A lo largo de la vida, ejercemos influencia en muchas personas. Lo que transmiten nuestras acciones a los demás es una herencia más valiosa que la material.
«Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aún yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas…» (2 Cor. 12: 15).
Para muchas personas el combustible para la vida son los objetivos, las realizaciones profesionales o las adquisiciones de bienes que pueden medirse, verse o palparse. Es común que, desde la tierna edad de los hijos, los padres ya se preocupen por los medios y recursos para ofrecer un futuro mejor a sus hijos.
Es esencial tener objetivos en la vida porque nos orientan y nos motivan. Pero, lo que me llama la atención es que muchas veces, en la jornada frenética para alcanzar esos objetivos, pasamos por encima de los valores, principios y personas. Lo esencial llega a ser secundario y las prioridades se invierten.
¿Qué estoy dejando?
Nuestra caminata profesional es muy rápida. Si nos detenemos por un instante para reflexionar en lo que hicimos o todavía estamos haciendo, podemos notar con fatalidad que el tiempo pasó muy rápido; y tal vez nuestra reflexión sea: ¿Qué legado estoy construyendo? ¿Qué influencia dejaré grabada en las personas que se relacionan conmigo durante mi trayectoria profesional?
He visto y conversado con personas que, al acercarse al fin de su carrera laboral, comienzan a preguntarse con más frecuencia sobre el legado que dejaron con los que se cruzaron en su camino a lo largo de su trayectoria.
El psicólogo investigador Víctor Frankl publicó en su libro Man’s search for meaning, una frase impactante: «La preocupación principal del hombre no es obtener placer o evitar el dolor, sino ver un significado en su vida» (Frankl, 1956, pág. 6).
Te invito a detenerte y a pensar en el sentido real de tus acciones, decisiones e intenciones. ¿Podrás enorgullecerte por el resultado de ellas? ¿Es algo que otros podrán continuar o fueron meros caprichos?
Junto con algunas funciones que ejercemos, convivimos con mayores responsabilidades, privilegios, riesgos, oportunidades, pero el fin llegará para todos, ¿y qué quedará entonces?
Hagamos como Pablo, permitamos ser usados para lo que realmente permanece, no perdamos ese foco, todos podemos dejar un legado a quienes están y vendrán después de nosotros en la travesía llamada vida.
Sugerencias de lectura:
- En busca de un sentido – Autor: Víctor E. Frankl
- La vida es un arte – Autor: Belisario Marques
Autor: Eduardo Lopes, administrador, maestro en liderazgo y negocios internacionales y estudiante de doctorado en gestión de la competitividad (FGV). Cuenta con más de 20 años de experiencia profesional con desempeño en puestos ejecutivos en el área de recursos humanos, marketing y gestión general. Actualmente, es profesor universitario en el Centro Universitário Adventista (Unasp) desde 2010.
Publicación original: Legado