Foto: (cc) Ashley Harrigan/Flickr.
Una de las ventajas de cambiar de aires, es que los aires nuevos están acompañados de personas, situaciones, animales… cosas nuevas.
Una de las ventajas de la oscuridad es que te permite ver cosas que la luz oculta. Sí, quién lo iba a decir, la oscuridad revela y la luz oculta. Y me doy cuenta ahora…
El caso es que recientemente en un cambio de aires, al habitar una nueva vivienda que, poco a poco, se ha ido convirtiendo en un hogar, descubrí una de esas imágenes nuevas. La imagen se convirtió en experiencia y la experiencia inspira.
Entré tarde a casa, ya de noche, una tarde tropical, y me pareció ver un punto luminoso en el suelo. Siempre entro con la luz apagada hasta que cierro la puerta para evitar experimentar la picadura de los mosquitos.
Así que nada más cerrar encendí la luz y dejé de percibir el brillo que me había parecido ver. No le presté más atención. Casi lo borré de mi mente. Casi…
La tarde siguiente, lo mismo. Entro a casa y veo un puntito brillante en el suelo. Esa vez no encendí la luz. Cerré y me acerqué. Al agacharme observé que, efectivamente, algo brillaba en el suelo. Tardé un poquito en asimilarlo e interpretarlo. Cuando caí en lo que era me entusiasmé como un niño. ¡Era una luciérnaga! Hacía muchos años que no veía una. Ni sabía que hubiera en la zona.
Mentalmente, creé una zona de seguridad alrededor de donde la vi para asegurarme de que la veía cada noche. Me acercaba a ella y me asombraba lo mucho que brillaba. ¡Vista de cerca parecía incandescente!
Finalmente, unos días después desapareció, pero había dejado huella. Esa misma primera noche ya empecé a darle vueltas a la luciérnaga y a la oscuridad.
Lo primero que pensé fue que era un regalo poder disfrutar de ese momento. ¿Cuántos han visto una luciérnaga últimamente? ¿Cuántos han visto una luciérnaga alguna vez? Igual alguno que está leyendo tiene que mirar en internet para saber qué y cómo es una luciérnaga…
Luego pensé lo que seguro tú estás pensando hace rato, hay gente que son como luciérnagas. Personas que cuanto más oscuro se pone, más las ves y más alumbran. Gente que brilla con luz propia y a los que, a veces, la deslumbrante luz del ambiente que nos rodea (en ocasiones luz artificial) nos oculta.
Sé un poquito de esto. He estado en una noche oscura, sin luna, sin estrellas, sin linterna, y entonces he visto luciérnagas rodeándome, alumbrándome e inspirándome.
También pensé que el que no las veas de día, o que no las veas ni siquiera de noche, o que las veas pero no seas capaz de reconocerlas, no quiere decir que no estén ahí. Están y brillan. Solo se tienen que dar las condiciones para que las veas y ser capaz de detectarlas. Y en el momento que ocurre, cambian totalmente tu perspectiva.
Hay más de las que te imaginas. Uno de los efectos de mi experiencia ha sido que ahora las veo en más momentos y lugares. Cualquier parada nocturna en un viaje se convierte en una oportunidad para, una vez apagados los faros del coche, fijarme y encontrar más luminosas e inspiradoras luciérnagas. Sí, igual que en la vida. Si eliminas el efecto deslumbramiento, encuentras muchas más luciérnagas a tu alrededor de las que te pensabas. Ojalá yo mismo haya sido capaz de alumbrar en medio de la oscuridad reinante.
Y pienso, que todos podemos ser luciérnagas para alguien. Seguramente lo eres y quizá no eres consciente de ello.
También puede que lo vayas a ser. Quizá tengas que situarte en la oscuridad de alguien para que te vea y le resultes una inspiración. Necesitamos mucho de eso en esta larga noche que estamos pasando todos.
Cuando no sé si me alumbraban, alumbraba o ambas cosas a la vez, me regalaron un libro que te recomiendo. Se titula ¿Qué harías si no tuvieras miedo? Es de Borja Vilaseca. Y va un poco de luciérnagas. Habla de cómo puede uno reinventarse para este nuevo entorno en el que nos movemos y en el que podemos alumbrar a otros.
Casi al final del libro, hay una frase que resumo y comparto contigo:
“…el valor de un profesional con talento se va a medir, en gran parte, por los valores asociados con su marca personal. Por la convicción, integridad y eficiencia con la que trabaja. Por la autenticidad que desprende. Y por la facilidad con la que se relaciona y comunica con aquellas personas con las que coopera.”
Pues eso, luciérnagas… Ahora está muy oscuro. Así que, ¡A brillar!
Brilla con pasión.