«Cuanto más estudio el funcionamiento de nuestro cerebro, de nuestra mente, más me encanta el cuidado y el amor de Dios por nosotros».
Un cerebro proyectado para regular las emociones. Fuimos adaptados para producir emociones que nos impulsan a actuar y realizar cosas.
Experimentamos una diversidad de sentimientos y emociones. Algunos nos incomodan, otros nos satisfacen. Cada emoción tiene su función y podemos aprender a tratar con cada una de ellas de modo saludable. Lo importante no es eliminar de nuestra vida las emociones que nos incomodan, sino aprender a hacer una regulación emocional buena. Y tenemos un cerebro proyectado para hacerlo.
Tres sistemas reguladores del afecto
Por lo menos tres sistemas actúan en nuestro cerebro en la regulación del afecto. Ellos son:
- El sistema de amenaza y protección: Es el responsable por identificar amenazas y producir reacciones rápidas. Está relacionado a emociones como miedo, ira, ansiedad, frustración y aversión.
- El sistema de impulso y motivación: Orientado a la búsqueda de recursos y realización. Está relacionado a la producción del ánimo, la euforia y la motivación.
- El sistema de afiliación y tranquilización: Produce sentimientos como seguridad, tranquilidad, calma, paz, contentamiento y bienestar. Está relacionado a la acción de las endorfinas y de la hormona oxitocina.
Los tres sistemas reguladores actúan para que podamos regular nuestras emociones de manera adecuada. Pero, con frecuencia, dadas las condiciones imperfectas en las que vivimos, esos sistemas están en desequilibrio y podemos sentir algún perjuicio en nuestra salud física y mental.
Por ejemplo, las personas que están constantemente con el sistema de amenaza y protección activado pueden ser personas que sufren con ansiedad, estrés, sienten dificultad en controlar la ira o viven en constantes problemas en sus relaciones.
Adaptados para un mundo imperfecto
Alguno podría preguntar “¿será que nuestro cerebro fue proyectado para producir emociones desagradables?” La psicología evolutiva tendrá sus explicaciones. Nosotros, los creacionistas, también tenemos las nuestras, y a continuación comparto mi visión personal como psicóloga y creacionista, pues lo soy.
Dios creó al ser humano perfecto (sin pecado), sin embargo, sufrimos una serie de alteraciones cuando el pecado empezó a ser parte de nuestra realidad. En un mundo perfecto, las facultades mentales superiores (más asociadas a la razón) dominaban a las inferiores (más asociadas al afecto y a las emociones).
En la realidad del pecado, el dominio de las facultades superiores sobre las inferiores comenzó a ser nuestro desafío. [Para saber más sobre las facultades superiores e inferiores, haga una investigación de esos términos en el sitio ].
La entrada del pecado
Con la entrada del pecado en el mundo, comenzamos a tratar con una serie de riesgos en nuestra supervivencia que no existían antes del pecado. Nuestro sistema de amenaza y protección tuvo que ser muy utilizado. Es el que nos hace tener reacciones rápidas que conservan nuestra vida (o la de otras personas), cuando la razón demoraría mucho en actuar al comprobar todas las evidencias y variables involucradas en una situación.
Usted seguramente ha visto algún video en el que un padre salva a un hijo de ser atropellado por tener una reacción rápida, o algo semejante a esa escena. Pero, no fuimos adaptados solo para vivir en un «modo supervivencia». Eso sería una preocupación. Estaríamos constantemente en alerta y ansiosos.
También fuimos adaptados para producir emociones que nos impulsan a actuar y realizar cosas, lo que nos produce alegría y le da sentido a mucho de lo que hacemos. Y fuimos adaptados por medio de las relaciones saludables y de los cuidados de la vida espiritual (entre otras cosas), a producir tranquilidad, paz y contentamiento, aun en un mundo lleno de adversidades. Dios nos dio mecanismos cerebrales no solo para sobrevivir, sino para prosperar y vivir con bienestar.
El desarrollo de las facultades
Cuanto más estudio el funcionamiento de nuestra mente, más me encanta el cuidado y el amor de Dios por nosotros. Él desea que desarrollemos nuestras facultades, tanto las superiores como las inferiores, pues el funcionamiento armónico de lo que él proyectó nos da más salud y paz. “Dios concede al hombre facultades físicas y mentales. Ninguna de ellas es innecesaria. No se debe usar mal ni abusar de ninguna de ellas. Las inclinaciones subalternas deben mantenerse bajo el control de las facultades superiores” (Elena de White, Mente, carácter y personalidad, t. 2, p. 387).
«Aun cuando estén marcados con la mayor de las imperfecciones, con temor de Dios, se deberían favorecer y fortalecer todos los esfuerzos para desarrollar las más altas facultades». (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 418).
Autora: Karyne Correia, psicóloga y magíster en Psicología, trabaja en el área clínica y realiza atención psicológica online.
PUBLICACIÓN ORIGINAL: Un cerebro proyectado para regular las emociones