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El pequeño misionero de Dios

Gema bíblica:

«Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Mat. 28:19, DHH).

Relato:

Mateo era un niño de ocho años que estaba entusiasmado por compartir un gran plan con su papá y su mamá. Apenas llegó a su casa desde la escuela, fue directamente a donde estaba el papá.

—Papá, papá, quiero hacer algo por Jesús –dijo con entusiasmo–. Quiero organizar un grupo pequeño para mis amigos y vecinos.

—Es una buena idea, Mateo –respondió el papá sonriendo–. Te enseñaré cómo hacerlo.

—Bueno, papá. Muéstrame. Puedo enseñarles canciones y contar historias de la Biblia a los niños –dijo muy animado.

Mateo visitó a sus vecinos y los invitó al grupo pequeño. Invitó también a sus compañeros. La primera reunión comenzó con solo ocho niños y adultos. Mateo les enseñó muchos cánticos sobre Jesús y les contó historias de la Biblia. Todos escucharon con gran interés. Recibieron Biblias que podían usar durante las reuniones. Muy pronto, otros se unieron al grupo que llegó a tener quince asistentes. Mateo dio su primer estudio bíblico sobre Juan 3:16. Le encantaba la historia que dice que Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único para salvar a todos.

—Papá, cuando sea grande quiero ser pastor –dijo Mateo con decisión–. Quiero ser misionero, y contar a todos que Jesús los ama y que quiere que estén con él en el cielo para siempre.

—¡Maravilloso, hijo! Comienza siendo un misionero aquí mismo en tu vecindario –le dijo el papá con una gran sonrisa mientras acariciaba el cabello del muchachito–. Sé que Jesús se va a alegrar.

¡Inténtalo!

Prepara unas pocas tarjetas de invitación, decóralas y escribe un mensaje para invitar a dos amigos o compañeros de clase a tu Escuela Sabática.

Revista Adventista de España