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time out pausa emocionesLas emociones son respuestas espontáneas a lo que nos llega por medio de los sentidos. Activan pensamientos, recuerdos y comportamientos. Nos impulsan a actuar rápidamente en situaciones inesperadas y son responsables por nuestra comunicación no verbal. Casi todas las actividades que realizamos involucran experiencias emocionales, más o menos intensas.

Las emociones provocan reacciones fisiológicas, como respiración acelerada, palpitaciones, sonrojarse y transpiración. Incluso, desencadenan reacciones químicas que afectan a todo el organismo, pudiendo alterar la respuesta inmune y el funcionamiento de diferentes órganos y sistemas. Mientras las buenas emociones son benéficas para la salud, proporcionando calidad de vida, las negativas nos hacen más vulnerables a las enfermedades degenerativas, como el Alzheimer, hipertensión, enfermedades cardíacas e incluso el cáncer. Pero, ¿cómo evitar que las emociones perjudiciales nos dominen?

Una pausa vigorizante

En el mundo de los deportes, hay una táctica interesante a la que los atletas pueden recurrir. El time-out (o «tiempo fuera») es un recurso que permite, a lo largo del juego, una pausa en el cronómetro para que los equipos puedan reunirse para analizar el desempeño y repensar las estrategias para avanzar en dirección a la victoria.

Un time-out, desde el punto de vista psicológico y espiritual, puede ser una herramienta valiosa; una pausa en nuestras preocupaciones para reflexionar sobre cómo y en cuánto somos afectados por las circunstancias, y tomar decisiones que nos proporcionen el bienestar que Dios desea para sus hijos.

Como la expresión presupone, el time-out implica una pausa; no hay cómo prestar atención a los sentimientos manteniendo el ritmo frenético de las actividades habituales. En verdad, ese tiempo de silencio debe formar parte de la rutina. ¡Gracias a Dios, tenemos el sábado como un time-out semanal! Sin embargo, incluso en el día a día, al sentir que las emociones se están enredando o alcanzando proporciones irrazonables, necesitamos detener la máquina y realinear los engranajes para que vuelva a funcionar de la manera ideal. Puedes aprovechar ese tiempo para algunas prácticas que determinan toda la diferencia en la salud de las emociones.

Prácticas para la salud de tus emociones:

Analiza

Nosotros, los humanos, somos seres emocionales; Dios nos creó así. Negar o suprimir nuestras reacciones naturales puede acarrear graves consecuencias físicas y mentales. Sin embargo, no todas las emociones son confiables (Jer. 17:9); algunas surgen de situaciones imaginarias o de interpretaciones equivocadas de la realidad. Por eso, es importante percibir e identificar lo que se está sintiendo, cuál es la causa de esta emoción, si es razonable y compatible con la situación y cómo afecta al bienestar personal y a la relación con los demás. Además de aclararnos las ideas, este análisis nos da el control sobre la intensidad y la duración de las emociones.

Expresa

Malestares y sentimientos confusos pueden reordenarse cuando se expresan por medio de la oración y de la comunión con Dios. Al reconocer nuestras debilidades, le damos a él la oportunidad de cumplir su promesa, concediéndonos fuerza y calma (2 Cor. 12:9). Sin embargo, algunas veces será necesario recurrir al apoyo de personas o profesionales de confianza que, siendo guiados por Dios, nos transmitan consejos oportunos. Expresar las emociones reduce la tensión fisiológica, suple la necesidad de contacto social y desarrolla una comprensión más amplia de la propia experiencia, generando un autoconocimiento y nuevos aprendizajes para la vida.

Domina

En psicología, la capacidad de discernir y regular las emociones, no permitiéndose ser dominado por ellas, se denomina inteligencia emocional. Este es un atributo importante en el desarrollo personal, social y espiritual. Implica adaptarse a fin de resolver conflictos y alcanzar objetivos, tolerar la frustración, dominar los impulsos y ser capaz de posponer recompensas o satisfacciones inmediatas, valorando las mayores y de largo plazo. Esta virtud no nace con nosotros; necesita ser desarrollada y ejercitada. Y Cristo promete ayudarnos en este desafío, dándonos su poder para engendrar fuerza y voluntad, y confianza para erradicar el miedo y la desesperación (2 Tim. 1:7).

Ana y su timeout

La Biblia registra el momento en que Ana hizo esa pausa (1 Sam. 1). Perturbada por el acoso por parte de su familia y su comunidad, sufriendo un intenso dolor emocional, ella interrumpió su rutina y, silenciosamente, se fue al Santuario a orar. Allá, después de entregar su corazón a Dios y de recibir el incentivo del sacerdote Eli, su ánimo fue restaurado y ella fue capaz de seguir su camino con un corazón lleno de esperanza y paz. Así como Ana, tú y yo podemos enfrentar las crisis y dominar las emociones que de ellas derivan, con la certeza de que «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Fil. 4:7).

Autora: Dámaris Quinteros, doctora en Psicología y forma parte del cuerpo docente de la Universidad Peruana Unión.
Imagen: Shutterstock

Publicación original: Time-out (Artículo publicado originalmente en la edición de jul/sep 2020 de la Revista Afam).

 

2 Comments

  • Adriana dice:

    Que Interesante es poder empaparnos de dichos Conocimientos:Gracias y es de GRAN AYUDA, para nuestro diario vivir y CRECIMIENTO ESPIRITUAL.
    EL SEÑOR OS COLME DE BENDICIONES.

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