Pornografía: los daños físicos, psicológicos, sociales y espirituales detrás de la ilusión del placer.
El acceso a contenido pornográfico creció un 600% con la pandemia, según una investigación de la Netskope.
No es como otras drogas. El usuario no necesita salir de su casa ni abrir la billetera para adquirirla; basta con hacer un clic en la pantalla y ahí está, lista para usar. Aunque no sea una sustancia narcótica, los estudios comprueban que la pornografía tiene efectos semejantes en el cerebro humano, y el mismo potencial de causar dependencia. Aun así, la sociedad parece ignorar que sea un problema de salud pública y trata su consumo como un comportamiento tolerable e inofensivo.
Si nos remontamos a unos años atrás, «todo lo que se relaciona al libertinaje sexual», que es el concepto primario de pornografía, era presentado en imágenes, videos y películas reservadas, de difícil acceso. Hoy, ese tipo de contenido está explícito en canciones, clips, comerciales y películas considerados adecuado hasta para niños.
Lo que no sorprende en eso es que la industria pornográfica es una de las más lucrativas, manejando billones de dólares por año y superando a los grandes imperios del entretenimiento en el mundo, como lo muestran los datos del sitio Yahoo Finance.
En cuanto a la audiencia, su aumento acompaña fenómenos como la creciente accesibilidad a la tecnología y a Internet, y también por la pandemia. Una encuesta divulgada por la empresa estadounidense de seguridad Netskope revela que el consumo de contenido pornográfico creció un 600% en el primer semestre de 2020 con relación al mismo período del año anterior; ese es un reflejo de la migración en masa de los trabajadores al sistema home office, de los estudiantes al homeschooling, y del aislamiento social en el escenario pandémico.
Exposición precoz
Y en medio de ese público están los niños. Los estudiosos reconocen que ellos están expuestos a la pornografía cada vez de forma más precoz. Hoy, el promedio de edad en que se tiene el primer contacto con el contenido pornográfico es a los nueve años. Esa también es la edad aproximada en que los niños suelen recibir de regalo su primer celular. Eso no es una coincidencia.
Según la psicopedagoga Glaucia Korkischko, directora del Ministerio Infantil y del Adolescente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Sudamérica, ese contacto precoz resulta de la falta de acompañamiento de los padres y de la falta de conversaciones instructivas sobre el tema. “Ya sea en familia, en la escuela o en la iglesia, a los niños les gusta jugar y recibir atención. Si tienen buenas actividades y una buena conversación, no tendrán interés por perversiones en el campo sexual”. Por otro lado, los perjuicios de ese tipo de contenido en la mente infantil son inmensos. “El mayor de ellos es la distorsión de la realidad. La exposición a la pornografía promueve la erotización, y no la educación, y estimula performances abusadoras”, alerta Glaucia.
Para la psicopedagoga, la educación sexual es un tema bastante amplio, que involucra toda la identidad del niño, y no solo una parte de él, como los órganos sexuales. “Esa instrucción debe tratar más sobre quién es el niño, como Dios lo formó y cómo puede protegerse de los peligros relacionados al sexo. Una educación sexual de calidad entre padres e hijos, profesores y alumnos, deja el camino abierto para el diálogo y forma adultos íntegros y exitosos. Y con respecto a las franjas etarias, hay indicaciones sobre lo que es apropiado o no hablar en cada edad. Pero la regla básica es responder las curiosidades de la fase, no profundizando en temas que el niño todavía no tiene necesidad de saber. Y para ser asertivo, se debe evaluar también el contexto en el que el niño está incluido”, puntualiza.
La ilusión de la pornografía
En su artículo sobre el tema, publicado en la edición de 2015 de la revista Rompiendo el Silencio, el periodista Michelson Borges llama la atención a otro ángulo de ese asunto: las secuelas físicas y psicológicas sufridas por quien actúa en la industria pornográfica. Él cita declaraciones de exactrices porno sobre el abuso, la humillación y la violencia que sufren en las grabaciones, las enfermedades sexualmente transmisibles que contraen, además de las mentiras que están obligadas a contar con su actuación. Muchas de ellas terminan recurriendo al uso de drogas y alcohol para lograr realizar las filmaciones, lo que las lleva a la adicción y todas sus consecuencias. Libres de esa realidad, hoy algunas de esas actrices militan contra la industria pornográfica, exponiendo sus males y apelando a la población a que no apoye ese mercado con su audiencia.
