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Ante las frecuentes consultas sobre las vacunas que venimos recibiendo en el Departamento de Salud de nuestra Iglesia en España, hemos decidido abordar este asunto en la Revista Adventista. Pronunciarse sobre las vacunas resulta complicado teniendo en cuenta sus numerosas repercusiones, tanto en el ámbito sanitario como en el económico e incluso político. Solamente nos hemos atrevido a publicar este escrito después de orar y de consultar con diversos expertos de nuestra Iglesia.

La vacunación es uno de los avances más importantes que se ha dado en salud pública y salva millones de vidas al año, según la OMS. [1] Ya nadie recuerda lo que era perder a un niño por difteria, o tener un vecino afectado por las secuelas de la polio. Las campañas de vacunación han contribuido, junto con la mejora de la higiene, a reducir drásticamente las secuelas y la mortalidad causada por algunas enfermedades infecciosas.

El 15 de marzo de 2015, la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día publicó esta declaración sobre las vacunas: [2]

“La Iglesia Adventista del Séptimo Día coloca un fuerte énfasis en la salud y el bienestar. El énfasis adventista en la salud se basa en la revelación bíblica, los escritos inspirados de E.G. White (cofundadora de la iglesia) y en la literatura científica comprobada por pares. Así, animamos a la inmunización/vacunación responsable y no tenemos razón con base en la fe para no animar a nuestros adherentes a participar de manera responsable en programas de inmunización protectores y preventivos. Valoramos la salud y la seguridad de la población, lo que incluye el mantenimiento de la ‘inmunidad colectiva’. No somos la consciencia del feligrés individual y reconocemos las decisiones individuales. Estas las ejercen las personas. La decisión de no ser inmunizado no es y no debe ser vista como el dogma ni la doctrina de la Iglesia Adventistas del Séptimo Día”.

La vacuna, ¿solución contra el coronavirus?

Con la llegada de la pandemia por COVID-19, se plantea un nuevo escenario. Muchos han puesto su esperanza en la anunciada vacuna contra el coronavirus. “A ver si sacan la vacuna ya y termina todo esto” es una de las frases más escuchadas. La ilusión por el hecho de que la vacuna detenga la epidemia ha revolucionado las bolsas de todo el mundo, y algunas compañías farmacéuticas prevén ingresos multimillonarios.

Muchos estamentos y organizaciones, como la BBC británica [3], están ya advirtiendo que la deseada vacuna no va a ser una solución milagrosa contra la pandemia.

Cabe preguntarse si como denominación religiosa portadora de un importante mensaje sobre la salud podemos esperar tanto de la ansiada vacuna contra el coronavirus. El pastor Ted Wilson, presidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día escribía en el mes de marzo de 2020: [4]

“Numerosos investigadores y profesionales de la salud han reconocido que una de las mejores formas de evitar contraer el coronavirus, o cualquier virus, es tener un sistema inmune saludable, construido a través de hábitos saludables en el estilo de vida. Los adventistas del séptimo día son conocidos por vivir de forma saludable, por seguir los maravillosos principios de salud mencionados en la Biblia y en los escritos inspirados de Elena de White. Vivir de forma saludable incluye una buena nutrición a través de una dieta equilibrada basada en plantas, con mucha fruta y vegetales frescos, frutos secos, semillas y granos integrales, y evitar grasas y azúcares, los cuales debilitan el sistema inmune.”

Los adventistas estamos en lo cierto cuando defendemos que tener un sistema inmunitario saludable y eficiente, además de seguir las normas de higiene, resulta al menos tan importante como la vacunación (si no incluso más), para la prevención de las infecciones. Entre otras cosas porque no existe una vacuna para los muchos gérmenes patógenos que amenazan nuestra salud actualmente, ni mucho menos contra los que posiblemente van a aparecer en un futuro.

Un reciente informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), organismo vinculado a la ONU (Naciones Unidas), dice que existen hasta 827.000 tipos de virus diferentes en la naturaleza que podrían infectar a las personas, y pronostica pandemias más frecuentes, mortales y costosas. [5] Evidentemente, no resulta posible desarrollar vacunas contra 827.000 virus diferentes, aunque a algunos posiblemente les gustaría.

Que habrán más epidemias y pandemias en el tiempo del fin, no debería sorprender a los creyentes. Jesús ya lo anunció en Mateo 24: 7. El maltrato a la naturaleza, y especialmente a los animales para la producción masiva de carne, la deforestación y el comercio de animales silvestres son las causas que favorecen las epidemias actuales, según el mencionado informe.

Mientras sigamos en este mundo, y hasta que la naturaleza sea devuelta a su perfección original, habrán virus y otros muchos tipos de gérmenes patógenos. Puesto que no es posible eliminarlos todos, ni siquiera a pesar de los numerosos tipos de antisépticos y antibióticos disponibles, estamos obligados a convivir con ellos. Fortalecer nuestro sistema inmunitario es la forma más importante de hacer frente a los virus y otros gérmenes causantes de enfermedades.

Estrategias no farmacológicas

El Dr. Haroldo Rojas, director del Departamento de Infectología del Sanatorio Adventista del Plata, ubicado en Entre Ríos, Argentina, decía en una entrevista en mayo del 2020: [6]

“…como profesionales del área médica, debemos estar dispuestos a aceptar, también, estrategias no farmacológicas que estimulen nuestro sistema inmunológico. Desde una dieta basada en vegetales, por medio de tratamientos de hidroterapia y un buen descanso, que son parte de los ocho remedios naturales, dados por Dios. Usarlos ahora es una excelente oportunidad en un momento de pandemia estemos o no infectados. La posibilidad de que las pandemias como la del coronavirus SARS-CoV-2 y pestilencias similares sean más frecuentes y globales en los próximos años es real.”

