Sigue los 10 días de oración con nosotros. Descarga aquí el pdf.: Dia 6 Los Dones del Espíritu
«Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho» (1 Cor. 12: 4-7).
Testimonio
«Es la presencia junto a ellos del Espíritu Santo lo que prepara a los obreros de ambos sexos, para ser pastores del rebaño de Dios […]. Aquellos que tengan fe en su Acompañante divino progresarán en todo sentido. Serán dotados de poder para revestir el mensaje de verdad con una hermosura sagrada» (Elena G. de White, Obreros evangélicos, p. 101).
El teléfono sonó en mi despacho de Albany, Oregón.
–¿Es el pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día?– preguntó una voz femenina.
–Sí, soy yo– contesté.
–Debe usted venir al hospital enseguida. Tenemos una paciente que sufre arritmias cardíacas severas. Nos tememos que pueda morir, pero no nos dejará hacer nada hasta que ore por ella el pastor de la Iglesia Adventista. Dice una y otra vez que si el pastor de la Iglesia Adventista ora por ella, sanará. Por favor, ¡venga de inmediato!
Mientras conducía camino del hospital, oraba: «Señor, estoy un poco preocupado con esta visita. La señora no para de decirles a todos que si el pastor de la Iglesia Adventista ora por ella, mejorará. Tú y yo sabemos que no siempre optas por sanar a las personas enfermas. ¿Qué dirán esas enfermeras y esos médicos si no curas a esta mujer?». Me pareció que el Señor respondía diciéndome: «¿Qué es lo que te preocupa?». «Me preocupa tu reputación», dije yo. «Vamos a ver si te entiendo», parecía decirme Dios. «¿Estás preocupado por mi reputación?». «Exacto», contesté, «sé que suena bastante estúpido, pero, ¿qué dirá la gente, y qué dirá esa mujer, si no la sanas?». El Señor le dijo a mi corazón: «Tu responsabilidad es ser obediente. Mi responsabilidad es cuidar de mi reputación». «Tienes razón», dije. «Confiaré en que harás lo que sabes que es lo mejor».
En el hospital me encontré con cuatro enfermeras fuera de la habitación de la paciente.
–¿Es usted el pastor adventista?– preguntó una de ellas–. ¡Dese prisa en entrar ahí para orar, a fin de que podamos hacer algo!
Por el nombre que me había dado la enfermera, yo ya sabía que la paciente no era miembro de mi iglesia ni de ninguna otra iglesia cercana. Me preguntaba por qué esa mujer insistía en que orara por ella un pastor adventista, pero ahora no era el momento de iniciar una conversación. Su monitor cardíaco mostraba un latido errático. Confirmé que su situación era complicada. Caminé hacia su cama y tomé su mano derecha en la mía. Ella se volvió ligeramente, abrió los ojos y preguntó:
–¿Es usted el pastor adventista?
–Sí– le dije.
–Si usted ora por mí, sé que sanaré– me dijo.
No era el momento de pronunciar un sermón o impartir un estudio bíblico sobre la oración por los enfermos. Simplemente pregunté:
–Hermana, ¿está usted dispuesta a permitir que Dios decida lo que ocurra aquí hoy?
–Claro, pastor –dijo–, pero sé que si usted ora por mí, sanaré.
Así que cerré los ojos y le pedí al Señor del cielo que mostrase su poder y su misericordia por esa mujer. Le pedí que glorificase su nombre ante las enfermeras y los médicos del hospital, y que la curación de aquella señora pudiera servir de testimonio para muchas personas. Le pedí a Dios que la sanase si era su voluntad, si eso pudiera traer honor a su nombre, y si era lo mejor para ella. Concluí mi oración en el nombre de Jesús y dije «Amén». Tras abrir los ojos, miré el monitor cardíaco, ¡y mostraba un ritmo perfecto! La mujer me agarró la mano con vigor y dijo:
–Me siento bien. ¡Estoy curada! ¡Sabía que si el pastor adventista oraba por mí, me pondría bien!
Recordé cómo manejaba Jesús este tipo de experiencias en su vida, así que le dije:
–Hermana, ¡tu fe te ha sanado!
Le di gracias a Dios y salí de la habitación. La enfermera dijo:
–¿Podemos entrar ahora?
Contesté:
–Sí, pero no creo que los necesite a ustedes ya.
Abrió ampliamente los ojos y se precipitó al interior de la habitación. No puedo contaros lo que ocurrió después porque me marché. No quería que las enfermeras o la mujer me mirasen a mí como si yo la hubiese curado. Lo hizo el don de sanidad aplicado por el Espíritu Santo sobre aquella mujer en ese momento.
Textos bíblicos para orar
- 1 Corintios 12: 9: Se menciona el don de sanidad. El Señor tiene muchas formas de curar a la gente, y él quiere derramar su poder sanador por medio de su pueblo.
- Efésios 4: 11-13: El Espíritu Santo desea conceder muchos dones a su pueblo. Dios tiene un plan también para ti.
- Lucas 5: 17: El poder del Señor debe estar presente para sanar.
- 1 Corintios 14: 1, 13: Desea los dones espirituales y ora para que puedas recibirlos.
- Apocalipsis 1: 10: Cuando el Espíritu Santo viene sobre nosotros, podemos oír a Dios de un modo nuevo y poderoso.
Oraciones sugeridas
- Agradecemos que eres el autor de la vida y hoy nos permite ver este milagro y nos da esperanza de vida eterna.
- Alabamos la paciencia y misericordia que tiene con este mundo y con su iglesia.
- Confesamos nuestra inconstancia para orar y para leer su Palabra.
- Pedimos que nos ayude a vivir la experiencia del amor fraterno como ocurrió en la iglesia apostólica.
- Rogamos que el Espíritu Santo sea nuestro Maestro, nuestro Guía y quien nos convenza de la obra que nos ha asignado a cada uno y como iglesia.
- Pedimos por ADRA y por todos los servicios de amor y bondad que realiza nuestra iglesia local, nacional y mundial.
- Pedimos por las 5 personas que deseamos llevar a Jesús.
Materiales y mucho más en: https://revista.adventista.es/este-10-de-enero-del-2020-comenzamos-los-10-dias-de-oracion-buscando-el-espiritu-de-dios/
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