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La dama de la lámparaLa dama de la lámpara

Era conocida como «la dama de la lámpara» (the lady of the lamp). El periódico The Times, informando sobre el estado de los heridos de la Guerra en Crimea, escribió sobre ella:

«Sin exageración alguna es un ‘ángel guardián’ en estos hospitales, y mientras su grácil figura se desliza silenciosamente por los corredores, la cara del desdichado se suaviza con gratitud a la vista de ella. Cuando todos los oficiales médicos se han retirado ya y el silencio y la oscuridad descienden sobre tantos postrados dolientes, puede observársela sola, con una pequeña lámpara en su mano, efectuando sus solitarias rondas.»[1] (The Times, 8 de febrero de 1855).

Vocación de una enfermera

La jovecita Florence, con 17 años y fe anglicana, sintió el llamado de Dios mientras se encontraba sentada bajo un hermoso cedro en la finca familiar de Embley Park (Inglaterra)[2], una mañana de febrero de 1837.

«Dios me llamó en la mañana y me preguntó si haría el bien en su nombre, sin buscar reputación.» Escribió en su diario tiempo después.[3]

Tras de aquella experiencia tomó la firme decisión de dedicarse a la enfermería, que hizo efectiva con 24 años, precisamente en el año 1844.[4]

Para la familia Nightingale, la decisión de Florence era un absoluto desafío a las tradiciones y convenciones sociales de su época, ya que lo que se esperaba de una mujer joven y soltera es que se casara, tuviera hijos y cumpliera su rol de esposa y madre sin otras expectativas.

Pero tras vencer la oposición familiar y superar diversos escollos, Florence Nightingale logró formarse como enfermera.

Legado de una pionera

Hoy en día, todo el mundo reconoce la labor de Florence Nightingale al sentar las bases de la profesionalización de la enfermería.

Su contribución más famosa, y por la que se hizo popular su apodo ‘la dama de la lámpara’, fue durante el servicio sanitario en el Hospital de Scutari en la zona de conflicto de la Guerra en Crimea (1853-1856); donde, debido a su gestión realizando mejoras de higiene y otros cuidados, redujo el índice de mortalidad de los heridos del 42% al 2%.[5]

De regreso a Inglaterra, en 1860, fundó la primera escuela laica de enfermería del mundo en el Hospital Saint Thomas de Londres.

Su trabajo inspiró al filántropo suizo Henri Dunant a fundar la institución de la Cruz Roja. Fue ampliamente reconocida y condecorada por su labor como enfermera pionera de la enfermería moderna.

Día Internacional de la Enfermería

La fecha de su nacimiento, 12 de mayo de 1820, es recordada cada año a nivel mundial con la conmemoración del Día Internacional de la Enfermería.

Probablemente, poco importaba a las personas que ella atendió, la distinción, la fama o el reconocimiento de la Srta. Nightingale. Para sus pacientes, ella era ‘la dama de la lámpara’ que los acompañaba en sus noches de enfermedad, que se desvivía para aliviar su dolor… ella era sencilla pero magníficamente: su enfermera.

Valor de un solo día

En un mundo altamente infoxicado, donde lo que hoy es noticia, mañana ha caído en el olvido, que exista un Día Internacional de la Enfermería, más bien resulta escaso, aunque necesario. Un día pasa volando en redes sociales. Si el tweet o el post no se ha publicado hoy, mañana es tarde y pierde valor. No digamos ya si pasan algunas semanas.

Pero esta dictadura de los algoritmos de internet resulta de escasa incumbencia a aquellos para quienes un día supone muchísimo tiempo, porque sobrepasar las 24h es haber superado un día más de vida.

Esta noción del tiempo es distinta para quien yace en una cama de hospital, espera visita en la residencia de ancianos, entra a un quirófano, le realizan una prueba diagnóstica, acude a su cita en el centro de salud, permanece semanas en la UCI, recibe cuidados en su domicilio, es atendido de urgencia vital en una ambulancia… y tantos otros etcéteras en los que, el tiempo no se mide por cantidad sino por calidad.

Y esa calidad se distingue y se valora a través del trato en la atención dispensada por su enfermera o enfermero. ¡Cuánto valor incalculable tiene ese cuidado de enfermería en un solo día!

