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La Biblia está constituida en la historia. La historia bíblica avanza en dirección lineal desde un principio absoluto, cuando Dios creó todas las cosas, hasta una meta final, cuando restaurará la Tierra en la Segunda Venida.

La naturaleza histórica de las Escrituras es una característica que la distingue de los libros sagrados de otras religiones. La Biblia da por sentada la existencia de un Dios que actúa personalmente en la historia; no intenta probar esa existencia. En el principio, Dios habla, y se crea vida en la Tierra (Gén. 1:1-31). Él llama a Abram a salir de los caldeos. Libera a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Escribe los Diez Mandamientos en tablas de piedra con su propio dedo (Éxo. 31:18). Envía profetas. Envía juicios. Llama a su pueblo a vivir y compartir su divina Ley y el plan de salvación con otras naciones. Finalmente, envía a su Hijo Jesucristo al mundo, dividiendo así la historia para siempre.

Esta semana, analizaremos algunos de los aspectos clave de la historia según se describen en la Biblia y también algunas de las evidencias arqueológicas que ayudan a corroborar la historia según se expresa en la Biblia.

PARA MEMORIZAR: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto” (Éxo. 20:2; también Deut. 5:6).

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 1 Samuel 17; Isaías 36:1-3; 37:14- 38; Daniel 1, 5; Mateo 26:57-67; Hebreos 11:1-40.

Revista Adventista de España