Foto: (cc) Flickr / thorinside. Esquina: Ellen G. White.
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Sant. 1:12).
Nuestros hermanos que llevan el mensaje de misericordia y advertencia a nuestro mundo a menudo hacen declaraciones que son fuertes y sería mejor reprimirlas. Cada declaración debería ser considerada en forma cuidadosa. No se debería hablar ni una palabra que diera a los opositores de nuestra fe alguna ventaja sobre nosotros. No se exprese una sola palabra para despertar el espíritu de venganza de los opositores de la verdad. No se diga nada con un espíritu de represalia, nada que siquiera adopte la apariencia de una acusación insultante. Cada uno debiera leer y valorar el significado de la Escritura que narra cómo Cristo, cuando contendía con Satanás por el cuerpo de Moisés, no pronunció ningún juicio de maldición contra él.
La verdad soportará la prueba de toda oposición. Ha de manifestarse en forma poderosa, como en Jesús, y que las características del obrero se escondan en Cristo. No se exprese una sola palabra para despertar el espíritu de venganza de los opositores de la verdad. No se haga nada para incitar el espíritu del dragón, porque pronto él mismo se revelará con todo su carácter satánico, contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús. Hay tendencias heredadas y disposiciones naturales que lucharán por exhibirse, pero el yo debe perderse en Jesús. La verdad debe manifestarse en toda su hermosura, con todo su potencial para dignificar, ennoblecer y enaltecer. Permitid que las almas que están a punto de perecer reciban del maestro de verdad impresiones que no sean perecederas, antes bien que permanezcan por la eternidad. Den lugar al Espíritu Santo para que coloque el molde aceptable en las almas a fin que se vuelvan del error a la verdad, de la oscuridad a la luz…
Guárdense de cada palabra que pronuncien, controlen cada emoción, no den ocasión a Satanás que triunfe sobre los creyentes. Vendrá el tiempo cuando seremos llamados a presentarnos delante de reyes y gobernantes, magistrados y potestades, para defender la verdad. Entonces será una sorpresa para esos testigos saber que su posición, sus palabras, sus propias expresiones hechas de una manera descuidada para atacar el error o defender la verdad –expresiones que ellos no creyeron que serían recordadas–, serán reproducidas, y tendrán que hacerles frente; y sus enemigos tendrán la ventaja, pues pondrán su propia interpretación sobre esas palabras que fueron habladas en forma poco sabia.
Agentes satánicos encubiertos persiguen a cada buen obrero del Maestro. Tened esto en mente: todo el que luche por la fe debe hacerlo en forma legítima, entonces cuando sean puestos en aprietos no serán confundidos al enfrentarse con sus afirmaciones descuidadas, ni con sus palabras dichas en forma impulsiva.