión Adventista Española.