Skip to main content

En Daniel 5, la Palabra de Dios nos da un ejemplo poderoso de la arrogancia humana que termina de una manera asombrosa y dramática. Aunque se podría decir que a Nabucodonosor le llevó mucho tiempo aprender la lección, al menos la aprendió. Su nieto, Belsasar, no. Al usar los vasos del Templo en una orgía palaciega, Belsasar los profana. Ese acto de profanación equivale no solo a desafiar a Dios sino a atacar a Dios mismo. De este modo, Belsasar llena la copa de sus iniquidades al actuar de forma semejante al cuerno pequeño (ver Dan. 8), que atacó los pilares del Santuario de Dios.

Al eliminar el dominio de Belsasar, Dios prefigura lo que logrará contra los enemigos de su pueblo en los últimos días. Los acontecimientos narrados en Daniel 5 tuvieron lugar en 539 a.C., la noche en que Babilonia cayó ante el ejército medopersa. Aquí ocurre la transición del oro a la plata predicha en Daniel 2. Una vez más, resulta evidente que Dios gobierna en los asuntos del mundo.

PARA MEMORIZAR: “Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos” (Dan. 2:21).

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 5; Apocalipsis 17:4–6; Salmo 96:5; Colosenses 1:15–17; Romanos 1:16–32; Eclesiastés 8:11; Apocalipsis 14:8.

https://www.youtube.com/watch?v=GNXhNX87T2E

Revista Adventista de España