“Jehová en las alturas es más poderoso
Que el estruendo de las muchas aguas,
Más que las recias ondas del mar”.
Salmo 93:4
El texto de hoy hace referencia a la majestuosidad de Dios y su infinito poder. Nos indica que Dios está en las alturas, en los cielos, en el lugar más alto. No hay nadie superior a Él, nadie que esté por encima de Él, lo que le confiere la cualidad de ser el más poderoso.
No obstante, el salmista decide hacer una comparación. ¿Por qué? El único “inconveniente” de tener un Dios que mora en las alturas, es que no le podemos ver a simple vista, como sí se puede ver, por ejemplo un río desbordado o unas cataratas, que es lo más probable a lo que se refiera “el estruendo de muchas aguas”. Una riada, una inundación, una cascada con millones de litros precipitándose y arrastrando todo a su paso es un desastre natural ante el que el ser humano poco o nada puede hacer.
También lo compara con las recias ondas del mar. Un mar embravecido engulle cualquier barco, por grande que sea, o peor aún, la gran onda (ola) de un tsunami es capaz de entrar tierra adentro y devastar todo rastro de vida a su paso, barriendo todo lo que encuentra en su camino y dejando un rastro de destrucción y muerte, ante lo cual, el ser humano tampoco puede hacer gran cosa, si puede hacer algo salvo huir por la vida.
El salmista nos recuerda que esas cosas que sí son visibles y ante las que el ser humano se convierte en algo muy pequeño e impotente, no son nada comparadas con el poder de nuestro Dios, que precisamente por ser tan grande y tan “alto” no le podemos ver. Aunque no le podamos ver ahora, su poder para salvar sigue siendo la fuerza más poderosa del universo entero.