La mayor parte de nuestros días estamos involucrados en situaciones conflictivas que exigen nuestro esfuerzo y mucha dedicación para sobreponernos a los desafíos y tempestades que nos agotan.
«[…] Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza» (Nehemías 8: 10).
Pero la verdad es que, generalmente, al final de esos desafíos diarios, salimos victoriosos; claro que, con desgastes, pero victoriosos. Noto que la mayoría de las veces a los líderes de las organizaciones les falta reconocer y celebrar con sus colaboradores esas victorias que son el resultado de la entrega y la dedicación de cada uno.
La historia de Nehemías
La historia de Nehemías es realmente encantadora, educativa e inspiradora, porque él no reconstruyó solo los muros, varias personas colocaron sus manos y, naturalmente, al terminar podíamos pensar: «no fue más que una obligación, cumplieron con su deber, pues eran los habitantes de allí, etc.» Pero, ¿qué sucedió en la secuencia?
Aunque usted piense que hizo todo solo, y a veces hasta puede parecer que algo de éxito alcanzó, eso no es una verdad absoluta, porque todo lo que usted hizo, independientemente de si fue fruto exclusivo de su talento o recursos, proviene de Dios, por eso agradezca porque él está siempre con nosotros. Lo interesante es que el cuidado y la compañía de Dios con nosotros son continuos; él nos da vida, y a través de la naturaleza nos sustenta, entonces agradezca.
La historia de Nehemías no termina ahí, siempre en la vida debe haber celebración, y esta debe involucrar a todos, eso mismo, a todos. El pedido fue claro, «enviad porciones a los que no tienen nada preparado».
Yo vivo en una ciudad del interior, apartada de la capital, pero necesito ir a la capital por lo menos dos veces a la semana. Cuántas veces me detuve a agradecer a la persona que limpió mi auto, el operario que abasteció mi auto, a la empleada que me entrega el pan en la panadería, o el albañil y el pintor que están cuidando de mi casa nueva, mi secretaria que no me deja perder compromisos y me recuerda de realizar los pagos, etc. La lista es larga.
Reconozcamos la ayuda que nos prestan
Tenemos una dificultad muy grande en reconocer que todo lo que hacemos solo fue posible porque otros nos ayudaron. El sentimiento de omnipotencia que llevamos solo termina cuando estamos en una situación adversa o cuando ya no tenemos más una determinada posición en la sociedad o las organizaciones.
En el circuito internacional de tenis es costumbre que el patrocinador entregue como premio un auto de su marca, recuerdo a un tenista brasileño que ganó varios títulos, al final de un torneo, él dio el auto que acababa de ganar a su entrenador, entre otros discursos agradecía al personal de la academia, al fisioterapeuta, al nutricionista, entre otros. Aun en un deporte individual la victoria solo es posible con la ayuda de otros.
Reconozca que usted solo es lo que es porque otros lo ayudaron o continúan ayudándolo. Celebre, haga fiesta a todos los involucrados, y si no tienen nada para festejar, comparta lo suyo.
Indicación de lectura: Fred Kofman, Liderazgo y propósito: El nuevo líder y el significado real del éxito.
Autor: Eduardo Lópes, administrador, maestro en liderazgo y negocios internacionales y estudiante de doctorado en gestión de la competitividad (FGV). Cuenta con más de 20 años de experiencia profesional con desempeño en puestos ejecutivos en el área de recursos humanos, marketing y gestión general. Actualmente, es profesor universitario en el Centro Universitario Adventista (Unasp) desde 2010.
NOTICIA ORIGINAL: Reconozca… Celebre