Skip to main content

Yo te creé, te formé con amor, y desde el principio te elegí. Conozco cada parte de tu ser, tus alegrías y tus luchas, tus sueños y tus miedos. No hay nada que pueda apartarte del amor que siento por ti, grabado te llevo en la palma de mis manos.

Quiero lo mejor para ti, más allá de lo que puedas imaginar. Te llamo a tener fe, a confiar en mí, porque soy el que ha sufrido tus penas, el que ha luchado tus batallas, el que ha vencido, incluso la muerte por ti.

Dejé mi gloria para darte vida y te ofrezco la verdadera libertad en mí. Soy tu Salvador, tu fuerza y tu refugio.

Te protegeré en todos tus caminos. Nunca te abandonaré. Siempre te guiaré, porque esa es mi promesa.

Pon tus miedos, tus vergüenzas y tu dolor en mis manos, y yo te daré paz, alegría y esperanza. Mis respuestas a tus oraciones siempre llegarán en el momento adecuado. Solo tienes que creer y confiar en mí. ¿Quieres que yo viva en ti?

Pronto te voy a abrazar, y ya no habrá más lágrimas, ni dolor, ni muerte.

Te amo, y eres precioso a mis ojos. Alza tu mirada al cielo, porque lo he prometido: ¡sí, vengo pronto!

Revista Adventista de España