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Detrás de todo nombre hay historia y la Sociedad Bíblica, hoy de España, es sin duda un nombre cargado de testimonios, de fervor, de intención por difundir la Palabra de Dios. Para entender cómo Dios obra en medio de su pueblo, cómo el Espíritu Santo guía incluso a los niños para lograr sus fines, empezaremos por remontarnos a la Inglaterra de los albores del siglo XIX. Mary Jones, una joven que escuchó por primera vez el texto bíblico en su lengua galesa, se esforzó en trabajar para ahorrar y conseguir su Biblia en galés. Con sus ahorros en el bolsillo caminó largas horas hasta hacerse con su ansiada Biblia. Finalmente un grupo de hombres influyentes supo de su tesón y anhelo y crearon en Londres, el 7 de marzo de 1804, la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (SBBE).

“Extranjera” porque comprendieron desde el principio que no debería haber fronteras lingüísticas ni geográficas para que la Palabra de Dios viajara por todo el mundo.

Como primer resultado, en la misma Inglaterra se distribuyeron ejemplares del Nuevo Testamento (Reina-Valera, 1806), a los presos españoles de la Batalla de Trafalgar. Más tarde, una vez liberados, con Inglaterra al lado de España en la Guerra de la Independencia, recibieron más ejemplares para permitir que estos Nuevos Testamentos circularan por la Península Ibérica. Al mismo tiempo, las colonias españolas en el sur de Francia, Gibraltar y el Norte de África, son visitados por los colaboradores de la SBBE.

Para los lectores catalanes, la SBBE encargó e imprimió en Londres (1832 y 1834) el Nou Testament (traducción Josep M. Prat).

España recibió a los dos primeros colportes de la historia contemporánea de los protestantes españoles, el irlandés James N. Graydon, que entró por Gibraltar en 1835, se instaló en Barcelona, y recorrió la costa mediterránea distribuyendo las Escrituras en castellano y catalán; y el inglés Jorge Borrow (1803 †1881) quien entró por Portugal a Badajoz. En 1836 Borrow fue nombrado primer agente oficial para España de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, por lo que la Sociedad Bíblica se estableció en nuestro país, de modo permanente e ininterrumpido, hasta el día de hoy.

Desde 1836 la actividad de la Sociedad Bíblica, antes SBBE, ha trabajado sin ánimo de lucro, sin que ningún hecho —inestabilidad social, guerra, intolerancia o censura— haya conseguido cesar su actividad.

Imagen: (cc) Flickr / Jgogoe. Esquina inferior: José Luis Andavert.

 

Revista Adventista de España