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La ley del Pacto – Lección 8 del 3º trimestre de 2021 – ESCUELA SABÁTICA VIVA

¡Disfruta de la lección! Compártela con tus amistades y comenta. Te invitamos a tener una experiencia más allá del sábado convirtiendo tu Unidad de Acción en una Iglesia Hogar en donde la Biblia, la oración intercesora, la fraternidad y la testificación sean vuestro estilo de vida. Así experimentaremos un poder renovador en la iglesia y en el cumplimiento de la misión.

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Para memorizar

“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Sal. 27:1).

Muchos de los que se encontraron con Jesús en su ministerio terrenal eran enfermos, a veces incluso enfermos terminales. Acudían en masa a Jesús en busca de salud y descanso de sus sufrimientos. Y siempre los obtuvieron.

A veces, Jesús solo decía una palabra, y se recuperaban por completo. Otras veces tocaba a los enfermos, y se sanaban milagrosamente. A veces los despedía, y la curación se producía yendo de camino. Jesús sanó a hombres, mujeres, niños, judíos, no judíos, ricos y pobres, y a gente sencilla. Los peores casos de lepra y ceguera no quedaban fuera de su alcance. Por cierto, incluso sanó a los que padecían la peor “enfermedad” de todas: la muerte.

Esta semana, analizamos dos ejemplos de curación muy diferentes. En uno, la persona estaba tan enferma que ni siquiera podía acercarse a Jesús por sus propios medios. Sus síntomas eran bien visibles para todos. En el otro caso, no había síntomas visibles ni obvios. En ambos casos, la sanidad llegó a la manera de Dios y a su tiempo.

Al explorar el tema del descanso del dolor y el sufrimiento, también consideraremos la pregunta que todos, en algún momento u otro de nuestra experiencia cristiana, nos hemos planteado: ¿Qué sucede cuando oramos por sanidad y no recibimos respuesta?

¿Cómo hallar descanso entonces? Adéntrate en esta lección de la Ley del Pacto.

Revista Adventista de España