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La frase aún resuena por todas partes, con música, sin ella, reiterada, cansina. 2012, 2016… y vuelve la burra al trigo con el 2020, a pesar de que la echaban constantemente del sembrado. La vergüenza, o quizá el intento de preservar cierto honor, ha llevado a tomar la decisión de no volver a presentar Madrid como candidata a sede olímpica. El rastro que queda es de millones de euros invertidos en infraestructuras, muchas sin terminar, por ende, no amortizables (aún).

Hay “señales” en el camino que nos indican por dónde seguir. Quedaría más que justificada la grandilocuencia de decisiones empecinadas en macro proyectos que pueden ser lícitos, sirva el ejemplo de Barcelona ’92, de no ser por las “señales” que no hemos aprendido a leer correctamente.

Quizá no sea el momento de embarcarse en “proyectos olímpicos” por el contexto social, credibilidad, desempleo, falta de crecimiento económico y la consecuente disminución en la recaudación fiscal, etcétera. Se podría pensar que, a veces, a la hora de hacer planes nos sentamos a tomar una “relajante taza de café con leche” (siempre nocivo) en vez de estudiar el contexto de nuestra oportunidad y buscar referencias más allá de nuestra visión particular localista.

Jesús nos dejó un consejo para identificar y leer “señales”:

Si alguno de vosotros quiere construir una torre, ¿no se sentará primero a calcular los gastos y comprobar si tiene bastantes recursos para terminarla?  No sea que, una vez echados los cimientos, no pueda terminarla, y quede en ridículo ante todos los que, al verlo,  dirán: «Ese individuo se puso a construir, pero no pudo terminar».” (Lucas 14:28-30 BLP).

No todo es cuestión de dinero, los recursos incluyen el conjunto del apoyo familiar, ciudadano, de oportunidad, de ejemplo… lo que crea el momentum.

En el contexto actual, los creyentes vivimos inmersos en una dura realidad y, más que nunca, ahora se debería considerar el consejo del Maestro: Hagas lo que hagas, estudia bien los recursos, haz cuentas no solo económicas, también morales, sociales, familiares… estudia tu momentum (2Co 8:21).

Nuestras intenciones pueden ser las mejores, la oportunidad ser aparentemente excelente, pero quizá no estemos en el momentum para acometer la empresa por lícita que sea. Querido lector, no entrampes tu vida, tu familia, no arrastres tu entorno ante una decisión por buena que sea, si no hay momentum. La necesidad puede ser acuciante, pero Dios nunca te pedirá un esfuerzo superior al que puedas afrontar (1Co 10:13). Edifica sobre la Roca casa duradera, antes que estadio olímpico estéril.

Foto: (cc) Flickr/Miguel Angel Huicochea Maldonado. Esquina superior: Pedro Torres

2 Comments

  • Guest dice:

    Me encanta el tema y el texto que escoges. El versículo 33 parece desconectado pero es el la clave del éxito que da Jesús para el que proyeta la torre y/o hacer la guerra: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” El momentum del cristiano, la salida de la crisis, empieza pues con el “niéguese a sí mismo” y ¿crucifíquese cada día? Luc.9:23. Ojala me acordara siempre de practicarlo. Bendiciones,

  • Ester dice:

    Me encanta el tema y el texto que escoges. El versículo 33 parece
    desconectado pero en él Jesús da la clave del éxito para el que
    proyeta la torre y/o la batalla: “Así, pues, cualquiera de vosotros
    que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” El
    momentum del cristiano, la salida de la crisis, empieza pues con el
    “niéguese a sí mismo” y ¿crucifíquese cada día? Luc.9:23. Ojala me acordara siempre de practicarlo. Bendiciones,

Revista Adventista de España