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Sigue los 10 días de oración con nosotros. Descarga aquí el pdf.: Dia 5 El fruto del Espíritu Santo

«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,  mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley» (Gál.5: 22-23).

Testimonio

«Es evidente que la verdad ha sido plantada en el corazón por el Espíritu Santo cuando es amada y apreciada, y considerada como un don sagrado. El amor entonces brotará en el corazón como una fuente de agua viva, manando para vida eterna. Cuando este amor está en el corazón, el obrero no se sentirá cansado trabajando para Cristo» (Elena G. de White, Review and Herald, t. 3, p. 121, 13 de febrero de 1894).

Un diácono de la iglesia, considerado un hombre servicial e influyente, tenía un serio problema de carácter que solo su esposa y sus hijos conocían. En el trabajo o en sus momentos de esparcimiento con otras personas, era el hombre más agradable que te podrías esperar encontrar. En casa era a menudo insoportable. Se volvía malhumorado e irritable. A veces estallaba de ira y se comportaba como un maltratador emocional que castigaba severamente a sus hijos.

El diácono no ignoraba su problema. Se odiaba a sí mismo por explotar en casa. Era consciente de que profesaba una cosa en público y vivía una vida diferente en el hogar. A veces pensaba que debería asistir a clases de gestión de la ira, pero temía las consecuencias de reconocer su problema en la iglesia. También sabía que debía recibir asesoramiento, pero le repugnaba la idea de pagar a alguien por que le escuchara. Su orgullo le impedía conseguir la ayuda que necesitaba. Era un hombre religioso pero no un hombre espiritual; necesitaba convertirse y tener la presencia permanente del Espíritu Santo en su vida.

Cierto otoño, un predicador llegó a la ciudad para presentar una serie de reuniones de reavivamiento. Por causa de su cargo en la iglesia, el diácono asistía a todas las sesiones, aun cuando su corazón fuera como una piedra. Mucha oración había precedido a estas reuniones, y el Espíritu Santo estaba interviniendo de maneras milagrosas. Una joven renovó su relación con Jesús e hizo una confesión pública de sus pecados, pidiendo las oraciones y el apoyo de la congregación. Una mujer no cristiana que asistía con un amigo entregó su vida a Jesús. Las vidas cambiaban a raíz de que las personas dieran un paso al frente al escuchar las llamadas nocturnas al estrado.

Una noche, hacia el final de la serie, el diácono se puso en pie cuando se efectuó un llamado desde el altar. Con lágrimas en las mejillas, avanzó con los demás que habían respondido a la llamada de Dios sentida en sus corazones. Delante de la iglesia, se puso de rodillas, elevó las manos y dijo en voz alta: «¡Dios mío, ten misericordia de mí, que soy pecador!». La gente que conocía al diácono se sorprendió de oírle semejante oración en público, pero eso no fue todo. El diácono se incorporó, giró el rostro hacia la congregación y dijo: «Tengo un terrible problema de ira. No soy el marido y el padre que debería ser. Necesito confesar mis pecados, pedir ayuda y ser en casa el hombre que todos vosotros pensáis que soy en público». En ese momento, su esposa e hijos se reunieron en torno a él llorando y abrazándose a su marido y padre. Los miembros de la iglesia le rodearon, el pastor puso la mano sobre el hombro de aquel hombre, ¡y vaya sesión de oración tuvieron todos aquella noche!

El diácono fue fiel a su palabra. Con ayuda del pastor, encontró un consejero y también empezó a asistir a clases de gestión de la ira. Aún más importante, comenzó estudios bíblicos semanales con el pastor, no para entender las doctrinas sino para alcanzar una auténtica relación con Jesús. El Espíritu Santo bendijo al diácono y empezó a llenarle con el fruto del Espíritu. No solo pudieron ver la diferencia su esposa e hijos, sino también los miembros de la iglesia y de la comunidad. El diácono estaba en paz. Llegó a ser un hombre mucho más generoso. Su amabilidad y su amor, especialmente con su esposa e hijos, eran evidentes para todos. La alegría y las bendiciones de Jesús, a través del Espíritu Santo que moraba en su interior, convirtieron el hogar del diácono en un pequeño trozo de cielo en la tierra.

Textos bíblicos para orar

  • Gálatas 5: 19-23: Las obras de la carne son eliminadas por el fruto del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.
  • Juan 13: 35: La gente sabrá que somos verdaderos cristianos por el amor que mostramos.
  • 1 Pedro 1: 8: Experimentaremos un gozo indecible.
  • Filipenses 4: 7: La paz de Dios guardará nuestros corazones y nuestras mentes.
  • 2 Corintios 3: 18: Por el poder del Espíritu Santo somos transformados a la imagen de Jesús.
  • Juan 7: 38: Ríos de agua viva fluirán de nuestros corazones.

Oraciones sugeridas

  • Agradecemos el anhelo de concedernos su Santo Espíritu.
  • Le alabamos, por que su poder de hacer milagros es ilimitado y hoy puede ser un día de milagros para mi.
  • Confesamos nuestra tibieza e indiferencia espiritual y por albergar sospechas y criticas entre nosotros.
  • Pedimos por las personas solas en nuestra iglesia, viudos/as, huérfanos,  divorciados/as, solteros/as y ancianos.
  • Rogamos que nos ayude a ser misioneros permanentes, un reflejo de nuestro Dios.
  • Pedimos por las 5 personas que deseamos llevar a Jesús.

Materiales y mucho más en: https://revista.adventista.es/este-10-de-enero-del-2020-comenzamos-los-10-dias-de-oracion-buscando-el-espiritu-de-dios/

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