Una cuestión espiritual
De acuerdo con el teólogo Rafael Rossi, “para los cristianos, el modelo de conducta sexual está establecido en la Biblia, y puede resumirse en pureza de vida (1 Tesalonicenses 4:3; 1 Corintios 6:13). El sexo es un regalo de Dios para los seres humanos. Por lo tanto, debe comprenderse como algo especial y que exalta la dignidad humana. Por otro lado, la pornografía banaliza y vulgariza el sexo, además de crear una ilusión que destruye las bases morales y espirituales. Los que consumen pornografía entran en una prisión pensando estar libres”.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día asume una posición en contra de toda forma de abuso, violencia o comportamiento que genere perjuicio físico, psicológico o espiritual. En ese sentido actúa la campaña Basta de silencio, que cada año presenta una temática diferente, alertando e instruyendo a la sociedad sobre esos problemas, y contribuyendo con soluciones. La edición de 2015 (en ese momento, Rompiendo el silencio) abordó, sobre todo, el tema de la pornografía. Los materiales pueden encontrarse en el sitio oficial de la campaña.
Una adicción como cualquier otra
La psicóloga y fisioterapeuta Eliane Melo suele recibir en su perfil en Instagram declaraciones de internautas que sufren los perjuicios de la adicción a la pornografía. Es parte de su trabajo ayudar a esas personas a solucionar este y otros problemas relacionados a la sexualidad bajo la luz de la Biblia y de la ciencia. En una entrevista para este reportaje, ella expresa las percepciones que obtuvo de su experiencia con ese público:
¿Cuáles son las principales quejas presentadas y que se relacionan con la adicción a la pornografía?
Existen algunos escenarios. Considerando el público cristiano, primero tenemos personas solteras que usan la pornografía como recurso para disipar la energía sexual. Ellas tienen la sensación de que, cuando se casen, canalizarán naturalmente esa energía hacia la relación sexual con sus cónyuges. Eso es un engaño, porque los perjuicios del consumo de pornografía serán llevados dentro del casamiento.
Ahí viene el segundo escenario: las personas casadas, que generalmente consumen pornografía desde antes del matrimonio y hoy no logran ser felices sexualmente con sus cónyuges porque se acostumbraron con el exceso de estímulo. Así, unido a problemas de desempeño sexual, ellas van perdiendo el interés en las relaciones reales.
Otros perjuicios están en el ámbito social. Para dar fluidez a la adicción, las personas se aíslan, pasan cada vez más tiempo recluidas, eso va desencadenando un cuadro de depresión, ansiedad, comportamiento irritado, y muchas personas terminan perdiendo sus relaciones y hasta el empleo por causa de eso.
¿Existen estudios que comprueban los efectos de la pornografía en el cuerpo y en la mente?
Vivimos en una sociedad súper sexualizada, que normalizó todo lo que es sexual, como la masturbación y la pornografía. Y eso trae algunas dificultades para las investigaciones. Una de ellas es conseguir un grupo de control, que en ese caso sería un público que nunca consumió pornografía, para compararlo con otro grupo que la consume regularmente. Entonces, faltan estudios comparativos.
Pero existen investigaciones que nos permiten entender los efectos de la pornografía en el cerebro, especialmente su potencial de causar dependencia. Los estudiosos comparan su efecto al de la cocaína, o la heroína, porque son las mismas áreas cerebrales las que son estimuladas. En todos esos casos hay una gran liberación de dopamina, que está relacionada al circuito del placer y de la recompensa, y el usuario está enormemente propenso a la adicción. Ocurre que, cuando la persona decide librarse de una droga, logra limpiar su organismo. En el caso de la pornografía, como se trata de imágenes, no se logrará eliminarlas de la memoria.
Esos estudios también muestran la progresión de la adicción. Para seguir satisfaciéndose, la persona necesita de estímulos cada vez más intensos, entonces pasa cada vez más tiempo viendo pornografía o busca contenidos cada vez más pesados.
¿Cómo se puede identificar la adicción a la pornografía?
