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Descarga tu revista de la Semana de Oración integrada, que celebraremos del 7-14 de noviembre.  El tema de la misma es: “Fidelidad en el estilo de vida cristiano” y se puede descargar, en PDF, aquí: Semana Oración Integrada 2020

La sexualidad y el estilo de vida cristiano

No estaba muy segura de cómo sucedió, pero así fue. Mónica[1] creció en un hogar adventista, y vivir la vida cristiana le resultaba natural.

Entonces conoció a Mark, un compañero en la universidad adventista. Pasaron tiempo juntos, a menudo solos, y una cosa llevó a la otra hasta que los dos terminaron teniendo una relación sexual consensuada.

Mónica sabía lo que enseña la Biblia sobre las relaciones sexuales fuera del matrimonio. A menudo procuraba silenciar su conciencia, pensando, ¿Cómo puede estar mal algo tan agradable?

Mark y Mónica no están solos. Según el Centro Nacional de Estadísticas de los Estados Unidos, en ese país, el 88,8 por ciento de las mujeres de 15 a 44 años y el 89,9 por ciento de los hombres de 20 a 44 dijeron haber tenido relaciones sexuales premaritales.[2] Las edades promedio reportadas fueron de 17,3 años para las mujeres y 17,0 años para los hombres.[3]

Por supuesto, el sexo premarital es solo uno de varios pecados sexuales que prohíben las Escrituras. A pesar de ello, muchos se preguntan cómo puede ser algo malo si sienten que es lo apropiado. ¿Cuál es la conexión entre la sexualidad y el estilo de vida cristiano?

Instrucciones bíblicas

En la Biblia abundan las referencias al sexo y la sexualidad, y sirve como guía para las funciones y las relaciones saludables. Los primeros cinco libros de  la Biblia «regulan la actividad sexual y establecen los roles sexuales.

Su literatura profética usa metáforas sexuales al anunciar el juicio de Dios sobre la infidelidad del pacto. La literatura sapiencial distingue la conducta sexual sabia de la necia, y usa las imágenes sexuales para caracterizar la sabiduría.

Los Evangelios usan el recuerdo de palabras y hechos de Jesús para moldear la conducta y las disposiciones sexuales de sus seguidores. Las epístolas se ocupan de preguntas concretas sobre la conducta sexual. El Apocalipsis contiene imágenes e instrucciones sobre sexualidad».[4]

Con una referencia tan inspirada a nuestro alcance, hacemos bien en estudiar sus instrucciones, atender sus advertencias y reclamar sus bendiciones divinas.

En el principio, Dios creó a los seres humanos con identidades sexuales diferentes: «Varón y hembra los creó» (Gén. 1:27).Adán fue creado del polvo de la tierra y Eva de la costilla de Adán, revelando la cercanía que ambos debían compartir. «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Será llamada “Mujer”, porque del hombre fue tomada –exclamó Adán–. Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne. Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, pero no se avergonzaban» (Gén. 2:23-25).

Ser «una carne» abarca la fusión del corazón, la mente y el alma de dos individuos diferentes. Incluye la unidad física, mental, emocional y espiritual, en línea con la naturaleza integral de quiénes somos como seres humanos.

Jesús afirma que el matrimonio tiene que ser una unión inseparable entre un hombre y una mujer (Mat. 19:4-6). Esa unión tiene que brindar gozo, placer y plenitud física. Y aunque la Biblia habla de los gozos de la intimidad marital, también detalla «las expresiones erróneas de sexualidad y su impacto negativo sobre las personas y la sociedad. Advierte a los humanos de las conductas sexuales destructivas como la fornicación, el adulterio, la intimidad homosexual, el incesto y la poligamia».[5] Dado que esas conductas subvierten el hermoso propósito de Dios para la sexualidad humana, se nos advierte que no participemos en ellas (1 Tes. 4:3-5; Rom. 1:26, 27; 1 Cor. 6:9-11).

Una identidad dada por Dios

La sexualidad es parte integral de nuestra identidad. Fue fundamental «para la identidad personal y la vida comunitaria en los tiempos bíblicos, así como también lo es hoy».[6]  El sentido de quiénes somos es fundamental para nuestra manera de relacionarnos con los demás y el mundo que nos rodea. Las Escrituras revelan claramente quiénes somos y cómo deberíamos vivir.

