El mes pasado nos despedimos del billete de 500 euros. Se dice que es de los que más había, y ha sido el menos visto de la mayoría, sólo unos pocos lo han visto, y en abundancia.
El billete de 500€, símbolo de ambición europea, lo que quería ser un sinónimo de potencia económica, de poder, de superioridad, con el tiempo se ha ido convirtiendo en símbolo de algo muy distinto, de “cajas B”, de lo negro, sumergido, no declarado, prácticamente sinónimo de “ilegalidad”.
Recuerdo que hace años una persona conocida, de otras latitudes, me comentó en privado: “Me han pagado con un fajo de billetes de 500, olían a humedad, a saber dónde los habían guardado, ¡pero me da igual!,” mientras esbozaba una socarrona sonrisa tintada de ambición.
La despedida de este billete me ha hecho pensar en la vida de algunas personas, de mí mismo. Cuántas veces emprendemos negocios, empresas, iniciativas, actividades, acciones con las mejores intenciones, beneficiar a los demás, hacer grandes logros para, por qué no, impresionar a otros y tener una carta de presentación impresionante.
Con el tiempo, al igual que el billete, nos damos cuenta de que no es práctico, no es realmente necesario. ¿Quién no ha visto el cartel en gasolineras o tiendas donde reza “No se admiten billetes de 500€”? Finalmente, lo que en un principio era símbolo de una gran ilusión o una digna aspiración ha demostrado ser poco práctico, nada útil y caro de mantener. Adquirir un billete de 500 € nos costaba 10 de 50€… para luego no poder gastarlo donde queramos.
Con el tiempo, el objeto que debería haber estado al servicio de nuestros intereses, se ha convertido en algo muy diferente, símbolo casi de vergüenza. Han sido necesarios años para que el Banco Europeo se haya dado cuenta de un error, y retirarlo de la circulación.
Mi pregunta ante el espejo es: Todo lo que tengo, todo lo que hago, todo lo que emprendo, ¿es para aparentar? ¿Es para dar una buena imagen? Es cierto que hay que ser digno y representar a Dios dignamente, pero, ¿realmente es práctico, útil, necesario? ¿No es mejor tener 25 billetes de 20€ y poder usarlos dando uno a mi hijo cuando lo necesite, otro a mi hija cuando sea necesario, guardar otros tres en el banco, usar dos en la compra semanal, invertir cinco en aquel proyecto, que, simplemente tener un único billete de 500€ en el bolsillo sin poder gastarlo o emplearlo en ningún sitio (y que encima sospechen de mí)?
Jesús nos aconsejó en Juan 7:24: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”. Si bien es cierto que el contexto no habla de dinero, sí que habla de las intenciones con las que hacemos las cosas, sobre todo, de las apariencias.