Serie de artículos para la Revista Adventista sobre reproducción humana y diseño inteligente. Artículo nº1 sobre Lactancia y Diseño Inteligente.
Lactancia y Diseño Inteligente: el maravilloso desarrollo embrionario de las mamas.
Miradas compartidas
La búsqueda del diálogo entre ciencia y fe ha sido una constante en mi vida. Desde la etapa de estudiante experimenté el reto de ser cuestionada por estudiar medicina partiendo de una cosmovisión creacionista bíblica.
Pero cuestionar o cuestionarse algo es, a su vez, incitar o estimular a aprender más y a persistir en el encuentro de la propia coherencia. Por eso me gusta el concepto de ‘miradas compartidas’[1] entre ciencia y fe, que manifiesta esa necesidad de integrar ambas cosmovisiones, en lugar de mantener miradas enfrentadas.
Así que, del mismo modo que en el entorno de la montaña y la naturaleza pude encontrarme con un Dios cercano, presente y real, al estudiar los detalles de la biología molecular en la reproducción humana, fui consciente de la revelación de ese Dios también en lo microscópico. El Dios oculto tras el misterio de la vida, se hacía visible en el diseño de lo creado.
Y llegó la nueva mirada que cambió mi vida. Llegó mi otra vida. En concreto tres vidas: las vidas de mis tres hijos. A partir de entonces mi existencia adquirió la definición de madre y más específicamente de madre lactante.
Este hecho, en parte tan natural y cotidiano, supuso tal trascendencia vital, que el solo enfoque de la biología me resulta insuficiente para explicar aquello que va más allá de lo científicamente comprensible: experimentar el amor.
Lo primero que hace un recién nacido sano a término, colocado sobre el pecho desnudo de su madre es buscar la mirada de mamá. Nace con todos sus sentidos y reflejos activados para el encuentro con el amor de su vida. Y precisamente el intenso vínculo de amor entre madre e hijo/a, se materializa con el acto de amamantar.
En esta serie de artículos, invito a mirar la lactancia de un modo diferente. A dialogar poniendo el foco en detalles de la ciencia que revelan la hipótesis de un diseño inteligente en el que, creyentes como yo, encuentran también al Dios de amor maternal.
Embriología de la glándula mamaria
La primera parada de este viaje al diseño en la lactancia nos remonta al origen de la madre lactante, cuando ella misma era un pequeño embrión en crecimiento dentro del útero de su propia madre. Nos detendremos pues en la embriología de la glándula mamaria, es decir, en el inicio de su desarrollo durante la etapa embrionaria.
Cuando el embrión mide tan sólo 2,5 milímetros de longitud, se forma en su parte ventral una agrupación de células diferenciadas, que siguen una línea desde la zona de la axila hasta la ingle y se conocen como ‘línea mamaria’.
Durante la quinta semana de vida embrionaria, mientras el embrión crece hasta los 5,5 milímetros de longitud, esta línea mamaria también crece y pasa a llamarse ‘cresta mamaria’.
Posteriormente, las células de la cresta mamaria situadas en la región del pecho son las que siguen desarrollándose para seguir formando las mamas y el resto de la cresta mamaria involuciona y desaparece.
Pero todavía falta mucho desarrollo embrionario para observar la forma definitiva que veremos cuando nazca la bebé.
Las glándulas mamarias comienzan a desarrollarse en el pecho del embrión de 6 semanas a partir de estas células de la cresta mamaria. Las células implicadas de la capa embrionaria externa (ectodermo) se van multiplicando y agrupando en forma de ramificaciones hacia las capas celulares más interiores (mesodermo).
Con estos procesos de crecimiento y ramificación, se formarán más adelante los lóbulos y alvéolos de la glándula mamaria.
A las 16 semanas de gestación, ya se ha producido esta etapa de ramificación de las células. Y seguirá progresando.
A las 28 semanas de gestación, las hormonas sexuales placentarias entran en la circulación fetal e inducen la canalización de los conductos mamarios en el feto.
En resumen, al llegar al séptimo mes de embarazo se ha creado toda la estructura tisular de base que formará las glándulas mamarias de la bebé. ¡Es extraordinario! ¡Todo el desarrollo embrionario lo es! ¡Parece diseñado con el más preciso detalle!
