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Sigue los 10 días de oración con nosotros. Descarga aquí el pdf.: Dia 2 El Testimonio del Espiritu Santo

«Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16: 8).

Testimonio

«El Espíritu Santo es una persona, porque testifica en nuestros espíritus que somos hijos de Dios. Cuando se da este testimonio lleva consigo su propia evidencia. En esas ocasiones creemos y estamos seguros de que somos los hijos de Dios» (Elena G.  de White, El evangelismo, p. 447).

El Espíritu Santo trabaja en nuestras vidas en tres fases (ver Juan 16: 8-11). Primera, nos convence de nuestro pecado llevándonos a Jesús. Segunda, nos convence de la justicia de Cristo, que es suficiente para salvarnos. Tercera, expulsa a Satanás y al pecado de nuestras vidas.

Mis padres educaron a sus seis hijos (yo hago el número cinco) para que creyeran en Dios y en la Biblia. Aprendimos que había un cielo que ganar y un infierno que evitar. Con todo, no buscamos una relación con Dios ni confiamos en él. Mi tío Harold, hermano de mi madre, se casó con una adventista del séptimo día. Un día mi tío le anunció a su nueva esposa que le demostraría con la Biblia que ella no tenía que observar el sábado. Sin embargo, después de mucho estudio, se dio cuenta de que el sábado bíblico era sin duda el día de reposo correspondiente al séptimo día de la semana. Harold pronto se bautizó y se convirtió en adventista del séptimo día.

A su debido tiempo, mi tío compartió su fe con nuestra familia y, por más que lo intenté, no pude encontrar una manera de descartar la enseñanza bíblica del sábado. Yo no quería guardar el sábado. Aquello supuso una interrupción en mis planes. Con el tiempo, la convicción del Espíritu Santo de que yo era un pecador destinado a la destrucción se arraigó en mi mente y en mi corazón. Sabía que no estaba siguiendo a Dios y que no sería salvo. Por aquella época, llegó una carta del tío Harold en la que describía cómo sería el cielo, para lo cual usaba la Biblia como autoridad. Mientras escuchaba su descripción del cielo, sentí un vivo deseo de entregar mi vida al Señor. Luego oí la voz de Dios en mi corazón tan claramente como si alguien estuviera sentado a mi lado. «O me entregas tu vida ahora, o nunca lo harás». Inmediatamente sentí mucho miedo. Estaba cambiando el cielo por las cosas de esta tierra. Me levanté de la silla, me dirigí a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí. Junto a mi cama, me arrodillé,  y oré de corazón por primera vez. Me esforcé por saber exactamente qué decir, pero finalmente oré: «Querido Jesús, quiero ser lo que tú quieres que sea. Quiero hacer lo que tú quieres que haga, y quiero ir adonde tú quieres que vaya».

En el instante en que elevé esa oración, sentí que un cambio me recorría por todo el cuerpo. Me liberé de mi antigua ira y amargura, y el amor, la paz y el gozo del Señor llenaron mi corazón. Supe que Dios había escuchado mi oración y era consciente de lo que debía hacer. Me levanté de mis rodillas y fui a contarle a mi madre la buena noticia: que ahora iba a vivir para Jesús y a empezar a guardar el sábado. Lágrimas de alegría cayeron por sus mejillas. En unos días, empecé a cortar todo vínculo pecaminoso que me unía al mundo. Algunas personas no entendieron mi decisión, y el camino que tenía por delante aún no estaba del todo despejado, pero mi conciencia era clara y el gozo me inundaba el corazón. Más tarde estudié con el pastor adventista local y empecé a entender mucho más sobre la voluntad de Dios para mi vida. Finalmente fui bautizado y me convertí en miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. ¡Es la mejor decisión que he tomado jamás!

Textos bíblicos para orar

En cierta ocasión. Pablo preguntó a doce hombres de Éfeso: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?» (Hech. 19: 12). ¿Cuál sería tu respuesta? Los efesios dijeron: «Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo».

  • Juan 16: 8-11: La obra del Espíritu Santo consiste en convencernos de nuestros pecados y llevarnos a Jesús.
  • Romanos 3: 10, 23: No hay ninguno justo, pues todos hemos pecado y estamos privados de la gloria de Dios.
  • Romanos 6: 23: «La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro».
  • Juan 3: 16: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna»
  • Efesios 2: 8-9: Somos salvados por gracia a través de la fe, no por nuestra bondad. Es el don de Dios, no el fruto de nuestras obras.
  • 1 Juan 5: 11-13: Si hemos aceptado a Jesús por la fe, sabemos que tenemos vida eterna.
  • Romanos 8: 16: El propio Espíritu da testimonio, y sabemos que somos hijos e hijas de Dios.

Cada día, cuando nos dirigimos a Jesús para orar, recibimos su perdón y su gracia. Al igual que los hijos de Israel salían diariamente a recibir el maná del cielo, así renovamos nosotros diariamente nuestra relación con Jesús, el Pan de vida (Juan 6: 58). Por medio de la presencia del Espíritu Santo actuando en nuestras vidas, confesamos nuestros pecados a Dios, aceptamos la justicia de Cristo en nuestro favor, y somos capacitados para resistir las tentaciones del diablo (ver Gál. 5: 16).

Oraciones sugeridas

  • Gratitud por su cuidado y la promesa de recibir poder para predicar el evangelio.
  • Alabamos su poder y su grandeza.
  • Confesamos nuestra falta de interés por el Espíritu Santo, por nuestro orgullo y resentimiento.
  • Pedimos por todos los líderes de la iglesia local, nacional y mundial.
  • Rogamos por las personas refugiadas y sin hogar.
  • Pedimos por las 5 personas que deseamos llevar a Jesús

Materiales y mucho más en: https://revista.adventista.es/este-10-de-enero-del-2020-comenzamos-los-10-dias-de-oracion-buscando-el-espiritu-de-dios/

Más información en [email protected]
Visita: adventista.es

 

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