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¿Quiénes fueron realmente los tres reyes magos? En la cultura cristiana es muy conocido y popular el episodio de los magos de oriente que, siguiendo a una singular estrella, vinieron a Belén para adorar al recién nacido Jesús y ofrecerle sus presentes. Este relato, también denominado epifanía (manifestación del Señor a los gentiles), y que en la Biblia nos es referido únicamente en el evangelio de Mateo, es recordado y muy esperado, sobre todo por los niños, el 6 de enero, ya que en algunos países es en ese día cuando se les da los principales regalos del año. El famoso “roscón de reyes”, que muchas familias degustan en ese día, también hace alusión a este pasaje bíblico.

¿Quiénes fueron realmente los tres reyes magos de los cuales nos habla la tradición?

Como hemos señalado al principio, el relato de los magos solo nos es relatado en el evangelio de Mateo (capítulo 2) y en él no se nos dice que estos personajes fueran reyes o que fueran tres.

¿Usaban magia?

Con relación a su identidad, el Evangelio dice que eran magos (mágoi), pero no de los que se dedicaban a practicar la magia como Simón  el mago (Hch 8:9-11) o Elimas de Chipre (Hch 13:8), sino hombres de una clase social muy respetada e influyente en Media y Persia. Poseían una formación y educación notables en diferentes ramas del saber (ciencias de la naturaleza, astronomía, medicina, literatura, filosofía etc.) y, como tales, eran asesores de los reyes y de las personas poderosas.

Así lo vemos en el libro de Daniel (Dn 2: 2,10) y, en ese sentido, son señalados por destacados autores como Estrabón[1], Filón de Alejandría[2] o Jerónimo[3]. Elena G. de Wite comenta que “Los magos del Oriente eran filósofos. Pertenecían a la clase numerosa e influyente, que incluía hombres de noble alcurnia y poseía gran parte de las riquezas y del saber de su nación. Entre ellos había muchos que explotaban la credulidad del pueblo. Otros eran hombres rectos que estudiaban las manifestaciones de la Providencia en la naturaleza, y eran honrados por su integridad y sabiduría. De este carácter eran los magos que vinieron a Jesús”.[4]

¿Eran reyes?

El hecho de que la tradición los presente como reyes se debe a una interpretación un poco forzada de algunos textos del Antiguo Testamento:

  • Isaías 49:7 “Reyes te verán y se levantarán, príncipes vendrán a adorarte”.
  • Isaías 60:3 “Y vendrán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer”.
  • Salmos 60:29 “Por razón de tu templo en Jerusalén, los reyes te ofrecerán dones”.
  • Isaías 60:11 “Tus puertas estarán siempre abiertas, no se cerrarán ni de día ni de noche; para que te traigan riquezas de las naciones, y sus reyes sean conducidos a ti”.
  • Isaías 60:16 “Te nutrirás con la leche de las naciones, con la riqueza de los reyes te alimentarás”.

Pero el evangelista Mateo, muy atento a la aplicación de textos del Antiguo Testamento a la persona de Jesús, no los citó.

¿Cuántos eran realmente?

En cuanto al número de magos, la tradición, que no es unánime, señala que fueron tres, influyendo en ese número los regalos que el texto bíblico dice que ofrecieron: oro, incienso y mirra (Mt 2:11), y la interpretación también forzada de algunos textos del Antiguo Testamento:

– Salmos 72:10 “Los reyes de Tarsis y de las islas, traerán presentes, los reyes de Saba y Seba orecerán dones”.

Sin embargo, en pinturas encontradas en las catacumbas de San Pedro y Marcelino aparecen dos, en las de Santa Domitila cuatro y en algunas listas medievales se habla hasta de doce, quizás por la simbología con las doce tribus de Israel.

Una antigua leyenda dice que sus reliquias fueron transportadas de Persia a Constantinopla por el emperador Zenón en el año 490 d.d.C. y de ahí pasaron a la catedral de Milán. Parece ser que fue el emperador del Sacro Imperio Germánico, Federico I Barbarroja (1122-1190), el que se apoderó de las reliquias en Milán y se las entregó al arzobispo de Colonia, Reinaldo de Dassel (1120-1167), quien les dio acomodo en una famosa obra de arte de orfebrería , que todavía se exhibe, y que contiene tres calaveras: la de Melchor representando a los semitas, la de Gaspar, a los jafetitas y la de Baltasar, que representaría los camitas. Pero lo cierto es que el Evangelio de Mateo no da ninguna información de cuántos eran. Simplemente dice que unos magos (mágoi,en plural)  vinieron de Oriente a conocer y adorar a Jesús .

