A continuación realizamos un resumen del magnífico artículo escrito por el pastor Walter E. Steger, Magíster en Teología y editor de libros en la Asociación Casa Editora Sudamericana, titulado: El desarrollo progresivo de la doctrina de la Trinidad en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El pastor Steger es, además, director de las revistas Ministerio y la Revista del anciano.
Te animamos a leer, y a descargarte, el ARTÍCULO COMPLETO de Walter E. Steger, en PDF, AQUÍ: WALTER E. STEGER El desarrollo progresivo de la doctrina de la Trinidad en la IASD
El artículo explora cómo la Iglesia Adventista del Séptimo Día evolucionó desde el rechazo inicial hasta la aceptación de la doctrina de la Trinidad, fundamentándose en una reinterpretación bíblica.
RESUMEN del Desarrollo de la doctrina de la Trinidad en la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD)
El artículo «El desarrollo progresivo de la doctrina de la Trinidad en la Iglesia Adventista del Séptimo Día» explora cómo esta doctrina se desarrolló dentro de la Iglesia Adventista a lo largo de los siglos XIX y XX, marcando un cambio desde el rechazo inicial hacia la plena aceptación de la Trinidad. La obra ofrece una cronología detallada de los cambios doctrinales, la influencia de pioneros y teólogos adventistas, así como el papel significativo de Elena G. White en esta transformación teológica.
Contexto histórico y doctrinal: la postura inicial
Durante las primeras décadas del movimiento adventista, especialmente entre 1844 y 1900, la mayoría de los pioneros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día rechazaban abiertamente la doctrina de la Trinidad, una postura compartida entre los principales líderes y fundadores. Sus razones incluían una interpretación literal y arriana de la relación entre Dios Padre y Jesucristo, y una percepción de la Trinidad como una enseñanza no bíblica e impuesta por el cristianismo medieval bajo influencias filosóficas griegas, más que por el estudio de las Escrituras.
Autores como James White, Joseph Bates, y otros pensadores prominentes mostraron escepticismo o rechazo hacia esta doctrina, reflejando una tendencia antitrinitaria o semiarriana que prevalecía en los primeros escritos adventistas. Los pioneros, guiados por su desconfianza hacia los credos y dogmas de las iglesias cristianas establecidas, optaron por desarrollar su teología basándose únicamente en la Biblia, lo que los llevó a posturas que contradecían la Trinidad clásica.
El papel de Ellen G. White en la transformación doctrinal
A partir de 1888, la figura de Elena G. White comenzó a desempeñar un papel central en el cambio gradual hacia una comprensión trinitaria de Dios. En sus escritos, White defendió repetidamente la plena divinidad de Cristo y empezó a referirse al Espíritu Santo como una «tercera persona» de la Deidad, impulsando así una reinterpretación del concepto de Trinidad en el movimiento adventista. Sin embargo, aunque Elena White no usó el término «Trinidad» (probablemente para evitar la confusión con la doctrina medieval), sus declaraciones ayudaron a que los adventistas reconsideraran sus posturas. Este apoyo permitió que los adventistas se acercaran cada vez más a una visión trinitaria fundamentada en un estudio bíblico, en lugar de influencias filosóficas externas.
Progresión de los cambios doctrinales (1844-1946)
El artículo de Steger detalla un periodo de progresión en cuatro etapas, cada una marcada por el avance en la comprensión doctrinal y la aceptación de la Trinidad en la Iglesia Adventista del Séptimo Día:
- Primera etapa (hasta 1860): En esta fase, predominó la negación de la naturaleza trinitaria de Dios, enfatizando la superioridad del Padre y rechazando la preexistencia de Cristo. Los escritos adventistas describían al Espíritu Santo como una fuerza o influencia de Dios, sin personalidad propia.
- Segunda etapa (1860-1870): Se percibe una apertura gradual, y comienzan a reconocerse aspectos de la divinidad de Cristo, aunque se seguía afirmando su subordinación al Padre y su carácter de «ser creado».
- Tercera etapa (1870-1890): Con un cambio de paradigma más marcado, algunos líderes empiezan a hablar de la «eternidad» del Hijo y su igualdad con el Padre. Esta etapa se caracteriza por el inicio de una exploración más profunda de la divinidad de Cristo, aunque las ideas sobre el Espíritu Santo como una entidad personal aún no estaban plenamente desarrolladas.
- Cuarta etapa (1890-1900): Este periodo marca la explosión de declaraciones trinitarias en la literatura adventista, especialmente influidas por los escritos de Elena G. White. Ya para 1900, se había establecido una base conceptual que permitía considerar al Espíritu Santo como una persona, y a Cristo como eternamente preexistente y coeterno con el Padre. Esta visión sentó las bases para que en 1946 la Iglesia adoptara oficialmente la Trinidad como parte de sus creencias fundamentales.
Desafíos teológicos y factores de resistencia
El proceso de aceptación de la Trinidad en el adventismo no fue inmediato. La oposición a la doctrina de la Trinidad se debió en parte al temor a la influencia de la filosofía griega y el cristianismo medieval, que defendía una Trinidad con conceptos ajenos a las Escrituras. La Iglesia Adventista, fiel a su principio de «Sola Scriptura» (solo la Biblia), buscaba diferenciarse de estas doctrinas y evitar cualquier elemento no bíblico. La teología trinitaria medieval contenía elementos como la idea de Dios como una sustancia indivisible y sin partes, la generación eterna del Hijo, y la procedencia eterna del Espíritu Santo, todas nociones extraídas de la filosofía aristotélica que los adventistas encontraron problemáticas.
Este temor a la influencia filosófica llevó a que algunos pioneros rechazaran completamente la Trinidad en lugar de intentar una reinterpretación bíblica. Fue necesario un proceso de «deconstrucción» y «reconstrucción» de la Trinidad, en el cual los adventistas descartaron las ideas que consideraban no bíblicas y trabajaron para desarrollar una comprensión trinitaria basada exclusivamente en las Escrituras.
La consolidación doctrinal y la aceptación de la Trinidad
Con el paso del tiempo, y bajo la influencia de Elena G. White y otros estudiosos adventistas, la iglesia fue formulando una comprensión de la Trinidad que mantenía las distinciones bíblicas entre Padre, Hijo y Espíritu Santo, y enfatizaba su unidad sin caer en lo que consideraban especulaciones filosóficas. Al inicio del siglo XX, la Iglesia Adventista había logrado establecer una base sólida y bíblica de su doctrina sobre la Trinidad, lo cual se formalizó en 1946 cuando la Trinidad fue incorporada en la primera declaración de creencias fundamentales votada por la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día.
Reflexiones finales
El artículo concluye que el desarrollo de la doctrina de la Trinidad en el adventismo ilustra la naturaleza progresiva y dinámica de la comprensión teológica en la Iglesia Adventista. Este proceso de transformación doctrinal se basó en una investigación bíblica continua, impulsada por el principio de que la verdad es progresiva y que la comprensión de la fe debe estar abierta al crecimiento y la revisión constante. Esta apertura permitió a los adventistas distanciarse de las interpretaciones medievales de la Trinidad y formular una visión que consideraban más acorde con las Escrituras.
La evolución doctrinal de la Trinidad dentro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día ejemplifica la importancia del desarrollo teológico en una comunidad de fe que se mantiene en diálogo con su pasado y abierta a nuevas comprensiones de la verdad bíblica.
Autor del artículo completo, en PDF: Walter E. Steger, Asociación Casa Editora Sudamericana, Buenos Aires, Argentina.
Resumen de Esther Azón, redactora y coeditora de revista.adventista.es.
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