Inquietudes que plantea la nueva vacuna

La anunciada vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2 causante de la COVID-19 despierta inquietudes, entre ellas las siguientes:

  • Su tecnología innovadora: Es la primera vez que se va a producir una vacuna a base de ARNm (acido ribonucléico mensajero), capaz de desencadenar en el cuerpo la producción de anticuerpos contra la proteína spike, mediante la cual el coronavirus se une a las células.
  • Su desarrollo en un tiempo récord: Según un estudio de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos), se tarda un promedio de diez años en desarrollar una vacuna. [7] El récord actualmente lo ostenta la vacuna de la parotiditis (paperas), que consiguió estar lista en un plazo de cuatro años. La vacuna contra el VIH causante del sida, aunque se trata de un virus muy diferente al SARS-CoV-2, todavía no se ha logrado después de casi 30 años de investigaciones. Desarrollar una vacuna en un año dificulta evaluar tanto su eficacia como sus posibles efectos secundarios a medio y largo plazo.
  • Su efectividad frente a los virus mutados: Los coronavirus experimentan frecuentes mutaciones en su código genético, dada su capacidad para recombinarse con otros virus. Eso mismo ocurre con los virus de la gripe de la familia mixovirus, otra familia de virus ARN similares a la de los coronavirus. Debido a esa capacidad para mutar, la vacuna de la gripe debe ser reformulada cada año. ¿Será efectiva la vacuna contra los coronavirus SARS-CoV-2 mutados, como los que ya se han detectado en varios lugares del mundo?
  • Su posible carácter obligatorio: Algunos dirigentes políticos ya han anunciado su intención de que la vacuna contra el coronavirus sea obligatoria, como lo es, por ejemplo, usar el cinturón de seguridad en un vehículo. Otros países ya obligaban a su ciudadanos a vacunarse antes de la pandemia, como República Checa y Bulgaria, prevaleciendo el derecho a la protección de la salud colectiva. En España actualmente prevalece el principio de autonomía de la voluntad, que reconoce el derecho a aceptar o rechazar terapias o procedimientos médicos. Sin embargo, también se establece por ley que las autoridades públicas puedan tomar cualquier tipo de medidas para preservar la salud pública. ¿Podría ser este un paso hacia la limitación de la libertad de conciencia en otras esferas, como la religiosa, basándose en una supuesta defensa del interés colectivo frente a la libertad individual?

Conclusiones

  1. Como adventistas del séptimo día, nuestro énfasis está en la prevención de las enfermedades mediante:
    • La higiene, cuyo fundamento se encuentra en los primeros libros de la Biblia.
    • El refuerzo del sistema inmunitario gracias a una alimentación y un estilo de vida saludables, basados también en principios bíblicos, y desarrollados y ampliados en los escritos de Elena G. White.
  2. Las vacunas, como cualquier medicamento, presentan aspectos positivos y negativos:
    • Positivos: Existe evidencia científica de los beneficios de la vacunación para la salud pública en el ámbito de la prevención de enfermedades infecciosas. Aunque no se puede atribuir únicamente a las vacunas la menor morbilidad actual de las enfermedades infecciosas, pues también contribuyen a ello las mejoras en la higiene y en los sistemas de saneamiento público.
    • Negativos: Tras la vacunación pueden ocurrir efectos indeseables, la mayor parte de ellos a corto plazo y leves. Teóricamente, también existe la posibilidad de que algunas vacunas víricas, como las desarrolladas últimamente mediante ingeniería genética, tengan efectos secundarios importantes a medio o largo plazo, aunque actualmente no hay pruebas concluyentes de ello.
  3. El hecho de vacunarse no elimina la necesidad de seguir las normas de prevención así como de un estilo de vida saludable. “Vacúnate y haz lo que quieras” no es un mensaje aceptable.
  4. La decisión de vacunarse o de no hacerlo es individual y respetable, pero no puede basarse en ningún dogma o doctrina de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
  5. La Iglesia Adventista del Séptimo Día no rechaza las vacunas. Pero puesto que no es posible disponer de una vacuna contra todas las enfermedades infecciosas actuales, ni mucho menos contra las causantes de posibles epidemias o pandemias en un futuro, nuestro énfasis se debe centrar en fortalecer el sistema inmunitario mediante un estilo de vida saludable basado en los 8 remedios naturales.

Autor: Jorge D. Pamplona Roger, Doctor en Medicina y Cirugía, Master en Salud Pública por la Universidad de Loma Linda. Departamento del Ministerio de la Salud, Unión Adventista Española.

Referencias:
[1] https://www.who.int/health-topics/vaccines-and-immunization#tab=tab_1
[2] Traducción tomada de la página web de la División Sudamericana. https://noticias.adventistas.org/es/noticia/salud/iglesia-adventista-adopta-posicion-con-respecto-a-las-vacunas/
Texto original: https://www.adventist.org/articles/immunization/
[3] https://www.bbc.com/mundo/noticias-54458516
[4] Ted N. C. Wilson, 18 de marzo de 2020. https://noticias.adventistas.org/es/noticia/institucional/presidente-mundial-de-la-iglesia-adventista-se-pronuncia-sobre-el-coronavirus/
[5] https://ipbes.net/sites/default/files/2020-11/20202029%20Media%20Release%20Pandemics%20Workshop%20Report%20SPANISH_Final.pdf
[6] https://noticias.adventistas.org/es/noticia/ciencia/especialista-explica-sobre-tratamientos-y-vacunas-contra-el-covid-19/
[7] The complexity and cost of vaccine manufacturing – An overview. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28647170/

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