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El índice de las mujeres alfabetizadas en Pakistán es uno de los más bajos del mundo. Las clases de alfabetización están ayudando a miles de mujeres a aprender a leer y escribir, estas destrezas les dan confianza en ellas mismas y les abren oportunidades de mejorara su calidad de vida.

En 2012 el mundo se conmovió cuando Malala Yousafzai fue tiroteada por defender los derechos de educación de las niñas. Tres de cada cinco mujeres pakistaníes no saben leer ni escribir; en las zonas rurales el índide de mujeres no alfabetizadas es incluso más elevado, según nos indica Anthony Lamuel, secretario general de la S.B.: “Solo 15-20% de las niñas en las áreas rurales tienen la oportunidad de ir a la escuela: la mayoría de ellas se casan a los 16 años”.

La Sociedad Bíblica trabaja desde hace 15 años, para ofrecer a cientos de mujeres la oportunidad de mejorar su calidad de vida capacitándolas para leer y escribir mediante el programa “Faro de luz”. Este programa está enfocado principalmente a las mujeres cristianas, que sufren una doble desventaja: ser mujeres y además pertenecer a una religión minoritaria, lo que las hace especialmente vulnerables. Uno de los principales propósitos de las clases es capacitarlas para leer la Biblia por ellas mismas, una habilidad que las ayuda a permanecer firmes en su fe y en transmitir esta fe a sus familias.

Samira, de 56 años, que aprendió a leer en las clases que se impartían en su pueblo, dice que ser analfabeta era como estar ciega. “Ahora me siento como si hubiese pasado de las tinieblas a la luz”, nos dice mientras sonríe.

Samira fue una de las primeras mujeres de su comunidad en apuntarse a las clases.

Otras, como Laira, que vive en un vecindario con otros muchos cristianos en el norte de Pakistán, era más reticente a matricularse.

“Cuando alguien venía a mi casa y me invitaba a las clases de albafetización, yo cerraba la puerta en sus narices. Un día mi marido animó a nuestra hija a asistir a las clases. Dos meses después la vi leyendo la Biblia y orando regularmente. Su actitud en cas mejoró mucho. Viendo este cambio en mi hija, decidí asistir yo también a las clases”.

“El profesor me animó muchísimo, así qu continué asistiendo y empecé a notar que mi vida cambiada. Después de un tiempo de asistir a clases comencé a leer la Biblia. La primera vez que leí la Biblia me sentí tan feliz que invité a mis compañeros de clase y a mi profesor a una “fiesta del té” en mi casa. Me encantan las clases. ¡Estoy ansiosa por ser capaz de leer y escribir bien en Urdu, y un poquito también en inglés!”.

Nadia, dice que ella se sentía muy celosa de las mujeres que sabían leer y escribir; pero qu eahora se alegra al entender las señales de tráfico y poder incluso leer libros. Bemla, dice que su mayor motivación para aprender a leer era ser capaz de leer la Biblia por sí misma, un sueño que muy pronto se hará realidad.

Todas estas mujeres expresaron que estaban deseando leer las historias a sus niños, ofrecerles conocimiento bíblico, esencial en un ambiente cultural y social tan poco cristiano.

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Más de 350 clases atienden a 7000 mujeres a lo largo y ancho de Pakistán, eespecialmente en el norte donde las mujeres sufren una mayor represión. Los grupos terroristas son muy activos en la región. “El peligro está en todas partes en Pakistán. Nuestra Sociedad Bíblica sufrió un bombardeo en 2005, ahora nos escanean diariamente antes de entrar en la oficina”, nos cuenta Anthony Lemuel.

Revista Adventista de España