En el Edén, Dios dio a sus hijos dos marcadores de la identidad: (1) el sábado, que nos recuerda que él es nuestro Creador y Señor; (2) nuestra persona, creada hombre o mujer, a imagen de Dios. Esos dos marcadores de identidad siempre serán fundamentales para la identidad humana.

En su artículo «La sexualidad como algo sagrado, David Thomas señala: «Dado que la sexualidad es parte de la zona intrínseca en la que sostenemos lo que es sagrado, si no se la reverencia apropiadamente y se la trata trivialmente, una persona se sentirá menoscabada y transgredida. El uso erróneo de la sexualidad o su transgresión por parte de otra persona se torna ofensiva y perjudicial, porque su santuario interior de vida ha sido pisoteado»[7].

Efectos duraderos 

Es lo que les sucedió a Mark y  a Mónica. Durante su apasionado romance, su relación amorosa ilícita estuvo acompañada de una avalancha de excitación y placer sensual. Más tarde, sin embargo, experimentaron culpa, angustia, temor y remordimiento, y se separaron, cargando con ellos cicatrices que afectaron su ser, dañaron su percepción y sus relaciones con otros. Solo alcanzaron la sanación después de arrepentirse y regresar a Dios.

Un clásico ejemplo bíblico de infidelidad sexual se encuentra en la historia de David y Betsabé, registrada en 2 Samuel 11. Dios había bendecido tremendamente a David, y su reino se había fortalecido. No obstante, mediante los pecados de la lujuria y el adulterio, seguidos de homicidio, David se hundió en un abismo de angustia del cual jamás se recuperó plenamente, aun cuando se  arrepintió sinceramente y recibió el perdón de Dios (Sal. 51; 32).

Contrastemos la experiencia de David con José quien, al enfrentar una tentación casi abrumadora, exclamó: «¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios?» (Gén. 39:9). La integridad de José, su conciencia clara y su confianza en Dios le ayudó a seguir adelante en medio de días oscuros hasta que alcanzó la luz de la exoneración, la honra y la reconciliación.

Sigamos el plan de Dios

Nunca fue la intención de Dios que experimentemos los muchos resultados negativos causados por las relaciones sexuales ilícitas y antinaturales. Advirtió que aun los pensamientos impuros son perjudiciales (Mat. 5:28), como lo es la pornografía en todas sus formas (Sal. 101:3).

«Huyan de la inmoralidad sexual –se nos dice–. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo» (1 Cor. 6:18, NVI).

Es por ello que Dios, en su amor e interés por nosotros, nos explicó cómo vivir mejor, y es por ello que brindó instrucciones claras para cuidar de esta área tan personal y privada de nuestra vida. Si seguimos su plan, nos volvemos receptores de todas las delicias que él anhela brindar. Para los casados, esto incluye los gozos de la intimidad sexual. Pero estemos solteros o casados, obtenemos la satisfacción y la seguridad de saber que somos creados a su imagen, de que él tiene un plan maravilloso y gratificante para nuestra vida, y de que él satisfará nuestros deseos más profundos.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. ¿Qué conexión existe entre la identidad personal y la sexualidad?
  1. ¿Cuáles son los propósitos de Dios para la sexualidad humana?

Autora: Gina Wahlen es editora y gerenta de proyectos del Departamento de Presidencia de la Asociación General de la Iglesia Adventista en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos

NOTAS

1 No son sus nombres reales.

2 Encuesta Nacional de Crecimiento de la Familia, Centro Nacional de Estadísticas de Salud, www.cdc.gov/nchs/nsfg/key_statistics/p.htm.

3 Ibíd.; www.cdc.gov/nchs/nsfg/key_statistics/s.htm#sexualactivity.

4 Barry L. Bandstra y Allen D. Verhey, «Sex, Sexuality» International Standard Bible Encyclopedia Rapids: Eerdmans, 1988), t. 4, p. 429.

5 «Guidelines for the Seventh-day Adventist Church in Responding  to Changing Cultural Attitudes Regarding Homosexual and Other Alternative Sexual Practices», votado el 17 de abril de 2014, https:// tinyurl.com/https-www-adventist-org-arti.

6 Bandstra y Verhey.

7 David E. Thomas, «Sexuality as Something Sacred», Adventist Review, 20 de junio de 2013, p. 26.

 

 

Revista Adventista de España