En algún momento, todos tenemos que dar nuestra opinión sobre los temas sociales. ¿Estás preparado?
Los periódicos y revistas están plagados de temas sociales. Aparecen en conversaciones y redes sociales. En algún momento todos damos nuestra opinión. Algunos miembros de la iglesia piden orientaciones, otros observan la postura de sus líderes ante estos temas tan complejos. ¿Qué podemos hacer? Creo que un texto corto es insuficiente para abordar todos los matices, pero aun así, me gustaría compartir algunos puntos que me parecen relevantes con respecto a nuestra manera de tratar con eso.
Escuche a la sociedad
Las redes sociales amplifican las voces de protesta y, como consecuencia, hacen que la sociedad se vuelva mucho más sensible a las reivindicaciones de grupos que a lo largo del tiempo han sido marginados. Como líderes, debemos considerar atentamente el sufrimiento de las personas que luchan día a día para ser tratadas con la dignidad y el respeto que todos merecen, al ser creados a imagen y semejanza divina.
Conozca lo que Dios reveló sobre el tema
La injusticia, la violencia y la opresión son condiciones que acompañan la historia de la humanidad desde la caída. El desequilibrio de las relaciones interpersonales provocado por el pecado es continuamente recordado a lo largo de la narrativa bíblica, así como la respuesta divina en relación a esos males de la sociedad.
Las Escrituras presentan juicios, reprensiones y orientaciones de Dios para que el pueblo del pacto viva a la altura de sus estándares de justicia. Además, los adventistas del séptimo día tienen el ministerio profético de Elena de White, una fuente valiosa de consejos sobre el tema. Por lo tanto, es importante que nuestras posiciones y acciones estén correctamente fundadas en la revelación divina.
Eduque a la iglesia
Los líderes cristianos debemos admitir que muchas veces limitamos nuestros sermones sobre las cuestiones sociales a la condición de los menos favorecidos económicamente. Nos olvidamos de otros graves problemas, como el racismo y la desigualdad de género. Necesitamos ampliar la comprensión de los miembros de la iglesia sobre estos temas, de manera que nuestras enseñanzas generen un cambio de mentalidad y acción.
Las personas verdaderamente transformadas por el evangelio se vuelven agentes de transformación en todas las dimensiones de la vida. Si cada miembro de la iglesia practica la justicia, ama la misericordia y anda humildemente con Dios (Miqueas 6:8), ¿cuáles serían los resultados? ¿De qué manera una visión más amplia sobre la responsabilidad cristiana con relación a los oprimidos impactaría la dinámica congregacional y los ministerios de servicio a la sociedad? Es verdad que la complejidad del tema, su politización y la polarización que lo envuelve pueden inhibirnos. Sin embargo, un enfoque bíblico consistente, sumado a la lectura de libros como El ministerio de la bondad, de Elena de White, ayudarán a la promoción de iniciativas equilibradas y relevantes.
Tenga cuidado con las discusiones públicas
A los líderes cristianos que participan en las redes sociales, muchas veces les atrae participar en debates públicos, posicionándose del lado de los movimientos reivindicatorios y diseminándolos por medio de hashtags, likes, o compartiendo publicaciones. Sin embargo, necesitan tener cuidado antes de hacer eso, y considerar algunas cuestiones importantes a la luz de la cosmovisión bíblica: (1) ¿Cuáles son los supuestos detrás de esos movimientos? (2) La metodología usada para reivindicar ¿es legítima? (3) ¿Cuáles son las implicaciones directas e indirectas de esas reivindicaciones? Recordemos que el fin no justifica los medios.
Además, deberíamos ser más activos en promover el bien por el ejemplo, no por el argumento. Hace un tiempo leí una frase atribuida a Ross Perot que me hizo pensar: “El activista no es el hombre que dice que el río está sucio. El activista es el hombre que limpia el río”. Por lo tanto, ¡que nuestras acciones hablen más alto que nuestras palabras!
Mantenga el gran conflicto en perspectiva
Aunque el evangelio tenga una dimensión de transformación social, sabemos que nuestros esfuerzos son insuficientes para promover justicia plena para todos. El gran conflicto es una realidad y se terminará solamente en ocasión de la segunda venida de Cristo. Hasta entonces debemos ser solidarios con los que sufren. Seamos activos en hacer lo que está a nuestro alcance para ayudarles. Ocupémonos en señalar a todos el único camino para la justicia plena y definitiva: Jesucristo.
Autor: Wellington Barbosa, Graduado en Teología y administración, es especialista en Aconsejamiento familiar, maestro en Teología y doctor en Ministerio por la Universidad de Andrews (USA). Trabaja en la Casa Publicadora Brasileña (CPB), donde es el director de la revista Ministerio, dirigida a pastores y líderes de la Iglesia Adventista.
PUBLICACIÓN ORIGINAL: Una voz de equilibrio