Los que conducen algún tipo de vehículo sabrán que cuando hay un obstáculo en la carretera, el vehículo tiende a ir hacia donde ponemos la vista. El truco está en fijar la mirada en el hueco que queda al lado del obstáculo, y sobrepasaremos la dificultad a salvo. A veces el problema es tan grande, que nos cuesta apartar la mirada, y acabamos teniendo un susto porque nos desviamos. En seguida buscamos nuevamente el camino despejado para continuar adelante.
Ahora es el momento de hacer un alto en el camino. Es necesario pararse en los caminos (Jer. 6:16). Es la ocasión de tomar aliento, concentrarnos nuevamente, no en lo negativo que nos rodea, sino en lo positivo. No hay que centrarse en el obstáculo, sino en la salida o “hueco” que hay al lado y fijar la mirada en ello. No importa lo grave que sea la situación, lo mal que esté la sociedad, o la política, o la banca, o “la iglesia”, o…
Si nos fijamos en ello, acabaremos chocando contra el problema, siendo nosotros parte del mismo. Hay que observarlo, pero para inmediatamente buscar la “salida”. Pablo nos regala una promesa para este tipo de situaciones: “ninguna prueba os ha sobrevenido que no pueda considerarse humanamente soportable. Dios es fiel y no permitirá que seáis puestos a prueba más allá de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará también la manera de superarla con éxito” (1 Co. 10:13 BLP).
Quizás lo que necesite este mundo no son cristianos que “testifiquen”, sino una nueva clase de cristianos que sepan superar y sobrevivir un nuevo paradigma, viejos problemas en nuevas circunstancias, y que muestren a sus prójimos el camino para superar las dificultades.
Propongo un punto fijo en el horizonte al que mirar en todo momento: Cristo Jesús. Y para superar los obstáculos más cercanos, propongo otro texto: “Así pues, la fe resulta de oír el mensaje, y el mensaje llega por la palabra de Cristo.” (Rom. 10:17 DHH). Las noticias nos avisan de los problemas, la Biblia nos da la salida a los problemas. ¿Dedicamos el mismo tiempo a leer la Biblia que a las noticias? La crisis nos mata, y la crisis nos devuelve la Vida…
Imagen: (cc) Wikimedia, U.S. federal government.
Jesús como único punto de referencia, como el objetivo de nuestro horizonte. Nuestras iglesias tiene hoy problemas. Andamos todos preocupados, esto es un hecho. A unos les preocupa su tibieza, su “mundanalización”, la protesta de algunos de sus feligreses, la predicación por parte de algunos sectores de una “gracia barata”. A otros, la aparición de un acosador neoconservadurismo que los juzga, la pretensión de uniformidad y no de unidad, la impermeabilidad a una justificación por la fe radical. Y a todos, la dificultad que encontramos para esparcir en la sociedad posmoderna la revolución existencial que promueve el cristianismo inaugurado por Jesús de Nazaret, asumiendo como pilar fundamental el Reinado de Dios predicado por él.
Acierta Pedro Torres, a mi entender, con la solución propuesta: fijar nuestra mirada en el hueco, en la salida. Detectar los problemas es imprescindible, pues un diagnóstico veraz nos acerca a la toma de soluciones. Pero el tratamiento no ha de centrarse en los síntomas, sino en sus causas. Hemos de mirar a Jesús; vivir en, por, para y tras Jesús. Creerle a él, y todo lo que nos dice. Descubrir en sus palabras, gestos, forma de vivir, manera de percibir al Padre, el camino a Dios. Jesús de Nazaret puede ser, aún, una bomba nuclear en la sociedad posmoderna. Pero ésta está vacunada contra la religiosidad tradicional. Sólo hay una salida a este callejón sin salida: la persona de Jesús. Él es capaz de enamorar a la gente, no nosotros. Él puede impulsarnos a evangelizar amando. Él tiene la capacidad de renovar nuestras iglesias, hacernos más creyentes sí, pero sobre todo más creíbles. Desde él, y a través de él, nada es imposible. Sólo hace falta creerlo, y hacerlo de verdad.