Esa adicción tiene diferentes niveles y comportamientos característicos. Un primer indicio es que la persona manifiesta irritación al leer o escuchar alguna crítica o comentario sobre los perjuicios de la pornografía. Otra señal es que tiene miedo de que las personas descubran sus ingresos a esos contenidos y se siente incómoda con la posibilidad de que ocurra, porque reconoce que existen perjuicios sociales en ese hábito. Además, cuando se despierta comienza a pensar en eso e imagina en qué momento del día podrá ingresar a la pornografía, y comienza a idear el momento de quedarse a solas para hacerlo. En niveles más graves de la adicción, la persona ya prefiere la pornografía a la relación real, porque se acostumbró a esos estímulos, o aun después de tener una relación sexual, siente la necesidad de consumir pornografía para obtener satisfacción completa.
Si la persona identifica en sí misma uno de estos síntomas, significa que ya tiene algún grado de dependencia. Entender el concepto de la adicción es muy importante porque, si analizamos bien, todos en algún momento tuvimos contacto con pornografía, pero eso no significa que todos seamos adictos a ella.
¿Es posible liberase de la adicción a la pornografía?
Sí. Como cualquier otra adicción, la “desintoxicación” es un proceso lento y difícil, pero totalmente posible.
¿Cuáles son los pasos que se deben seguir para dejar ese vicio?
Reconocerlo es el primer paso. Y ya enumeré los síntomas de la adicción. Solo podemos transformar algo en nosotros cuando reconocemos la necesidad de cambio.
Otro paso es saber identificar los desencadenantes mentales que llevan al consumo de la pornografía. Puede ser la frustración, el estrés, la ira, el rechazo, etc. Situaciones en las cuales la persona no sabe cómo actuar, entonces va en busca de algo que sustituya esa mala sensación por placer. Entonces es necesario mapear esos desencadenantes.
La persona también debe sustituir ese hábito por otras actividades placenteras, como la actividad física, la lectura de un libro, etc. La persona puede pensar: “¿qué me gustaba hacer que lo reemplacé por la pornografía?”, y retomar eso.
Otro paso: compartir la situación con alguien de confianza. Cuando otra persona sabe de la debilidad, puede ser un apoyo en el proceso de curación. Juntas pueden desarrollar estrategias para evitar los desencadenantes y las situaciones propicias de la práctica. Es importante recordar que esa persona será solo un apoyo, y nunca la responsable de la liberación de la adicción.
En muchos casos, será necesaria la ayuda de un profesional, como la de un psicólogo. También existen organismos y ministerios de apoyo, como el perfil en Instagram. Esas comunidades están llenas de personas que también luchan contra la adicción, y pueden compartir experiencias y estrategias. Es importante sentir que no se está solo en esa batalla.
Finalmente, un punto muy importante es que es necesaria una ruptura abrupta. Las carpetas secretas donde guarda los contenidos, los sitios que ingresa, los grupos en donde recibe y comparte ese tipo de contenido, todo eso debe ser eliminado definitivamente.
Usted habla mucho sobre el propósito de Dios para la sexualidad humana. ¿Cuál sería ese propósito y por qué la pornografía no se encaja en él?
Dios ideó el sexo para la reproducción y también para el placer. Pero no un placer solitario, o que dañe, que perjudique la percepción de uno sobre el otro. Dios pensó en el sexo de a dos, con placer mutuo, respeto, complicidad, unión e intimidad emocional. En la pornografía se nota lo contrario a eso; se percibe egoísmo, aislamiento, adicción, placer estrictamente físico, humillación, infidelidad, culpa, objetivación del otro y la idea de un placer fácil, inclusive proveniente de cosas extravagantes que pueden perjudicar el cuerpo y la salud. Entonces, la pornografía es una total distorsión del ideal divino. Y es lo que Satanás siempre hace: distorsiona algo que fue un regalo de Dios para nosotros.
Autora: Karol Lazo, presentadora de TV, locutora de radio, productora.
Imagen: Foto de charlesdeluvio en Unsplash
NOTICIA ORIGINAL: Pornografía: Lo que esa industria no te contó
Muy interesante artículo informativo y de ayuda para la educación de los niños y jóvenes de nuestra iglesia así como una herramienta para los padres y tutores.
Y aunque no se menciono claramente en el artículo, las personas adictas a la pornografía NO pueden salir de esa adicción fácilmente tal como le sucede a un toxicómano, marihuano, etc. Es imprescindible que la persona tenga voluntad propia firme y decidida a cambiar.
Buen apunte, José. Además, necesitan ayuda psicológica. Muchas gracias por tu comentario.