Continuación…
En la primera parte de este artículo, descubrimos la vocación y legado de la reconocida enfermera Florence Nightingale, «la dama de la lámpara», el nacimiento de la cual se conmemora anualmente con el Día Internacional de la Enfermería (celebrado el pasado 12 de mayo).
También recordamos a nuestros pioneros adventistas entre los cuales, de forma muy significativa, hubo destacadas mujeres que fueron designadas con el cargo de enfermera misionera en los primeros años del adventismo en España.
Del mismo modo, posteriormente, un buen número de los primeros pastores y obreras bíblicas que finalizaban su formación pastoral, también se formaron en el campo de la enfermería, combinando así la labor de predicación del evangelio con la misión de difundir el mensaje adventista de la salud.
Mensaje dual de salud y salvación
Esta cooperación entre los mensajes de salud y salvación, con la inclusión del mensaje adventista de la salud en la teología del mensaje de los tres ángeles[1], ha sido el modo de entender la reforma de la salud que Ellen G. White impulsó durante los inicios de la Iglesia Adventista, hace ahora 160 años.
Así pues, el Departamento de Salud es heredero y promotor de este modo de comprender la filosofía adventista de la salud.
Por ello, la segunda parte de este artículo es para mí muy especial y deseo que sea así también para el lector.
Durante el pasado Día Internacional de la Enfermería 2023 planteé que desde el Departamento de Salud era el momento de aprovechar esa jornada para dar voz a nuestro colectivo adventista de enfermería. Y pensé en enfermeras que a su vez estén viviendo en primera persona la misión adventista al formar parte de una familia pastoral, es decir, estando casadas con un pastor.
Así que a continuación vamos a conocer un poco más a algunas mujeres increíbles que, con su vida y ministerio, reflejan esta dualidad en la predicación del evangelio con la Palabra y la salud.
Testimonios actuales
Ellas son cinco enfermeras adventistas que ejercen su profesión actualmente en el territorio español en diferentes áreas del campo de la enfermería; y que además combinan su vocación sanitaria con la atención y servicio a las iglesias de la Unión Adventista Española junto a sus esposos.
Desde aquí, vaya por delante mi agradecimiento a cada una de estas compañeras enfermeras y amigas queridas esposas de pastor, por su testimonio y por su labor, que ejemplifican el valor del amor al prójimo a través de la profesión de la enfermería.
Siéntase representada cada una de las enfermeras y enfermeros que leen estos testimonios, ya que la intención tanto de esta autora como de las compañeras entrevistadas es poner en valor la vocación de la enfermería y, lejos del protagonismo personal, ensalzar a Aquél que en su día llamó a cada una a servir a Dios y al prójimo mediante el cuidado y protección de la salud; igual que hizo al llamar personalmente a la conocida enfermera Florence Nightingale (ver artículo anterior).
¿Qué significa para ti ser enfermera?
Cuando les pregunto a las cinco sobre cómo aparece en su vida esta profesión, todas coinciden que es vocacional. Claudia[2] explica que sentía el deseo de ser enfermera desde pequeña, Mabel[3] lo descubrió más tarde durante la propia carrera, Eva[4] especifica con detalle su labor, Abigail[5] afirma sin lugar a duda que es su vocación y Cleo[6] añade que ejercer la enfermería es una bendición.
Ellas nos los explican mejor que nadie:
- Claudia Dolete: «Desde muy pequeña, desde cuando tengo conocimiento de mí a los cuatro-cinco años, soñaba con esta profesión. Lo tenía claro. Como anécdota: en los juegos de niños, practicaba con mis hermanos y amigos, jugando a aplicarles tratamientos para enfermedades ficticias. Admiraba las enfermeras de mi localidad natal, las veía como ángeles vestidos de blanco y que peleaban con mis diferentes enfermedades adquiridas en la infancia -y tuve unas cuantas- que acababan en tratamientos inyectables.»
- Mabel Correa: «Cuando leí esta pregunta pensé en mis orígenes y por qué quise ser enfermera. Y sinceramente, cuando comencé la carrera no estaba tan segura de si quería hacerla o no. También había otra situación externa a mí que a veces no ayudaba a visualizar todo. Pero cuando Dios te pone una profesión o tú le pides guía para tu vida, que te aparezca algo y que de repente sea tan viable poder hacerlo, significa que probablemente eso es lo que Dios quiere para ti. Y así lo he sentido yo en la enfermería.