Apoptosis durante el desarrollo mamario
Pero todo este proceso, descrito solo de forma resumida, no ocurre por casualidad y tampoco por ‘arte de magia’. Tiene unos mecanismos biológicos muy bien estudiados que muestran un exquisito diseño.
Para que se construya toda la estructura del tejido mamario hay células que se quedan y se multiplican, y en cambio otras que se destruyen y eliminan para ir modelando ese tejido. Es decir, se combina crecimiento e involución.
Aquí entra en escena el mecanismo de la apoptosis o muerte celular programada.
La apoptosis es clave para controlar ese crecimiento y desarrollo de las células y tejidos embrionarios, y en nuestro caso, las células y tejidos mamarios.
Se trata de un proceso ordenado, programado, regulado y no aleatorio. Es muy diferente a la muerte celular por necrosis, que implica daño en los tejidos.
Un ejemplo simplificado para entenderlo mejor: el grupo de células que inicialmente se han multiplicado y agrupado formando un cilindro sólido, mediante la apoptosis de las células del interior de ese cilindro, éste se remodela en forma de tubo con el interior hueco. De este modo, se forman los conductos y ramificaciones de los conductos mamarios por donde circulará la leche materna (conductos galactóforos).
Tiene que suceder, por tanto, un correcto equilibrio entre la formación por multiplicación y diferenciación celular, y la remodelación por muerte celular programada o apoptosis.
Apoptosis en la mama adulta
Este fenómeno de la apoptosis es protagonista en el desarrollo embrionario de la glándula mamaria para formar los conductos. Pero también se va a ir repitiendo a partir de la pubertad y con cada fase de la menstruación. De modo que, a medida que el tejido mamario crece y se desarrolla la mama púber hasta la mama adulta, la apoptosis permite que el tejido se remodele y progrese en su madurez, hasta la forma definitiva del órgano que tiene programada genéticamente.
Otro ejemplo para facilitar la comprensión: en cada ciclo menstrual, las hormonas sexuales femeninas dan la orden de ‘construir’ tejido mamario (células, conductos, alvéolos, lóbulos, etc). Pero a la vez, para que se construya adecuadamente, una parte se autodestruye por apoptosis para remodelar y dar la forma adecuada a esa construcción de la mama.
En la mama adulta, la apoptosis celular sigue siendo tan importante que, si ocurre una desregulación y una célula de los conductos mamarios sufre una mutación y ‘decide’ ignorar los mecanismos de muerte celular programada, puede dar origen a una reproducción incontrolada de esa célula de forma maligna y llegar a producir un cáncer de mama.
Durante la etapa de lactancia, con la glándula mamaria en la plenitud de su función, el mecanismo de la apoptosis está casi ausente en los tejidos mamarios, ya que el órgano promueve y prioriza la actividad productora glandular.
Pero la apoptosis vuelve a recobrar protagonismo en la remodelación del tejido mamario que comienza a producirse durante la involución del final de la lactancia.
Es muy interesante: cuando la succión del bebé cesa con el destete, el componente alveolar de la glándula involuciona gracias a la apoptosis de sus células. Así se vuelve a remodelar el tejido y se reconstruye la glándula mamaria hasta retornar al mismo estado que tenía previo al embarazo. ¡Y vuelta a comenzar!
Un mecanismo molecular permanente en el tiempo
En el año 2014 se publicó en la revista científica estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)[2] un trabajo que demuestra la conservación a lo largo del tiempo del mecanismo de apoptosis.
El estudio se centra en las moléculas de la superfamilia de receptores-ligandos de TNF (factor de necrosis tumoral, en inglés).
Éstas son una de las principales moléculas mediadoras de la apoptosis, es decir, las que permiten que dentro de la célula tenga lugar correctamente el complejo proceso de muerte celular programada.
El análisis realizado en este estudio revela que todos los componentes principales de la vía molecular de este receptor-ligando de TNF se han mantenido funcionales desde la explosión precámbrica.
La era precámbrica es definida por la ciencia convencional como la era de la aparición de la vida animal, que se calcula con más de 500 millones de años de antigüedad, según la teoría de la evolución de las especies.
