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«Pero la mano de Jehová estaba sobre Elías, que se ciñó la cintura y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel» (1ª de Reyes 18: 46).

Elías vio cómo las nubes oscurecían el cielo, los relámpagos destellaban y comenzaba a llover. Quizás sonrió cuando vio al rey Acab precipitarse salvajemente en su carro, tirado por caballos, por la escarpada montaña. Es posible que haya notado que Acab lo dejaba allí y que debería bajar la montaña, bajo la lluvia, por su cuenta. Por supuesto, no era costumbre de la realeza ofrecer un lugar en su carro a la gente común… ni siquiera a un profeta del Dios vivo.

Sin embargo, las Escrituras declaran algo inesperado: «Pero la mano de Jehová estaba sobre Elías» (1ª de Reyes 18: 46). ¿A qué se refiere con «la mano del Señor»? El Salmo 139: 7 al 10 nos da la respuesta: «¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el seol hiciera mi estrado, allí tú estás. Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra».

Es el Espíritu Santo quien hace que las cosas sucedan

La Palabra de Dios compara el Espíritu de Dios con la mano del Señor. El Espíritu Santo hace que las cosas sucedan. Él es alguien, no algo; es la mano invisible sobre el pueblo de Dios, liderando y guiando. El hombre no le dice al Espíritu de Dios qué hacer; el Espíritu de Dios le dice al hombre qué hacer. El Espíritu de Dios está al mando del creyente que sigue a Dios con total entrega.

Cuando la mano del Señor vino sobre Elías, fue fortalecido por el Espíritu de Dios para hacer aquello que no había planeado hacer, y que no tenía poder para hacer por sí mismo. Logró lo que probablemente nunca hubiera deseado hacer.

Elías recibió poder para correr bajo el aguacero, en medio del barro, en la oscuridad de la tormenta, delante del carro y los caballos que llevaban al hombre que lo odiaba. Elías no discutió ni le sugirió a Dios que, tal vez, sería una bendición que Acab tuviera un accidente y perdiera la vida en el descenso de la montaña. Simplemente, corrió como nunca antes había corrido, no por un kilómetro, sino por más de 27 kilómetros, para guiar al malvado rey, con seguridad, a su cómodo palacio en Jezreel.

Medita

«La razón por la cual tantos dejan de ser obreros de éxito es que actúan como si Dios dependiera de ellos, y pretenden sugerirle a Dios qué debe hacer con ellos, en lugar de depender ellos de Dios. Ponen a un lado el poder sobrenatural y dejan de hacer la obra sobrenatural. Dependen todo el tiempo de sus propias facultades humanas y las de sus hermanos. Son estrechos en sí mismos y siempre están juzgando según su finita comprensión humana. Necesitan elevarse, porque no tienen poder de lo alto. Dios nos da el cuerpo, la energía mental, el tiempo y la oportunidad para trabajar. Es necesario utilizar todos esos recursos al máximo» (Fe y obras, p. 26).

En la práctica

  1. ¡Dios quiere hacer una obra maravillosa en tu vida! Agradécele por fe por las bendiciones que obrará por ti.
  2. Puedes ser una bendición en la vida de otras personas, para gloria de Dios. Presta atención a lo que Dios pone en tu corazón hoy y obedece su voz.

Participa en las reuniones por Zoom

Cada miércoles de estos 40 días, tendremos un encuentro por Zoom (6:30 AM).

Tema: Vive como Elías – 40 Días de Oración 2025
Cada semana, el miércoles.
Únete a la reunión de Zoom:
https://us02web.zoom.us/j/87603273658?pwd=WqRTlihGm778cuKW8GbCvOqGVYzk5J.1

ID de reunión: 876 0327 3658
Código de acceso: 223988

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