Por otro lado, siempre tuve ese deseo o intuición de poder aliviar algún dolor, de socorrer a alguien, poder estar ahí en el momento que pasa algo. Y cuando me pasaban ciertas cosas: que se caía alguien, que lo podía levantar, que podía curar una herida… siempre decía ‘¡wau, esto me gustaría hacer!’.
Y yo creo que el Señor me fue guiando. Hoy día que ya soy mayor, eso es lo que siento: que puedo aliviar dolores. Pero no solamente a nivel físico, que es lo primero a lo que vamos, sino también dolores emocionales, dolores que solamente con cariño, con un estar ahí, se pueden solucionar.» - Eva Domínguez: «Yo trabajo en un centro de atención primaria y desde esta mirada, considero que es una profesión donde aportamos a la comunidad habilidades y conocimientos para su auto cura. También fomentamos la prevención de las enfermedades y también damos cuidados de calidad a las personas con enfermedades crónicas o que presentan ya grados de dependencia.»
- Abigail Esquirolea: «La sanidad es mi vocación: poder ayudar a los demás a través de un momento en el que quizá se encuentran en situaciones difíciles y es cuando más necesitan una mano que les sostenga o una mano que les acaricie, una sonrisa, una escucha activa, mostrando interés por lo que te cuentan, etc. En esos momentos tan difíciles que a veces puede atravesar una persona cuando tiene un problema de salud, el poderles dar un poquito de lo que imagino que Jesús daba, que era sentarse, mirarlos a los ojos, escucharlos e intentar buscar una solución o simplemente acompañarlos en ese proceso, es algo precioso.»
- Cleo Nae: «Par mí ser auxiliar de enfermería significa estar en el lugar adecuado y en el momento adecuado para los demás, en especial para la gente que sufre y que son más vulnerables en los momentos de enfermedad. Estar ahí para ellos y también para las familias. Es una gran bendición para mí. Solo puedo tener palabras bonitas para esta profesión que se llama equipo, que se llama unión, que nos da fuerza, que nos une y que nos abrazamos al final de un mal turno. Es una profesión cargada de muchas responsabilidades, de muchas emociones. Creo que es una profesión cargada de vivir a pie de cama, de vivir las sonrisas, las sonrisas nerviosas, las lágrimas de un hijo, las lágrimas de un marido o de una madre, y también cargada de mucha felicidad y un sentimiento de plena satisfacción cuando todo se ha recuperado.»
¿Cómo vives tu esa vocación/profesión junto con la vocación pastoral familiar?
Las cinco coinciden que ambas vocaciones son complementarias. Cleo nos cuenta que comparte a Jesús siempre que tiene oportunidad, Claudia aplica el aprendizaje profesional al servicio pastoral, Mabel explica que vivió incluso como un privilegio los años que no ejerció su profesión, Abigail añade el matiz del reto en esa compaginación de labores y Eva destaca la complementariedad con el mensaje del tercer ángel.
Así describe cada una esa combinación de enfermería y pastorado:
- Cleo Nae: «Para mí esta profesión sin duda tiene que ser vocacional. Personalmente siempre digo que Dios me ha regalado esta oportunidad de poder trabajar en los momentos más difíciles cuando empezó la pandemia. Estoy enamorada de mi trabajo, después de mi familia. Además, la parte más bonita y feliz es cuando puedo dar mucho ánimo y puedo compartir la esperanza que tengo con la gente y con mis pacientes que más lo necesitan. Tengo experiencias preciosas que me han llenado el corazón. Y siempre que tengo la oportunidad, estoy compartiendo al Jesús que yo conozco, al Jesús que nos quiere para siempre. Creo que la vocación tanto pastoral como la de enfermeras y auxiliares tiene que partir del corazón.»
- Claudia Dolete: «Disfruto máximo. Ir a trabajar es un deleite, porque no siento hacer ningún esfuerzo, sino hacer algo placentero. Acercarse a alguien en sufrimiento para ayudarle es una gran responsabilidad en la cual se involucran conocimiento, empatía y sacrificio. Pero cada uno de estos recursos involucrados se tornan en gratificación. A través de las ‘lentes’ de mi profesión he aprendido a mirar con compasión y extrapolar esto al servicio pastoral. Todo ser humano vive un sufrimiento de diferente índole, pero el dolor es común en todos. La enfermería te enseña no juzgar el padecimiento, sino a actuar con el propósito de sanción. Las personas de mi congregación son personas con luchas y problemas; y al igual que en la actuación de la enfermería, se debe actuar con el propósito de ayudar a que cada persona se recupere y se fortalezca.»
