Cada día se trató un tipo distinto de relación. El viernes, dando la bienvenida al sábado, lo hicimos de la mejor forma posible, ¿cómo debemos relacionarnos con Dios y por qué es tan importante? En primer lugar, hicimos una dinámica de grupo, en la que debíamos decir algo que poca gente conociera de nosotros, y hecho esto, dimos paso a una de las charlas más importantes del finde.
Nos distribuimos en tres grupos para analizar y comentar textos bíblicos, haciendo una puesta en común. De esta manera llegamos a la conclusión de que Dios es quien más nos ama y hemos sido elegidos para conocerle. Somos su obra maestra, gracias a Él tenemos esperanza y alegría. Como dice Juan 3:16: «Dios nos amó y nos ama tanto, que dio a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él crea, no se pierda mas tenga vida eterna». La relación con Dios es muy importante, y para ello hay que dedicar tiempo, como en una relación normal y corriente con nuestros seres queridos. Pero, ¿cuáles son los medios correctos para crear nuestra «carpa de la intimidad con Dios»? La oración y la Biblia. Es decir, la comunicación y el estudio.
Relación-Arte y las personas «difíciles de amar»
El sábado por la mañana dedicamos tiempo a las relaciones con las personas que son difíciles de amar, aquellas con las que solemos chocar o nos hacen sacar nuestro lado negativo. ¿Qué es lo que nos dice la Biblia sobre esto? La escucha y comprensión, la ayuda intencionada, la forma en la que respondemos y la empatía, son consejos que sacamos de ella y que nuestro Padre nos da. Muchas veces nos empeñamos en tener la razón o ponernos por encima de la persona con la que estamos conversando; sin embargo, bien sabemos que no es lo correcto. Romanos 12: 18 dice: «Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos».
Por la tarde tratamos las relaciones positivas, aquellas que son agradables y en las que nos sentimos agradecidos, ¿Debemos trabajar este tipo de relaciones? Por supuesto que sí. No porque una relación fluya y sea recíproca deja de necesitar apoyo y cuidado por parte de las personas que la forman. A veces nos empeñamos en seguir adelante con relaciones que no nos hacen bien, en ocasiones se podrán solucionar y en otras no. Debemos saber dejar ir aquellas que no lo son, deseando siempre el bien. De igual modo que debemos saber cuando podemos ceder y cuando no. Una relación sana debe estar construida sobre los pilares del respeto, la comprensión y el apoyo.
Realizamos juegos de grupo, adivinanzas de palabras, representaciones, en las que podíamos expresar nuestras incertidumbres o aspectos que no entendíamos, aprendiendo en todo momento de forma dinámica. Concluimos el fin de semana disfrutando de nuestras amistades y apreciando el valor que tienen.
Aprendamos a amar mejor
La acción de relacionarnos con Dios y con los demás es, sin duda, un arte. Y como todo arte, podemos aprender y mejorar. Hay que amar siempre desde la capacidad e intensidad que el Señor nos ha permitido tener, y con la que Él desea que amemos. Dios nos ama tal y como somos, con nuestros problemas, manías e imperfecciones, y así es como Él nos pide que amemos a los demás.
Intentemos ser como Él, y brindemos, también, ese amor de forma especial a todas aquellas personas que todavía no le conocen.
Autora: Laura Peiró Pablos, jóven del distrito adventista de Zaragoza.