Así pues, el estudio argumenta que, a pesar de la complejidad en aumento de la vida desde la aparición de los corales precámbricos hasta el Homo sapiens, los componentes principales del mecanismo de apoptosis mediado por el receptor-ligando de TNR se han mantenido completamente estables.
La experimentación descrita en esta investigación sometió a un grupo de células de coral a la acción de estas moléculas mediadoras de apoptosis de origen humano; y a su vez, a las células humanas se las sometió al mismo mediador de apoptosis, pero presente en el coral. El resultado fue que en ambos casos se indujo exactamente la misma reacción molecular que desencadena la apoptosis.
Con todo ello, según este estudio, los investigadores concluyeron que el mecanismo de apoptosis ha permanecido estable desde los corales al Homo sapiens, desde la era precámbrica hasta la actualidad.
En otras palabras, a lo largo de -teóricamente- millones de años de evolución, la apoptosis no ha evolucionado, se ha mantenido siempre igual.
Cuestiones abiertas
Por muy complicados que puedan parecer todos estos conceptos de biología molecular -que sin duda lo son-, hay alguna idea que podemos tratar de comprender para concluir este primer viaje al diseño de la lactancia.
Hemos visto que en toda la secuencia de desarrollo y formación de este maravilloso órgano par que son las glándulas mamarias, hay un detalle que sin él no sería posible la construcción de la correcta arquitectura glandular.
Y al mismo tiempo, esa adecuada creación de todos los componentes del tejido mamario es indispensable para que finalmente, tras finalizar la gestación y el parto, la madre lactante pueda disponer de un órgano doble específico para ofrecer el único alimento que su bebé puede tolerar para garantizar su supervivencia: los pechos que producen leche materna.
El funcionamiento en la lactancia de las mamas depende de que se hayan formado adecuadamente. Y sin la autorregulación que protagoniza el mecanismo de apoptosis, no sería posible ese desarrollo óptimo del órgano desde el embrión hasta la mama adulta.
La cuestión con la que termino este primer artículo sobre lactancia y diseño inteligente nos deja preguntas abiertas: si la apoptosis no ha sufrido ninguna evolución en su mecanismo de acción ¿puede haber surgido al azar tal entramado de reacciones químicas consecutivas entre moléculas que sea funcional? Y no solo eso, sino que ¿es posible que esa funcionalidad molecular obtenida al azar sea tan eficiente que desde su inicio se mantenga inalterada durante millones de años?
Estas cuestiones que quedan abiertas nos dan lugar a la reflexión. Y en la reflexión podemos incorporar una variable que la teoría de la evolución no tiene en cuenta. Esta variable es el diseño inteligente.
Al dar la posibilidad de pensar en un diseño inteligente, comienza a tener sentido la complejidad permanente e inalterable del mecanismo de la apoptosis. También cobra sentido el magnífico detalle con que cada uno de los elementos que conforman la glándula mamaria se crea y desarrolla hasta su madurez y funcionalidad.
Si además, este diseño inteligente es llevado a cabo por un Creador amante, para mí, por lo menos, la maravilla de la lactancia no solo me llena de fascinación y admiración, sino que conmueve hasta lo más profundo mi ser con la admiración y agradecimiento ante el acto de amor que me permite, como madre lactante, expresar de la forma más mamíferamente auténtica, el amor por mis hijos.
Autora: Dra. Sarai de la Fuente Gelabert, médico especialista en medicina familiar y comunitaria. Pediatra de atención primaria. Consultora internacional de lactancia materna IBCLC. Directora del Departamento de Salud de la Iglesia Adventista en España.
Contacto: [email protected]
Web: www.lactasfera.com
Referencias:
[1] Ciclo de conferencias organizadas por AEGUAE ‘¿Por qué? Diálogos acerca de lo trascendental.’ Ponencia del Dr. Isaac Llopis ‘¿Por qué creo en la fe y en la ciencia’. 5 mayo 2021. CCCB, Barcelona.
[2] Quistad SD, Stotland A, Barott KL, et al. Evolution of TNF-induced apoptosis reveals 550 My of functional conservation. Proc Natl Acad Sci U S A. 2014;111(26):9567-9572. doi:10.1073/pnas.1405912111