Pioneras de la enfermería adventista

Al revisar la historia de nuestra Iglesia Adventista en España, mi esposo, el pastor Jonatán Bosqued, me advirtió sobre un dato muy interesante. Durante la segunda década del siglo pasado y con una incipiente presencia adventista en España, el anuario de la Conferencia General registró los nombres de los primeros adventistas con cargos de responsabilidad en la entonces llamada Misión Española.

Y nueve años después de la llegada a Barcelona en 1903 de los primeros misioneros estadounidenses Walter y Frank Bond, encontramos que consta en dicho anuario del año 1912 la designación del cargo de enfermera misionera (missionary nurse) con la hermana Teresa Abella[6]; y en 1917 se registraron dos enfermeras misioneras: las hermanas Ángela Sangüesa y María Badenas.[7]

La membresía española entonces no superaba las 50 personas.[8] Pero al comparar el número de ministros y misioneros asignados a la Misión Española, se hace evidente la prioridad y relevancia que se dio a la enfermería, en esos inicios de la iglesia en España, como una profesión clave para la misión de predicar el Evangelio.

Vocación pastoral y enfermería

Del mismo modo, pocas décadas más tarde, en la España de postguerra, durante la década de 1940-1950, entre los estudiantes de la segunda y tercera promoción de obreros formados en la Academia Excelsior de Madrid (primer seminario de teología adventista en España), cuatro de aquellos futuros pastores y una obrera bíblica obtuvieron también la titulación en enfermería, que entonces se denominaba ‘practicante’.[9] Lo cual no deja de ser un hecho notable en la historia de los inicios de la Iglesia Adventista en España; y nos muestra una vez más como la predicación del mensaje evangélico ha ido ligado —y debe ir ligado— al mensaje de salud.

Continuará…

Y precisamente para ejemplificar esta doble labor de predicación dual de la Palabra y la salud, en la segunda parte de este artículo conoceremos una colección de testimonios personales de enfermeras adventistas que ejercen su profesión en la actualidad en combinación con la vocación de servicio pastoral junto a sus esposos pastores de nuestra Unión Adventista Española.

Autora: Dra. Sarai de la Fuente Gelabert, médica familiar y comunitaria, además de directora del Departamento de Salud de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imágenes: Archivo y varios. Las imágenes de los alumnos de la academia Excelsior 01 y 02, son capturas de pantalla del vídeo de HopeMedia Retro, «100 años de historia»

 

Artículo siguiente: El Día de la enfermería debiera ser cada día. Parte II (próximamente disponible)

 

Referencias:

[1] Citado en Cook, E. T. The Life of Florence Nightingale. (1913) Vol 1, p. 237.
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Embley_Park
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Florence_Nightingale
[4] Ibid.
[5] Ibid.
[6] Https://adventistdigitallibrary.org/adl-426277/seventh-day-adventist-yearbook-january-1-1912 NOTA: En el libro ‘Compartiendo la esperanza. Cien años de adventismo del séptimo día en España.’ (Editorial Safeliz, 2003) se registra que la hermana de José Abella, uno de los tres primeros adventistas bautizados en España, se llamaba Maria Abella (1898-1933) y fue enfermera e instructora bíblica. Desconoce la autora si se trata de la misma persona, que pudo tener un nombre compuesto y no quedar registrado en el documento referenciado de 1912.
[7] https://adventistdigitallibrary.org/islandora/object/adl%3A426282/%3Fview_only%3Dtrue
[8] Rapport trimestriel des églises de l’Union Latine, 2e. trim. Le Messager, oct 1911, pp. 120,121. Citado por: José López Gutiérrez. Mirando al cielo. Los adventistas españoles, 1903-1978. 1ªed 2018, Aula7activa – AEGUAE, p 107. https://issuu.com/aula7activa/docs/mirando_al_cielo
[9] José López Gutiérrez. Mirando al cielo. Los adventistas españoles, 1903-1978. 1ªed 2018, Aula7activa – AEGUAE, p 237. https://issuu.com/aula7activa/docs/mirando_al_cielo
Revista Adventista de España