Su lugar de origen

El Evangelio de Mateo no nos da datos precisos sobre el lugar de procedencia de los magos. Ellos mismos afirman que vieron la estrella del rey de los judíos (Is 41:2; 46:11) en el “Oriente” (singular) y el narrador dice que llegaron “de tierras orientales” (plural). El término, tanto en singular como en plural, no es del todo preciso. Para un judío, el Oriente es, en general, lo que queda al este del río Jordán y del Mar Muerto.

Balaam vino “de Aram, de los montes de Oriente (Nm 23:7); Ciro vino del Oriente (Is 41:2,46:11), pero el Oriente también pueden ser las tierras de Arabia septentrional. Teniendo en cuenta lo que hemos dicho sobre la identidad de los magos, es muy probable que vinieran de Mesopotamia. Estos hombres, de una extensa y contrastada sabiduría, conocían las profecías en torno al nacimiento del mesías por la influencia, sin duda, de los judíos residentes en aquellas tierras desde hacía muchos siglos.

La fecha de llegada de los magos a Jerusalén y a Belén

Obviamente, los magos llegaron a Jerusalén y posteriormente a Belén cuando nació Jesús y el Evangelio precisa que Jesús nació en los días del Rey Herodes (el Grande). Herodes murió, según podemos deducir de varias fuentes, en la primavera del año 750 a.u.c. (después de la fundación de Roma), lo cual nos llevaría a cuatro o cinco años antes de la era cristiana.

La pregunta clave y de no fácil respuesta es ¿cuánto tiempo antes de morir Herodes nació Jesús? Honestamente no lo sabemos, pero nos inclinamos a pensar, por varias razones que tienen que ver con la enfermedad de Herodes y la matanza de los niños de Belén, que debió nacer sobre el año 748 a.u.c. Si sobre el año del nacimiento de Jesús, y la consiguiente llegada de los magos, no tenemos ninguna certeza absoluta, aún la tenemos menos sobre el día en que llegaron a Belén y adoraron a Jesús.

Hasta el siglo IV, la mayoría de las iglesias cristianas celebraba la Epifanía, “manifestación del señor a los gentiles”, el día 25 de diciembre, pero a medida que iba vinculándose esta fecha con el nacimiento de Jesús, la fecha del 6 de enero quedó, poco a poco, fijada para conmemorar la llegada de los magos a Belén. Desde el punto de vista bíblico no podemos relacionar estas dos efemérides con la vida de Jesús.

En el 25 de diciembre beben las saturnales romanas y en el “dies natalis solis invicti” (día del nacimiento del sol invencible) del mitraísmo, mientras que la fecha del 6 de enero está relacionada, en Egipto y en Arabia, con el nacimiento del dios a Aión, nacido de la virgen Coré y, en Grecia, con Dionisos, para celebrar los favores de este Dios a sus seguidores.  Dicho esto, y puesto que esa celebración está ahí, creo que debemos aprovechar la ocasión para meditar acerca de la convicción y determinación de estos personajes y para poner de relieve la fe que tuvieron.

Su fe, y el significado de sus regalos

Si tenemos en cuenta que los magos no eran judíos y que vinieron desde tan lejos, podemos considerarlos, sin duda, como unos personajes de gran fe, no solo porque no se desanimaron ante la incredulidad y el escepticismo que encontraron en Jerusalén, sino porque cuando vieron a Jesús, en la debilidad de un niño humilde e indefenso, lo reconocieron y adoraron como al verdadero Dios y le ofrecieron sus presentes.

– Por medio del oro, símbolo de la realeza, lo reconocieron como a su Rey y Señor.

– Con el incienso, como símbolo de las oraciones que suben a Dios, lo reconocieron como a Dios.

– Con la mirra, utilizada en el embalsamamiento de los muertos, reconocieron la humanidad de Jesús.

El relato de los Magos de Oriente, que nos refiere el Evangelio de Mateo, es, sin duda, un pasaje que nos invita a la reflexión y a dar paso a la fe, para ver en Jesús a nuestro hermano, nuestro Rey y nuestro Salvador.

NOTAS:

[1] Estrabón, Geografía, Libros XV-XVII, traducción de Juan Luis García-Alonso (Madrid: Gredos,2015),222 dice que los magos seguían “celosamente un cierto tipo de vida santa”.

[2] Filón de Alejandría, Quod omnis probus , traducción al francés de Madeleine Petit ( Paris : Cerf, 2012). 181 comenta que “ escudriñaban los secretos para averiguar la verdad”.

[3] Jerónimo, en su comentario a Daniel 2:2, los identifica como filósofos. Véase: Obras completas de San Jerónimo. Vb: Comentario a Ezequiel (Libros IX-XIV. Comentario al profeta Daniel (Madrid: BAC,2006).

[4] Elena G. de White, El Deseado de Todas las Gentes (Mountain View, CA: Publicaciones Interamericanas,1955)41.

Autor: Miguel Ángel Roig, pastor y profesor de teología jubilado

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