- Mabel Correa: «La verdad es que yo tuve dos privilegios enormes. Primero, el tiempo que estuve en casa y no tuve un trabajo con un sueldo. Lo digo como un privilegio, porque no solamente pude estar en todo momento dedicada a la crianza de mis hijos, ser la enfermera de ellos cuando estuvieron enfermos (a veces solamente curan las manos de mamá), sino también respecto al ministerio. Fue bonito tener tiempo para poder acompañar y para poder estar.
Por otro lado, tuve un segundo privilegio que fue estudiar en una institución cristiana donde toda la parte vocacional se enfoca a servir a la iglesia y a Dios sobre todas las cosas y luego al prójimo. Entonces, con toda esa formación, por más que no fuera en una entidad de trabajo, pude trabajar mucho en la iglesia a partir de esa vocación con la que había estudiado. Y aunque no se trabaje como tal, en la iglesia se puede hacer mucho: se puede orientar y se puede aliviar.
Una de las cosas que yo podía hacer porque no llegaba de otra forma, era poder ir a cuidar a alguien, por ejemplo, una noche entera, yéndome al hospital a poder cuidar de algún hermano de iglesia que estaba solo lejos de su país. La verdad es que en el ministerio podía hacer más relación de esa manera, con la amistad, charlas y buenos ratos, que a veces en una predicación o un sábado en la iglesia.» - Abigail Esquirolea: «Vivirlo acompañada de mi marido es un reto, porque no siempre es fácil compaginar horarios y más ahora que lo estamos viviendo desde otra perspectiva, dentro de la sanidad, pero dentro de la educación, de enseñar a los demás cómo ser buenos sanitarios. Es una mezcla de todo. Es una mezcla de la enfermería y de cómo ponerla en práctica, y a su vez de cómo enseñar a otros a ser esas manos que cuidan, que protegen a los demás. Y todo esto mezclado con la vocación pastoral en casa, pues hace un popurrí complicado. La parte chula es llevarla a campamentos, a actividades JAE, a todas estas cosas que hacen que te sientas cerca y mezcles un poquito todas las partes que más te gustan: por un lado, la vocación pastoral, por otro lado, la vocación de ayudar a otros dentro de la sanidad y por otro lado la vocación docente de poder enseñar a cómo cuidarse o llevar una vida sana.»
- Eva Domínguez: «El ministerio de salud es el brazo derecho del mensaje del tercer ángel, como dice el Espíritu de Profecía, por lo tanto, para mí es un trabajo que se complementa con el ministerio pastoral, dándole de esa manera una mirada más integral de la vida espiritual.»
Autora: Dra. Sarai de la Fuente Gelabert, médica familiar y comunitaria, además de directora del Departamento de Salud de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imagen: Shutterstock
Artículo anterior: El Día de la enfermería debiera ser cada día. Parte I
Artículo siguiente: El Día de la enfermería debiera ser cada día. Parte III (próximamente disponible)
Referencias:
[1] La reforma pro salud. Ellen G White. Joyas de los Testimonios 1, p.319.1.
[2] Claudia Ioana Dolete. Enfermera. Máster en bioética. Trabaja en medicina de prevención. Sirve junto a su esposo en las iglesias de Castellón-Lepanto y Valencia-Betel.
[3] Mabel Correa. Enfermera. Trabajo reciente en residencia de ancianos. Estudia el EIR para optar a la especialidad de matrona. Sirve junto a su esposo en las iglesias de El Puerto de Santa María, Algeciras y La Línea.
[4] Eva Domínguez. Enfermera. Trabaja en un Centro de Atención Primaria en Girona (Montilivi i Vila-roja). Sirve junto a su esposo en las iglesias de Girona, Vic y Sabadell.
[5] Abigail Esquirolea. Enfermera. Trabaja como profesora de Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería. Sirve junto a su esposo en la iglesia Cero en Madrid.
[6] Cleo Nae. Auxiliar de Enfermería. Trabaja en el Hospital La Paz (Madrid). Sirve junto a su esposo en la iglesia de Madrid-Eben Ezer.