Cuando Dios terminó su obra creadora, pensó que un día adicional era necesario. Es así, que a los seis días de actividad creadora, añadió el sábado y lo confió al hombre, su observancia debía constituir un acto de agradecido reconocimiento de que Dios era su Creador y legítimo Soberano (ver Patriarcas y Profetas capítulo 2). El sábado señala a Dios, nos recuerda nuestro origen divino y que todo lo que existe procede de Él.
«Dios vio que el sábado era esencial para el hombre, aún en el paraíso. Necesitaba dejar a un lado sus propios intereses y actividades durante un día de cada siete para poder contemplar más plenamente las obras de Dios y meditar en su poder y bondad. Necesitaba el sábado para recordar con mayor eficacia la existencia de Dios, y para despertar su gratitud hacia él, pues todo lo que disfrutaba y poseía tenía su origen en la mano bondadosa del Creador». (Patriarcas y profetas, p. 27).
El plan de Dios para este día no ha cambiado, lo separó desde el principio y espera que lo separemos nosotros en la actualidad. El sábado es santo a Jehová.
Esta realidad se aplica también al diezmo, si es cierto, no nos gusta hablar de ello. Quisiéramos pensar que todo nos pertenece; sin embargo, no es así. Dios es el Creador, el dueño, el propietario; pero en su gran amor nos ha confiado sus posesiones. Dios conoce nuestra inclinación a olvidar, tal vez por eso el mandamiento del sábado inicia diciendo «acuárdate …», por otro lado en Deuteronomio 8:18 dice: «acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas…». No olvidemos: de Jehová es la tierra y su plenitud» «mía es la plata, y mío es el oro dice Jehová de los ejércitos». (Salmos 24:1; Hageo 2:8).
Para que no haya duda, Dios ha dicho que el diezmo es «consagrado (santo) a Jehová» (Levítico 27:30). «El Nuevo Testamento no promulga de nuevo la ley del diezmo, como tampoco la del sábado, porque la validez de ambas se da por establecida y su profundo significado espiritual se considera explicado… Mientras nosotros como pueblo procuramos firmemente dar a Dios el tiempo que él se ha reservado como suyo, ¿no le daremos también esa parte de nuestros recursos que él reclama?». (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 66).
Llamado a respetar lo que Dios ha declarado santo
Con el sábado recordamos la creación de Dios y por supuesto al Dios creador. Al orar, agradecemos a Dios por declarar santo (apartar) este espacio en el tiempo, ¡Qué gran bendición! También, reconocemos que Dios es el dueño de todo (incluyendo a nuestra propia persona) por eso con gratitud devolveremos la parte que Él ha declarado santa.